BOCHORNO DE SER HOMBRE
MÁS DE JUAN CARLOS MONEDERO
Imagina
que eres de la Resistencia en un país invadido por los nazis. Te los cruzas por
la calle, camino del trabajo o cuando regresas cansado y la noche ha caído, y
también los fines de semana, o cuando vas a estudiar y cuando sales a ver a
amigos. Siempre están ahí y te asustas aunque no te miren. Siempre te sientes
observado y te dices para tus adentros: que no me vean, que no me vean… Aunque
piensas que si te tocara, habrá otro compañero que esa noche se librará porque
los monstruos están ensañandose hoy contigo.
Alguna
vez hacen redadas aleatorias y te entra el pánico. Piensas que por qué a ti,
que qué mala suerte, Cuando te toca el turno, tiemblas, pero haces todo lo
posible para que no se te note, porque si te huelen el miedo es peor. A veces
amenazan gratuitamente a cualquiera, porque así siembran el pánico y se sienten
más viriles y ejecutan más fácilmente su ritual de poder. Cuando eres el
elegido crees que todo está perdido y obedeces y te humillas y haces cosas que
luego te avergüenzan y te crees morir cuando piensas que la gente que quieres
podrían estar viéndote obedecer como si fueras un cobarde. Cuando esa gente te
elige, no tienes derechos y tu cuerpo y tu mente está al servicio de lo que
quieran hacer contigo. Salen siempre buscando víctimas y han depurado sus
técnicas. Y lo peor, hay gente que les apoya, la propaganda del régimen les
defiende y sus superiores les dejan comportarse así.
Quitad
la Resistencia y poned que son mujeres. Quitad que son nazis y poned que son la
manada. Quitad que sus superiores y poned hombres con poder, viejos y
conservadores (a veces hay alguna mujer que hace como si no lo fuera) o cargos
políticos insensibles o directores de periódicos que tienen anuncios de
prostitución justo detrás de las páginas dedicadas a la iglesia católica.
Dice
el magistrado Ricardo González, el que quería absolver a la manada y el que ha
inclinado el fallo, arrastrando a los otros magistrados, para que no se
sancione la agresión sexual, que las expresiones de la víctima, los sonidos y
sus actitudes no dejan claro que no estuviera consintiendo. De noche, cinco
tipos enormes y agresivos, en un portal del cual no podía escapar, y la víctima
bajo los efectos del alcohol, es decir, en una situación como si fuera una
menor. Dice el juez que no demostraba una absoluta pasividad. El juez
interpreta los gestos de la víctima vistos en un vídeo y yo me pregunto: ¿de
dónde saca su experiencia?¿Cuáles son sus gustos sexuales para llegar a esas
conclusiones?¿A qué fuentes audiovisuales recurre? ¿Qué experiencia debe tener
un juez para entrar en estas consideraciones? ¿No hay obligatoriamente que
pedir informes clínicos? ¿Qué considera este juez excitación sexual? ¿De qué
literatura saca lo de los ojos entrecerrados? ¿Qué concepto del sexo tiene este
juez para llegar a estas conclusiones? Y entonces creo que se vuelve a hacer
cierto que aquí, en España, mientras no demuestran lo contrario, las mujeres
son todas, de entrada, un poco putas y que las explicaciones, incluso cuando
las violan, las tienen que dar ellas. Que si te violan borracha no es un
agravante para los violadores, sino un reconocimiento de tu culpa. Y que si te
violan, algo habrás hecho, mientras que los violadores son buenos hijos y
excelentes vecinos.
Esta
sentencia invita a las mujeres violadas a morirse, a romperse un brazo, a
golpear su cabeza contra una pared, porque de lo contrario, la violación no va
a ser creíble. Deberéis gritar un poco, algo, aunque os den un bofetón, os retuerzan
un brazo o salgan las navajas a relucir. Mientras, los violadores podrán dejar
a sus víctimas desnudas en un portal, robarles el móvil para que no pidan ayuda
y ellos seguir la fiesta. Y repetirlo cuantas veces quieran, porque en la
sociedad patriarcal todo está dispuesto para que las mujeres estén ahí para
satisfacer los deseos de los hombres. El derecho, el mundo laboral, los
anuncios, el arte, la patria, la religión, el dinero y la legión.
No
vamos a tolerar que esa imagen de la víctima de la manada sentada en un banco
llorando y sin entender nada sea un pasaporte de impunidad a los monstruos.
Porque a vosotras, mujeres, os va la vida en ello. No es no y una violación es
una violación. No se trata de hacer populismo punitivo ni de caer en un debate
a ver quién pide más años. Se trata de que la justicia reconozca que ha habido
una violación. Para que a ninguna mujer la humillen de nuevo en una sentencia
después de humillarla en un portal. Algunos de nosotros, hoy, nos abochornamos
de ser hombres.
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