Y LUEGO DICEN DE ZIDANE
JUAN CARLOS ESCUDIER
Ismael
Bardísa Jordá ocupa el último puesto de la candidatura de Cristina Cifuentes a
la Asamblea de Madrid, en concreto el 129. Lo normal sería que este abogado,
exdiputado nacional y regional, miembro del Consejo Consultivo de la Comunidad
de Madrid hasta su disolución y hoy al frente de una comisión de estudio sobre
la Justicia en el PP de Madrid, siguiera dedicado a estas labores o a las
familiares, que consisten en fabricar material antidisturbios, especialmente
gases lacrimógenos, máscaras de gas para no llorar y balas de goma. Pero tal y
como está siendo el baile de diputados populares en la Asamblea no es
descartable que tenga que jurar el cargo y pasar al libro Guinness de los
récords al mismo tiempo.
La
candidatura de Cifuentes obtuvo 48 diputados en las elecciones de 2015. Desde
entonces 20 parlamentarios, casi el 42%, han tenido que renunciar al acta. La
última ha sido María Josefa Aguado, después de que el Tribunal Superior de
Justicia de Madrid haya decidido investigarla por los presuntos delitos de
prevaricación, malversación y fraude en la adjudicación de un contrato en
Arganda del Rey a empresas de la trama Gürtel. Por esas ironías que guarda el
destino, y en pleno apogeo de la charca de ranas de Esperanza Aguirre, su
sustituta natural debería ser Anca Teodora Moldovan, cuyo nombre no podía ser
más sugerente. Doña Anca nació en Rumanía, es pintora y compagina sus cuadros
con un puesto de asesora de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la
Comunidad de Madrid a razón de 58.000 euros al año. Es la número 69 de la
lista.
Entre
quienes fueron nombrados altos cargos por la presidenta y no llegaron a recoger
el acta, las renuncias por motivos de conciencia, como la de Luis Peral, a
quien gays y lesbianas producían urticaria, la de tipos tan discretos como José
Cabrera, que se fue antes de presentar su declaración de bienes, o la de los
investigados por distintas corruptelas, la candidatura se ha convertido en una
romería tipo San Isidro por la que unos y otros desfilan en una interminable
pasarela.
Con
la hermana de Ignacio González, Isabel, en un ¡ay!, en el disparadero de la
imputación y, en consecuencia, de la forzada renuncia al escaño se encuentra
Bartolomé González, exalcalde de Alcalá de Henares, sobre el que la Guardia
Civil ha acumulado indicios de que se llevó a la buchaca 60.000 euros de una de
las empresas de la Púnica a cambio de una adjudicación. Y Juan Soler, exalcalde
de Getafe, y actual senador, presuntamente implicado en el amaño de contratos
para la construcción de un teatro en esa localidad madrileña. Y, por supuesto,
Jaime González Taboada, número tres de la lista, mano derecha de Cifuentes y
coordinador general del PP de Madrid, el único miembro de la mesa de
contratación de la empresa pública Arpegio al que el juez Eloy Velasco no citó
como investigado y al que, muy posiblemente, su sustituto en la Audiencia se
llevará por delante.
En
medio de este ‘sindiós’, la diputada Elena González-Moñux, sigue de baja por
depresión tras haber denunciado el supuesto acoso al que le habría sometido el
portavoz Enrique Ossorio. De no haber sido por la inoportuna operación de
retina de una diputada socialista, Cifuentes no habría podido sacar adelante los
Presupuestos de Madrid ya que su mayoría, en concierto con Ciudadanos, es de un
solo voto.
Lo
probable es que en las próximas semanas siga corriendo la lista, por lo que
José Luis Sanz, Eduardo Raboso, Carlos González Pereira y Belén Rodríguez, ésta
última en el puesto 73, harían bien en ir ejercitándose por la banda para que
lo de jurar o prometer el cargo no les pille fríos. Decían de Zidane, pero para
rotaciones, las de Cifuentes.
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