JM AIZPURUA
Corrían los años 60
y yo ya había decidido no ser fascista, ni español, ni reserva espiritual de
nada y me convertí en antifranquista convencido. Solo tenía 15 años, pero de
naturaleza analítica, una visita a Baiona con mis padres me descubrió que allí
eran tan vascos como yo, nuestra bandera ondeaba en el supermercado “Les Dames
de France”, y en la calle los nativos hablaban euskara con un acento y giros
que me causaban sorpresa. En Bilbao, hablar euskera o combinar los colores de
la bandera vasca, suponía multas y ser fichado, a más de visitar comisaría
donde te daban un severo correctivo.
¿Cómo era posible
aquella maravilla “francesa” en nuestro territorio vasco continental que no la
había en el peninsular “español” ?: por la Democracia. Y desde entonces yo
adquirí un amor a la democracia y dediqué toda mi adolescencia y juventud a profundizar
intelectualmente en ella y en la justicia social que venía del socialismo.
Ahora los fachas
“constitucionalistas” nos dicen que es por “la constitución” por lo que tenemos
autonomía y libertad, lo cual constituye la primera mentira de su discurso
revisionista del fascismo de Franco y de su invento de Nación Española (¿Sahara
incluida?), pues es la DEMOCRACIA la que nos da derechos por encima de la
nacionalidad o la constitución que por España en los últimos tiempos van ya por
11 todas distintas y muchas contradictorias, a más de incumplidas y meros
señuelos de la casta. ¡Hasta habido constituciones españolas que protegían la
esclavitud!
Otra base de su
discurso falaz es la del cumplimiento de la Ley, como algo sagrado, sin
entender que estas leyes y constituciones tienen su legitimidad en ser el
mandato democrático de la ciudadanía, que en su soberanía también puede modificarlas.
Si en la práctica social una Ley se revela injusta o inadecuada, un rechazo
popular debe ser suficiente para su modificación congresual al margen de los
requisitos procedimentales, ¿o son necesarias la rebelión popular, el
alzamiento y la guerra civil?
La Democracia es la
gestión social por beneplácito de las mayorías que respetan las minorías, pero
nunca es la dictadura de la mayoría, ni la red burocrática procedimental en la
que se pierdan las reivindicaciones populares.
Por eso, muchos que
luchamos contra el fascismo, que nos tapamos la nariz en la Transición, y que
bajamos la guardia ante la voluntad de Suarez de llevarnos a la democracia
europeísta, hoy nos sentimos alarmados y estafados.
Desde el “tejerazo”,
no ha existido ninguna voluntad de rectificación del franquismo, se han “ostracismado”
(no existe pero todos lo entienden) a los líderes sociales, sindicales y
políticos sin sigla bipartidista, y entre los bipartidistas, se han creado unas
sagas desde cachorros tendentes a mantener un status quo que no es el
proyectado en la Transición, ni equivalente a la UE, como lo demuestran los
jueces alemanes y belgas, y cuyo inconfesado objetivo es el mantenimiento de
las prebendas de la casta reconstituida y permeable a los gerifaltes
bipartidistas, que se enriquecen de forma sencilla y particular sin que ello
tenga consecuentemente mejoras en las condiciones de vida de la mayoría social.
Triste situación,
que me produce la sensación de haber sido estafado generacionalmente y me hace
replantearme muchas de mis posiciones anteriores. Estoy por coger mi cachaba y
salir a dar golpes al pajarraco, y subir por Castillo como el Cojo Manteka.
¿Qué otra me queda?
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