TORPES
JM AIZPURUA
Me cansa la torpeza
intelectual de algunos canarios que me intentan “convencer”. Yo tuve la suerte
de romper las cadenas de la educación fascista-franquista y en los montes
vascos, en sus refugios de montaña, ser adoctrinado por demócratas republicanos
que pusieron en mi mente los valores de la libertad, la democracia y el civismo
laico con el concepto de patria vasca en mi corazón. En ellos me mantuve toda
mi vida y en ellos quiero morir.
Podemos dialogar,
intercambiar ideas, pero será sobre un Estado, no sobre una Nación que no
existe pues el tema de debate: es plurinacional. Castellanos, catalanes,
vasco-navarros, gallegos y canarios, tienen su nacionalidad definida en este
siglo XXI y ese Estado español que los agrupa debe reconocerlo cuanto antes y
pasar a ocuparse de los problemas acuciantes de encontrar economía suficiente y
digna para el conjunto de sus habitantes.
La castellanidad
española ha absorbido el carácter nacional de otros territorios que como el
andaluz tienen bases para ser nación, pero se encuentran acomodados en la
castellanidad y se asientan en la regionalidad. Esa situación de regionalidad,
cambiante en su concepto y potencialmente nacional, no debe dar ventajas ni
inconveniencias, pues es meramente descriptiva de una realidad social
territorial. Hoy, que todo se refiere al dios-dinero, es aquí donde unos listos
se aprestan a reclamar mas dinero por ser nación y otros cayendo en el juego se
reclaman nación solo el día del reparto. ¡Vaya tropa!
La nación en el
siglo XXI ya no es tribal, étnica, es mestiza y cultural, sociológica, es un
signo de identidad y pertenencia sentido en un territorio que encuentra en el
pasado sus raíces y derechos; su razón de ser. Porque fueron somos, y si somos,
serán. Pero su objetivo de milenio, para naciones con Estado propio o incluidas
en otro ajeno, es la asociación con fines economicistas. El bienestar de sus
ciudadanos depende de la solvencia de sus mercados y en sus vecinos debe
encontrar la sinergia para prosperar.
En una familia
cuando un hijo tiene una minusvalía, los recursos mayoritarios se destinan a su
socorro y todos prestan su ayuda para paliar el mal. En esta “nación española”
es lo contrario y el “que se jodan” es la norma de conducta ante la necesidad
del vecino, lo que en si mismo desmonta el mito nacional del Estado español.
La realidad canaria
está necesitada de un tránsito hacia la democracia y el bienestar europeísta.
En julio del 36,
los caciques fascistas dieron un golpe de estado canario, aplicando la
represión e impidiendo la defensa de civiles y militares a la legalidad. No
hubo guerra civil, solo golpe. Pero en 1978 la situación se recondujo y de
nuevo la democracia volvió a las islas cosa que algunos se niegan a reconocer y
mantienen símbolos como el pajarraco de las Ramblas, para intentar desorientar
a las generaciones del milenio sobre su actuación del pasado y el significado
fascista, dictatorial y antieuropeo del franquismo.
La Transición
consistió en una amnistía de responsabilidades y un camino nuevo por el Sistema
democrático y europeísta. No es ese el camino que lleva Canarias. Le derecha
canaria debe hacer su Transición y eliminar los rescoldos del fascismo de sus
calles y mentes, para poder dotar a sus ciudadanos de una reconciliación real.
Yo, que en su día volaba monumentos fascistas, no puedo pasar bajo el pajarraco
sin sentirme engañado por mi abandono de la violencia, pero aún y así me
ratifico en ello. Volándolo no avanzamos nada; son ellos los que deben
retirarlo.
Esperamos un signo
de decencia de estos antiguos fascistas y que eliminen sus símbolos callejeros,
que en su intimidad pueden seguir admirando, pero en democracia no es posible
seguir humillando en vía pública y predicar reconciliación.
Y también Canarias
necesita de la comprensión peninsular. Su situación de infraestructuras y
yacimientos de empleo es miserable, impropia de la UE, y no es por deficiencia
insular si no por la falta tradicional de inversiones desde el pensamiento
metropolitano. En Madrid les sobran las autopistas, pero nunca se acordaron de
traer algunas mas a las islas. Y los mudos oficiales gritando ¡viva el plátano!
Uno decía ¡viva el
vino! Otros ¡viva el plátano! Pero que pocos dicen ¡viva Canarias! con sentido
de futuro.
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