¡CUANDO OTROS TIEMPOS ERAN!
Rafael
ZAMORA MÉNDEZ
Y,
no me refiero a los climáticos, a los propios pertenecientes a cada estación,
sino, a los que en la actualidad, estamos obligados a vivir.
En
estos transcurridos días, me hizo bastante gracia, escuchando aquel viejo
refrán que dice: "DOMINGO DE RAMOS, LAS FIESTAS COMENZAMOS".
Confirmando
lo dicho, es bien cierto, verídica y patente realidad, que en llegando esta
llamada "Semana Santa", muchos son los núcleos familiares y
dispuestas personas que suelen aprovechar la misma, para iniciar felices unas
"piadosas" vacaciones, trasladándose a las altas montañas, reposados
hoteles, plagadas costas, anegadas y, si el tiempo lo permite, hasta alguna soleada
playa.
No
está nada mal el querer aprovechar tales fechas, para despejarnos un poco de
las cotidianas tareas laborales, hogareñas y escolares, siempre que se sepan
respetar, como es debido, aquellos señalados días litúrgicos, como siempre lo
fueran los Jueves y Viernes Santos, teológico compendio supremo de la auténtica
FE.
No
es posible conocer a Cristo y no amarlo. La FE, sigue venciendo durante muchos
siglos. El Credo del católico cristiano, es el mismo del Cenáculo, de las
Catacumbas , de las Catedrales y de las Universidades. El que opine de que
puede vivir sin exteriorizar su fe, es que ignora por completo su existencia.
La
FE, se apaga por completo cuando no se practica y, una religiosa forma de
lograr recuperarla, es asistiendo a los programados actos anunciados en cada
una de las Parroquias o Templos, adyacentes o lejanos, a nuestros hogares.
¡Es
patética la triste situación que, cada día, se palpa, se vislumbra y vive, en
la mayoría de las iglesias existentes, cuando, a las mismas, ya no afloran los
muchos jóvenes que antes, fervorosamente, las poblaban!
Las
tradicionales renombradas Cofradías y aleccionadoras Hermandades, todavía,
siguen sosteniendo el arraigado desfile de las extensas Procesiones,
admirándose el agónico esfuerzo de los sacrificados COSTALEROS, de cuyos
curtidos hombros, depende el rítmico movimiento de los pesados tronos.
Hay
que evitar que tales demostraciones públicas, no se conviertan en un simple,
llamativo y bochornoso folclore.
De
hecho, ya, varias Autoridades Eclesiásticas, han prohibido la lujosa exhibición
de los llamativos y teatrales desfiles de elegantes damas, luciendo vistosos
ropajes engalanados de peinetas con mantillas, como si con ello, se tratase de
un panorámico concurso de moda.
Con
todo lo expuesto, ¡Dios me libre de ello!, he pretendido implantarles aquí, una
atrevida lección de ética doctrinal católica; simplemente, ha sido el personal
parecer sobre esta bien probada actualidad que todos sabemos, palpamos y
vivimos, por cierto, bastante diferente a la de otras bien conocidas épocas,
arduo , difíciles de que, triunfalmente, logren poder volver a resurgir.
CON
LOS DOS BRAZOS EXTENDIDOS
EN
DURO MADERO ENCLAVADOS,
NOS
QUEDAMOS YA REDIMIDOS,
DEBIENDO
SER AGRADECIDOS,
A
TODO UN DIOS CRUCIFICADO.
En mi juventud, Amigo MORALES, JUEVES y VIERNES SANTO, eran mucho más que sagrados: NO SE TRABAJABA Y, HASTA LAS EMISORAS DE RADIO, SE QUEDABAN COMPLETAMENTE MUDAS.- EN VENEZUELA, EL VIERNES SANTO, NI LA TELEVISIÓN, DEJABA DE FUNCIONAR Y, TODO EL PUEBLO, ESTABA ATENTO LAS SIETE PALABRAS DE CRISTO EN LA CRUZ, COMENTADAS POR MONSEÑOR PELLÍN, UN ORADOR DE ALTOS VUELOS QUE, CADA SEMANA SANTA,CONMOCIONABA TOTALMENTE A LAS CRISTIANAS ALMAS.
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