CON ACENTO COLEGIAL
Rafael ZAMORA
MÉNDEZ
Estoy plenamente convencido de que, la
JUVENTUD, no es un simple número reducido de contados años, sino un extenso
clima apropiado que viene a emanar con profunda fuerza desde la carnal fuente
del propio corazón.
Nuestro "hoy", tendría verdadero
sentido, si procurásemos llevar dentro de uno mismo ese ilusionado
"mañana", porque... el "ayer", ya, sin posible remisión, ha
pasado a formar parte de una transcurrida orilla, señalada por la implacable
mano del Tiempo y, merced a la cual, todavía se nos permite seguir conservando
una enorme cantidad de múltiples recuerdos, totalmente imposibles de poder olvidar.
Desde la tierna etapa de mi ya lejana
niñez, conservo en la memoria esta simpática frase, bastante graciosa por
demás, que ponía de manifiesto la avezada mente de un arriesgado creador,
aunque, su gramatical estructura didáctica, fuese un muy demencial loco
absurdo:
"ANTAÑO, LA GENTE, ERA ANTIGUA!
Y, al parecer, la misma, en muy buena
parte de su estratificara expresión, tiene algo de auténtica veracidad
porque...si no, díganme, ustedes, ¿no es bien cierto que las tamañas
ocurrencias de antaño, eran bastantes agudas, espontáneas y directas,
conteniendo mucha más encendida chispa que un duro pedernal que las actuales,
como, para querernos demostrar algo sobre aquel envidiable ingenio que en su
dorada época tuviera a gala nuestro inmortal Hidalgo de La Mancha?
Me atrevo a pensar que, la mayoría de
aquellos muy buenos chistes, con los que tanto disfrutáramos, se hicieron
patente realidad, gracias a las incontables experiencias personales recibidas a
lo largo y ancho de nuestra vivida existencia.
Lo ya expuesto, surge así, por el simple
hecho de que, a un servidor, a la edad de 12 años, le asignaran un pequeño
papel teatral en el que apenas figuraba escrita, entre signos de admiración,
una sola y exclusiva palabra.
Neófito por completo en la artística
materia y, llegado el ansiado momento de llevarse a cabo el primer ensayo
general, iniciado con la consabida lectura de la seleccionada obra en las voces
de cada uno de sus personajes, al corresponderme mi ridícula parte, comencé
diciendo:
-.- ENTRA POR EL FORO DERECHO CON BASTANTE
SIGILO Y CAUTELA.
-.- ¡¡Eso no!! Las indicaciones entre
paréntesis, no se leen!!
Comprendida dicha oportuna advertencia,
sigo con la mayor normalidad, todo el dialogal proceso, hasta llegar a otra de
las escenas en la cual, el protagonista, exclamaba:
-.- ¡¡LO MATARON DE UN MARTILLAZO!!
Acto seguido, me tocaba pronunciar
entonces una muy castiza interjección, no muy usual en Canarias y, por lo
visto, lo hice tan mal, tan mal que... todos los allí presentes, se
destornillaron de contagiosa e irresistible risa.
Aquella inesperada salida mía, tan
inocentemente natural, le cayó muy bien al director de escena, de nombre, Don
Rafael Diéguez, el cual, sin pensárselo dos veces, me dijo:
-.- ¡Estupendo chico¡ ¡Estupendo! No
cambies para nada ese giro que le has dado! ¡DILO SIEMPRE ASÍ!
De común acuerdo, quedó pactado el asunto,
con la firme y solemne promesa de que, los participantes, guardarían el más
severo de los recónditos secretos.
Llegado el solemne día del magno estreno,
vino a resultar que el salón-teatro, se encontraba a rebosar de público, como
suele decirse, "de bote en bote".
¡Madre mía, más que a toda una verbal
manifestación marinera, aquello, se parecía a un agitado y gigantesco
portaaviones, sobrevolando sin parar sobre el encendido escenario!
Por fin, se acercó aquel macabro instante
en el que, el actor principal, tuvo que decir:
-.- ¡¡LO MATÓ DE UN MARTILLAZO!!
Entonces y solo entonces, entré yo,
lanzando a voz en cuello, completamente desaforado, mi célebre interjección:
-.- ¡¡¡C A S P I T A !!! (como
refiriéndome a la cascarilla que se suele formar en la raíz de los cabellos y
no, a la otra correspondiente de "CÁSPITA", que expresa
"sorpresa".
¡Una carcajada general, unísona, acompañada
de interminables aplausos, resonó, formando ecos de sonoros estampidos,
ensordeciendo por completo el amplio ámbito de aquel inmenso y recordado local!
¡¡Amigos, ¿no es para exclamar, aquello
de...
"ANTIGUAMENTE, LA GENTE ERA
ANTIGUA"
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