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lunes, 30 de julio de 2018

DONDE


DONDE
JM AIZPURUA
El catedrático A. Tejera nos explicará en septiembre que los canarios tienen su origen en los bereberes norteafricanos rebeldes al Emperador romano que los desterró a las Islas Canarias y otros lugares de destierro, allá por el siglo I. Interesante hipótesis, que lo mismo que con mis ancestros vascos, nos entretiene pensando de donde venimos y no nos deja reparar en adónde vamos.
Porque pasado propio, prehispánico, lo tenemos con certeza, y ambos por ser pueblos pequeños hemos sido sojuzgados por monarquías genocidas que solo pensaban en nosotros como esclavos, siervos o servidores. Pero eso es pasado y ya no mueve molino.
Pero tampoco mueve el molino la actual situación popular vasca o canaria, la que el señorito pretende haber superado y la metió en una jaula “democrático-constitucional” donde tiene un 155 para atizar sagradas leyes incomprensibles, torticeras y antidemocráticas por mucho que la dicten sus funcionarios.
La democracia hace las leyes y no las leyes la democracia.

Los funcionarios del bipartidismo 78 tienen el pecado original de sus nombramientos bipartidistas consensuados, y su falta de depuración fascista. El método del Sistema78 lo sería válido para una democracia consolidada y no para la pirueta fascio-demócrata que hubo que hacer.
Y los pueblos, las naciones, la colonia, metidos de urgencia con ruido de sables en un Régimen 78, no han dicho su última palabra; mas bien ninguna.
Canarias está en el Tercer Milenio; ya no es aquella de bereberes anti romanos, ni de genocidios de monarcas castellanos. Hoy es una potencial nación africana pero que la colonización la transformó en una sociedad europeizada, españolizada, y extraña a sus esencias y necesidades. Su carácter de Comunidad Autónoma es una improvisación por las urgencias del 78, impropia de sus características, su historia, su estructura social y su geolocalización. Sus necesidades de ser Europa no pueden limitarse por esa tendencia goda a considerarla el vagón de cola. Ese tren no existe.
Canarias no es parte de ningún tren hispano, es una colonia como Sahara, restos del poder imperial borbónico a los que debieron darles una digna salida histórica, que aún hoy se muestra necesaria. Somos conscientes al ver morir a los niños africanos en las costas europeas, de la incapacidad e insensibilidad de las clases dirigentes en enfocar la sociedad con criterios éticos: no nos engañamos. Pero seguimos en la utopía liberadora, pidiendo que los que sufren en el mundo tengan una oportunidad de vida digna y salgan del valle de lágrimas en el que los metieron.
Un nuevo horizonte canario, nacional, diferenciado, solidario, euroafricano, y socialmente digno y sostenible para sus nuevas generaciones, es preciso, urgente, catártico. El Emperador romano, el Rey castellano, consideraron Canarias como zona de destierro, y al parecer los “setentayochistas” se conforman con el designio godo. Yo, puro “sesentayochista”, me niego radicalmente a ello.
 La equiparación a los niveles de vida europeos, que hoy no tiene Canarias, es una deuda histórica que debe saldarse, ya mismo, para no quedar otro milenio ajena al desarrollo que en estos momentos se ventila en las cancillerías del poder mundial.
La humilde Canarias no necesita los monumentos que les sobran a los alemanes; tiene sus gentes capaces de crearlos a su estilo y en su hábitat. Sólo necesita que la pongan en la línea de salida sin caciques, sin hipotecas, sin autonosuyas, y con eso; ella sola marcará su camino. Si la dejan.


 


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