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sábado, 4 de agosto de 2018

LA MONARQUÍA ESPAÑOLA, UNA ENFERMEDAD EN MAL ESTADO


LA MONARQUÍA ESPAÑOLA, UNA ENFERMEDAD 
EN MAL ESTADO
POR DOMINGO SANZ
Durante las largas lentitudes de los agostos también desciende el ritmo al que pensamos en las cosas que suceden. Tardamos más tiempo subjetivo en recorrer las distancias que nos separan de cada futuro y eso, en ocasiones, nos permite descubrir perspectivas distintas a las habituales.

Comienzo este párrafo a las 18:30 horas del último día de julio y debo actualizar los síntomas del estado de salud de la Monarquía española, una institución enferma que, además, al pensarla despacio, descubro que es también una enfermedad para la sociedad de la que se alimenta.


A la vista de que el Gobierno no proporciona la información necesaria para saber cómo se encuentra la Monarquía ni, lo que es peor, tampoco del estado de salud de la población afectada, es necesario dirigirse a los recursos privados. Como tantas veces, Google es la solución para conseguir mucha información no contaminada de manera rápida y gratuita. Selecciono las quince primeras noticias que el gran buscador me presenta en pantalla tras escribir la palabra “Monarquía”. Por orden de aparición, son las siguientes:

    “La presidenta y otras autoridades de Baleares, a favor de debatir la realización de un referéndum sobre la Monarquía”. Público.com
    “Las monarquías europeas esconden la opinión de los ciudadanos sobre sus reyes”. El Diario.es
    “Ensenyat (presidente del Consell de Mallorca) apuesta por un referéndum sobre la Monarquía y se declara republicano. Última Hora, de Baleares.
    “Un referéndum sobre la Monarquía y Catalunya planean sobre La Almudaina”. Menorca.info
    “Entidades sociales harán consultas populares monarquía vs. república. El Nacional.cat
    “Más de la mitad de los riojanos prefieren la república a la monarquía”. NueveCuatroUno.com
    “Monarquía. Isabel Celaá: No aceptamos el veto al rey que ha anunciado el Govern”. El Diario.es
    “España no está preparada”. El Diario.es
    “Monarquía o PSOE y el valor de Pedro Sánchez”. Diario 16.
    “La Monarquía de ayer y hoy llega a Cartagena”. Monarquía Confidencial.
    “Armengol (presidenta de Baleares) habla sobre el referéndum entre república y monarquía”. ABC.
    “Monarquía vs. República. Porqué la Monarquía española SI es legítima y democrática”. Infovlogger.
    “Francisco Marhuenda: Franco y cargaros la Monarquía os pone cachondos”. La Sexta.
    “Mercedes Milá: Si la Monarquía quiere salvarse tiene que salir de donde está y sentarse con la gente de la calle”. La Sexta.
    “Así confesó Adolfo Suárez por qué no hubo referéndum monarquía o república: hacíamos encuestas y perdíamos”. La Sexta.

Saque usted, que las ha leído, sus propias conclusiones porque yo, durante los diez minutos que he tardado en transcribir a este informe estos quince titulares he recibido dos wapps en el móvil.

El primero es la respuesta que don Josep de Luis Ferrer, de profesión abogado y que preside la Obra Cultural Balear, le ha enviado a Felipe VI. El rey acaba de regresar a Mallorca de vacaciones y ha convocado para el viernes, día 3, la clásica recepción anual a la que invita a autoridades y personalidades de Baleares. De Luis le dice, lo traduzco del catalán, que “las circunstancias actuales y el papel que ha elegido jugar la monarquía impiden mantener una relación institucional normal y regida por valores democráticos”. Añade que “escribiendo estas líneas retumba en la memoria vuestro discurso del día 3 de octubre de 2017” y termina confirmando que “el día 3 no asistiré a la recepción. Me quedaré en casa, disfrutando de la compañía familiar de que están privados tanto Jordi Cuixart como el resto de presos políticos. y aprovecharé el momento para tener un recuerdo por los verdaderos defensores de la libertad, el respeto y los valores democráticos”. Procede recordar que la OCB se constituyó en 1962, seis años antes de que naciera el rey.

El segundo wapp en el móvil me informa que Quim Torra, presidente de la Generalitat de Catalunya, acaba de decirle públicamente al rey que “todavía está a tiempo de pedir perdón a los catalanes”. A pesar de que Torra actúa en representación de los ofendidos y, por tanto, no está obligado a dar el primer paso, comprendo su intento por resolver este conflicto institucional. No obstante, y conociendo al “bando nacional”, disculpe por la metáfora quien pueda molestarse, me parece mucho más difícil que el rey pida este perdón a que el resto de España se convierta en una República. Justificar en TV el apaleamiento de catalanes camino de las urnas, legales o no, es mucho más difícil de arreglar que cazar elefantes en inconfesable compañía.

Cuando me disponía a terminar esta primera entrega sobre la enfermedad monárquica de España cambié de pantalla sin motivo aparente y descubrí que 181 militares de alta graduación acababan de firmar un manifiesto a favor del dictador Franco. Todos, por supuesto, ya en la reserva, pero no por ello menos sospechosos de estar dando la cara, sin correr el menor riesgo, por otros con mando en plaza. Si traigo esta noticia a colación, publicada por OK Diario a las 16:56 horas del mismo 31 de julio con la lista de firmantes, es porque el eco entre los grandes medios españoles ha sido mínimo. Ya que hablamos de enfermedades, a la mañana siguiente la SER no dijo nada de los militares enaltecedores del golpismo franquista, pero sí les pareció relevante destacar la posibilidad de que la tuberculosis contraída en un hospital de campaña español durante la guerra civil fuera la causa real de la muerte de George Orwell en un hospital británico hace 68 años. A mí, lo que me parece relevante es que se haya vuelto de acero el hilo conductor que va desde los militares añorantes hasta Felipe VI, pasando por Franco y por Juan Carlos I, pues sin el dictador de ayer no habría rey hoy. Era inevitable que Monarquía y ultraderecha, ésta siempre violenta y cada vez más en Catalunya, terminaran ayudándose mutuamente. En cualquier caso, confiaremos en el Gobierno y en una ministra de Defensa que dijeron que no quería serlo.

Debo terminar, aunque sea agosto. Si me entero que esto le ha gustado a usted, en próximos capítulos volveré de nuevo contra esta enfermedad desde otros enfoques, aunque mantendré actualizada la sintomatología con los renovados quince primeros eventos que aparezcan en Google tecleando aleatoriamente la palabra “Monarquía”.

Para afinar en el diagnóstico de nuestra dolencia se me ocurre que, entre otras cosas, habrá que profundizar en la etiología y las mutaciones que se hayan producido, detalle importante tras tantos siglos de existencia. También hay que contrastar su distribución geográfica pues, aunque las normas oficiales hablen de “monarquía para todos”, la realidad de cómo viven los distintos grupos de sufridores las plagas y otros males colectivos es siempre muy distinta. Y no será menos importante profundizar en el abanico de tratamientos posibles para la curación, pretensión está última en la que cada vez mayor número de enfermos parecen interesados. Hasta pronto.
 


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