LO CONFIESO, TENGO
LA REGLA
RAQUEL EJERIQUE
Una guardia civil ha sido expedientada por ausentarse sin aviso
para ponerse una compresa. Tuvo la desfachatez de ir al baño al sentir la
humedad imprevista y dejar su puesto de vigilancia en una rotonda portuaria. La
pilló su jefe, un teniente que además le gritó y la expedientó, y al que la
regla debe parecerle una cochinada de tías aplazable en el tiempo que se debe
gestionar como si fueras un hombre y no la tuvieras.
Sin embargo, teniente, que nosotras tengamos la regla es muy
útil para todos, también para usted, con la ventaja de que usted no la tendrá
ni un mes de los 480 que una mujer la tiene desde la adolescencia a su vida
madura.
Por ejemplo, es extremadamente beneficioso para el Estado, que
recauda un 10% de IVA en tampones y compresas sin despeinarse, tener un
calambre o la sensación de que le tiran de las piernas. También podrían
recaudar un 5% y abaratarlas, al ser un producto de primera necesidad, pero el
PP ha votado en contra.
Además nuestra regla es un negocio muy lucrativo para las empresas
que las fabrican, con clientas fieles en todo el mundo, todos los meses del
año, durante unos 40, que aportan beneficios empresariales que gestiona un
consejo de administración que puede bañarse en verano o en invierno sin ir al
wc a vigilarse la ropa íntima.
También es muy beneficioso para el avance del mundo y la
demografía, y para que se paguen las pensiones a tenientes como usted. Serán
los hijos gestados por esas mujeres fértiles que se cambian las compresas
quienes aportarán a la hucha. Piénselo así, teniente, si no hubiera regla,
querría decir que no hay óvulo; sin óvulo, sus espermatozoides, por higiénicos
y machos que sean, llegarían a ninguna parte.
Habiendo acordado la importancia de la menstruación, la segunda
parte es que actitudes como la suya refuerzan el mito y el estigma de un
proceso que es fisiológico, natural y visible. Tan visible que mancha.
Hemos pasado muchos años intentando tener la regla sin que se
notara mucho. Para eso inventaron el tampax, ¿no? Para eso y para hacerte sudar
frío la primera vez, encerrada en el baño con tu amiga que sabe cómo hacerlo
porque fue la pionera.
Para tener la regla, pero poco y en silencio, hemos inventado a
lo largo de la historia varias estrategias que empiezan a ser desterradas. Por
eso habrá visto usted alguna vez en su oficina que una mujer se levanta con
cara de susto, se acerca a su compañera de trabajo que niega discretamente con
la cabeza. Se acerca a otra, que rebusca en el bolso y saca algo escondido en
la palma de la mano que le pasa bajo la mesa a la chica de la cara de susto que
ahora tiene cara de alivio. No es droga, es una compresa.
Señor teniente, las gripes en julio no existen y el estómago
"un poco revuelto" es mentira. Es la regla, pero a veces se ponen
excusas en el trabajo con males más comúnmente aceptados –especialmente a gente
insensible como usted– por si nos tacharan de exageradas o flojas justamente
personas como usted, que jamás sabrá qué es la regla ni cómo compatibilizarla
con el deber o una sonrisa.
Siento decirle que estamos en otra fase histórica, ya no es una
vergüenza que esconder ni un símbolo de suciedad o impureza. Es un hecho. La
regla mancha y duele. Si no le gusta, teniente, ponga una reclamación o abra
expediente al origen de la vida.
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