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jueves, 28 de septiembre de 2017

¿CATALUÑA? por VÍCTOR RAMÍREZ

Este artículo de VÍCTOR RAMÍREZ fue publicado el 13 de abril de 1992, sí, hace 25 años y medio –casi. Consideramos de interés la clarividencia de la reflexión de nuestro amigo. Pertenece a la serie RESPONDO –la primera de las publicadas, milagrosamente, en DIARIO DE LAS PALMAS-, serie que sería editada por Editorial Benchomo. Lo recuperamos tal como se publicó en su momento.
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¿CATALUÑA?

VÍCTOR RAMÍREZ
Insistes en preguntarme qué opino de la subida en número de votos del partido Ezquerra Republicana en Cataluña y con su proposición directa de independizarse del Estado Español. Conoces mis reparos para hablar público de asuntos que ignoro casi totalmente.
         Si me siento incapaz de aprender coherentemente las claves por las que nuestro pueblo se desboca manso hacia el abismo de su desaparición como tal, imagina con qué convicción te respondo sobre asunto lejano y resbaladizo. Mas lo intentaré con humilde atrevimiento.

Creo que Cataluña en realidad es ya independiente, mucho más independiente que "España". Como buenos discípulos de los "fenicios", los ultraburgueses líderes de Convergencia y Unión aprovechan la debilidad moral y el necio orgullo de quienes "gobiernan" eso que llamamos Estado para sonsacarles todo cuanto se les antojen y más, ¿o no?
         La soberanía -eso de ejército propio-, ya, les dañaría económicamente. Les sale más barato -casi gratis- las armas ajenas que la protegen. Ahora son bastante independientes, y gran parte de los recursos del resto de lo que llamamos Estado Español va a parar a sus arcas -a las de los ultraburgueses principalmente.

Por eso está ufano Pujol, y dice con boca altiva que en Cataluña se vive bien. Moralmente puede ser otra cosa; de ahí que la postura del ezquerrista Colom o es romántica de veras y se avergüenza del vampirismo de los "gobernantes" actuales de su patria catalana o juega ingenua y eficazmente su papel de chantajear más a los "gobernantes estatales". Así, pariente, seguirán ordeñando eficaces las ubres de la escuálida economía "española".
         Lo nuestro -lo canario- me parece muy diferente a lo de la querida Cataluña (sabes de mis simpatías por el Barça). Nosotros no tenemos que separarnos porque –simplemente- ya estamos separados; nosotros no estamos unidos, sino sometidos; veamos tranquilitos el mapa.
         Lo que nosotros tenemos que intentar es liberarnos: porque no hemos podido ni estamos pudiendo practicar la libertad de realizarnos como colectivo. Y tenemos –aunque sea como animalitos racionales- el deber de ejercer el derecho a conseguir esa mínima imprescindible libertad.
         Cataluña está unida al resto de la península, y le costará separarse por más fronteras formales que ponga -inclusive la idiomática-; además de que capitalistamente, y por el momento, no le interesa.

A nosotros sí nos interesa, y con urgente gravedad -es cuestión de supervivencia. A nosotros nos bastaría, de entrada, con que la televisión y demás medios de comunicación dejaran de intoxicarnos con "noticias" y otras majaderías de "España" -noticias y majaderías que en esencia no nos conmueven ni en verdad nos interesan-; que en los programas docentes fueran nuestra geografía, nuestra historia, nuestro arte, nuestra literatura, nuestras naturaleza y tradiciones las asignaturas a estudiar -todo ello sustituyendo a lo "español-; que nuestro deporte total se desarrolle masiva e intensamente -subraya lo de masiva e intensamente aquí...
         Y veríamos cómo en no mucho tiempo sabríamos empezar a caminar solos y erguidos, a sentirnos noblemente orgullosos de practicar la dignidad de creer en nosotros mismos, en nuestra valía.
         Y seguiríamos inclusive siendo muy respetuosos amigos de los pueblos de España. Es la única forma de practicar la amistad: desde la libertad y no desde el sutil aherrojamiento moral.
Sí, pariente: ya estamos irremisiblemente separados. Y los fantasmagóricos (no por fantasmagóricos son menos crueles) lazos que nos "unen" son fáciles de romper.
         La cobardía y la ignorancia se rompen sencillamente con modesto valor animal y con la vo-luntad racional de aprender a calibrar lo evidente.
         Yo no me alegro -ni envidio ni aprendo- del caso catalán. Tienen su bandera propia, sí -"bandera, dices, que el pueblo ondea contra la española"; no sé, pariente. Tienen su idioma, sí -"idioma, dices, que cada vez más el pueblo utiliza como arma intelectual contra la llamada cultura española"; no sé, pariente.
         Yo no envidio ni aprendo de ello como tú. Yo soy muy ignorante para estas cosas -¿será consecuencia de mi ingenua admiración por el anarquismo?-; y sabes que lo digo sin falsa humildad ni torcida ironía.
En lo que sí creo -con acuciante intensidad- es en que va siendo hora de que aprendamos a ver la evidencia que somos, en que va siendo hora de que los canarios que ostenten poder –cualquier clase de poder, incluido el represor- y notoriedad tengan la afortunada gallardía de poner en práctica el instinto de dignificación que la mayoría de los animalitos humanos jamás perdemos del todo.
         ¿Qué dices, pariente? No, yo no envidio las artimañas nacionalcapitalistas. Por lo visto soy eso que llamamos romántico, para bien ¿y para mal?

13-abril-1992

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