LA AUDIENCIA NACIONAL
EN CANARIAS
ANGHEL
MORALES
En
la cálida tarde del día 27 de enero de 1981, se podía observar en las calles de
Santa Cruz, el caminar inquieto y nerviosos de muchos nacionalistas hacia la
sede de la Audiencia, una vez en la misma, se había formado una tupida a la
entrada, muchos tuvieron que quedarse en la puerta, según palabras de la
Policía Armada, la sala estaba repleta; los que entraron fueron previamente
cacheados y anotado su nombre y número de carné de identidad en una lista abierta
por la policía al efecto.
Por
fin, a la hora prevista dio comienzo la vista, después de la lectura
monótona de lo actuado, a las preguntas
tanto del Ministerio Público, como de la defensa, los inculpados contestaron
con serenidad y presteza, los Magistrados en este momento, dejaron hablar
libremente y a su aire a los acusados, que lo hicieron con el clásico acento de
la tierra, era algo que llamaba la atención, denunciaban que su estancia en las
dependencias de la Guardia Civil, no fue precisamente un "camino de
rosas", porque al permanecer dos días esposados y atados a un hierro, el
tener que soportar sus costillas los saltos de sus interrogadores encapuchados,
para no ser reconocidos, el ser amenazados con dañar a sus esposas a las que le
pasaban por delante de sus caras no era precisamente algo propio de un sistema
que se denomina "democrático", y menos el aplicarle electrodos, el
meterle la cabeza en un cubo de agua hasta dejarles sin sentido y otras
barbaridades propias de regímenes fascistas, eran en resumidas cuentas el
determinante de sus declaraciones ante la policía. Pero lo mas grave estaba,
así lo entendíamos nosotros, en las manifestaciones de los inculpados, sino el
hecho de que fue practicada una prueba concluyente, pues existían certificados
médicos del hundimiento de costillas, de quemaduras en el labio producidas por
electricidad, los múltiples moretones e incluso la intervención quirúrgica a la
que tuvo que ser sometido uno de los jóvenes nacionalistas, puesto que le
habían roto el menisco. Y si relacionamos todo esto con las irregularidades en
las actas de declaración tomadas en las dependencias de la Guardia Civil, con
declaraciones que no habían sido firmadas por los acusados, y con entradas en
domicilios en la que aparecen requisadas una serie de cosas, que posteriormente
no aparecen firmadas por los testigos presenciales, que manifiestan que no
fueron encontrados ninguno de los elementos alegados por la policía, no
existiendo, así mismo, la preceptiva autorización judicial para este tipo de
acciones.
En
este punto, nos gustaría hacer un poco de historia, puesto que la prensa de la
época, como nos tiene acostumbrados, puso en las primeras páginas de los
periódicos, fotografías con multitud de armas, banderas, escopetas, cables e
incluso aletas de pesca submarina, no haya hecho lo mismo una vez recaída
sentencia y haber la Audiencia absuelto de este delito a los inculpados.
El
Ministerio Público dada la reiterada negativa de los inculpados a reconocer los
hechos que se le imputan, se limitó posteriormente, a presentarle las
respectivas actas de declaración ante el Juzgado para que se reconociera la
firma, por ello, la defensa, con muy buen criterio, argumenta, con el respaldo
de los acusados, que los mismos habían sido amenazados previamente, con ser
llevados de nuevo a las dependencias de la Guardia Civil a continuar con sus
métodos "indagatorios", en caso de no aceptar como validos lo que se
les iba a leer en el Juzgado; la defensa llegó aún mas lejos, llegó a demostrar
fehacientemente, que incluso hubo, posteriores, excarcelaciones por este
motivo, cosa inédita e inadmisible en un régimen que se auto define como
democrático.
Llegado
el momento procesal de la prueba, el Ministerio Público no presentó ningún
testigo, al contrario de la defensa, que a través de un rosario de testigos
demostró la perfecta inserción en la sociedad de sus defendidos, su conducta
moral y cívica intachable y su no vinculación y, menos aún subordinación a
conocidos nacionalistas, que manifestaron no conocer con anterioridad a la
entrada en la cárcel, a los acusados, en contra de la tesis policial.
Hay
ocasiones que en el lento y monótono transcurrir de la historia, se dan hechos
que coinciden con otros posteriores, si bien en principio no parecen tener
ninguna relación.
Como
decía el abogado de uno de los acusados, el señor Aguirre, existen tantas
"irregularidades" en el sumario, que las detenciones que tuvieron
lugar, no tenían otra explicación que el excesivo "celo" de la
Guardia Civil ante la llegada a Canarias, unos días después, del flamante
presidente de la UCD, el señor Suárez, se le quería brindar, costara lo que
costara y hubiera que hacer lo que hubiera que hacer, como "ramo de
flores" de bienvenida la presencia en la cárcel de un amplio número de
nacionalistas, había que demostrar, una vez mas, que Canarias es una parte de
la Península Ibérica y que las ideas nacionalistas no tenían otra cabida que en
la cárcel.
Querían
dejar constancia que aunque se hablaba de régimen democrático, cuya cabeza
visible era el Mago de la Transición, el señor Suárez, aún existía mano firme,
pues no había motivo para despreciar los viejos métodos del franquismo, alguien
habló en aquellos momentos de la presencia en Canarias del super comisario
Conesa, muy conocido en los círculos democráticos, por sus métodos
"eficientes".
Pues
fijense ustedes, unos días después de celebrarse el juicio, el Presidente
Suárez, presentaba su dimisión irrevocable
y, en su discurso de despedida decía: "no quiero que el sistema
democrático sea un paréntesis en la Historia de España", y parece ser que
estaba, entre otras cosas, relacionado con la visita del monarca a Euzcadi y el
anuncio de algunas medidas de gracia.
Unos
días antes del juicio, la sorprendente noticia ya estaba en la calle, la
Audiencia Nacional (el TOP de los tiempos democráticos), nos hacia el favor de
visitarnos, su objetivo era juzgar a los jóvenes nacionalistas, Luis Miguel
Ramos Lorenzo, Juan Antonio Acuña, Ramón Montesdeoca y Teodosio Pérez, para los
que el fiscal y, para alguno de ellos
solicitaba penas superiores a los 30 años de cárcel, en el escrito de
calificación provisional.
Dentro
de los círculos nacionalistas se produjo el consiguiente revuelo, las opiniones
eran diversas y encontradas, para algunos se trataba de dar un nuevo escarmiento, así en las
puertas de la Audiencia se oía con insistencia frases como esta: "han
venido a humillarnos", para otros por el contrario, se trataba de poner un
poco de vaselina a la cuestión nacionalista, el fiscal en su informe repitió
hasta la insistencia "que no venían a juzgar ideas, se venía a juzgar
hechos concretos, es decir explosiones que tuvieron lugar entre octubre de 1977
y abril de 1978".
La
salsa picante al puchero, la pusieron algunos panfletos que bañaban nuestras
calles y aceras, los argumentos de los mismos, eran fundamentalmente dos, por
un lado se decía "que se trataba de una farsa con declaraciones tomadas
por la Guardia Civil, utilizando todo tipo de torturas y vejaciones y que esta
institución debía de ser la que se sentara en el banquillo", mientras que
por otro lado PCU decía textualmente "mientras los canarios sufrimos la
dominación política y económica de fuera que nos empuja al paro. Mientras los
Caciques de las islas -verdaderos bandoleros organizados en la UCD- intentan
una vez mas dividirnos y confundirnos con sus mezquinos pleitos, se juzga a
luchadores nacionalistas con los que no podemos dejar de solidarizarnos. Y ello
es claro y justo hasta que no se reconozca los derechos democráticos y
nacionales del Pueblo Canario. Derecho al ejercicio de la autodeterminación y
de la descolonización".
Ante
la contundencia de la prueba y la poca solidez de las declaraciones ante la
Guardia Civil, el Ministerio Fiscal redujo sensiblemente las penas solicitadas,
que de 35 años que pedía para alguno, pasó a 16 para Juan Antonio Rodríguez
Acuña, 12 para Luis Miguel Ramos, 4 para Ramón Montesdeoca y 1 para Teodosio
Pérez Hernández.
La
defensa, previo receso de 5 minutos, eleva a definitivas sus calificaciones
provisionales y en consecuencia solicita la libre absolución para sus
patrocinados.
Una
vez toma la palabra por el Ministerio Público, hace especial incapié en lo que
consideraba una perdida de tiempo innecesario,
es decir, la prueba testifical practicada por la defensa, y en resumidas
cuentas, previa manifestación de que no juzga ideas, sino hechos concretos,
como las explosiones que tuvieron lugar entre octubre de 1977 y abril de 1978,
apoya sus penas solicitadas en las declaraciones prestadas por los inculpados
en el Juzgado.
Por
la defensa, de forma brillante, y con gran rigor jurídico, se manifiesta, que
si bien en el proceso penal habrá de acreditarse fehacientemente la
culpabilidad en el acto del juicio oral, para poder condenar a alguien, el
Ministerio Público ni siquiera practicaba prueba al respecto, limitandose a
apoyar su solicitud, en unas actas de declaración, que para la defensa carecían
de todo valor, por la cantidad de irregularidades que las rodean y por las coacciones a que fueron
sometidos los inculpados para que las ratificaran en el Juzgado Penal, en
resumidas cuentas lo único que quedaba por decir era en realidad a quien había
que condenar, si a los inculpados o a los que utilizaron tantos y tan eficaces
métodos indagatorios, puede que una cosa, había quedado clara en la mente de
todos los asistentes, al menos eso nos parece a nosotros, los derechos humanos
no se les reconocía a estos luchadores nacionalistas.
La
sentencia no tarda en llegar, era lo realmente importante, las penas fueron las
siguientes: para Juan A. Rodríguez Acuña, 5 años, para Luis Miguel Ramos, 30
meses, para Ramón Montesdeoca Perera, 1 año y la libre absolución para Teodosio
Pérez Hernández, pero en realidad ninguno tendría que ir a la cárcel de nuevo,
la pregunta se la formulo yo a hora a ustedes. La Audiencia Nacional de
desplaza a nuestra tierra, para hacer cumplir la ley o para dar un escarmiento
o por lo contrario para poner un poco de vaselina a la causa nacionalista, cada
uno es libre de sacar la conclusión que estime oportuna, nosotros la tuvimos
entonces y la seguimos teniendo ahora.
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