POR: EDUARDO SANGUINETTI
,
FILÓSOFO
En
un mundo sin confrontación real de las ideas, sin prensa independiente, en un
mundo sin memoria, este editorial constituirá, quizás, un buen golpe
constitutivo de discontinuidad, una larga experiencia de censura, de
renunciamiento, de exilio interior, me hacen no poder dejar de abarcar ciertas
cuestiones esenciales que hacen a la construcción de la cultura y su
eliminación, si esta no se asimila a los beneficios de inventario de un sistema
prostibulario, explotador y genocida.
Se
torna indispensable hablar directo y sin justificaciones para describir como un
intelectual está condicionado en este planeta, como se le quiere imponer el
silencio cuando sus ideas, su obra, su vida misma son molestas para el poder de
los estúpidos, la justicia criminal, la avidez plutocrática-cleptocrática y
pequeño burguesa, la corruptela política en todas sus vertientes, esclava de
transnacionales infectas, la genuflexión de los intelectuales a sueldo.
El
resultado es muy claro: el repliegue a una posición anárquica, cuya intensidad
afectiva puede volverse inquietante. Esta serie de exilios, esta posición
marginal del discurso, determinan una poética y una patética del intelectual
independiente (tal mi caso). Una poética nutrida de estremecimiento frente a
una realidad que intentan transformar los mensajeros de lo vacuo, de la
simulación, de la cobardía, de la codicia, de la farsa… Y de la ausencia de
verdad y libertad… Todo se ha igualado por decreto.
Bastan
unos años para individualizar las características del nuevo “sistema” que se ha
venido soldando, esto es, demarcar la negligente autocomplacencia de los recién
llegados de espacios farandulescos, haciendo uso de un calculado provecho
comercial y capitalista de “maneras” y “manías” que resultan “simpáticas”, de
una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de los que conforman el
espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura del Río de la Plata, que
son réplica de las tendencias promocionadas desde el imperio.
¿Con
qué finalidad? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia
frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que
conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico
idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria de poner en juego
algunos valores.
Una
irritada malevolencia y oportunismo de mercaderes, ajenos a todo lo que desde
el origen ha construido la historia de la cultura y el riesgo que implica
hacerlo. Mercaderes que bajo la máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios,
saben hacer buenos dividendos en el degradado mundo de la cultura de nuestros
días, con la enorme hueste de mediocres operadores a sueldo, siempre al
servicio de la causa del lavado y de arrodillarse ante el altar del capital y
sus psicópatas manipuladores.
Mercaderes
de la subcultura que condenan a la comunidad complaciente, con anuencia de la
clase política, a ser penetrados por productos biodegradables y a perderse en
el juego de alusiones y alejarse para siempre de la creación estimulada,
propuesta por los “talentos”, hoy exiliados del mundo de la cultura, quienes
adelantan, bajo cualquier forma, ideas, estímulos o propuestas de carácter
artístico, aún no comercializados.
Milan
Kundera en su célebre novela “La insoportable levedad del ser” nos dice: “Nadie
ignora que la mierda es kitsch y la salida de esta mierda, es el ano, instalado
entre las nalgas, que conforman el culo…en fin, creo que la mierda lo cubre
todo y los culos, actúan de panóptico…justifican toda la instancia
escatológica, en la que se debate este mundo. Si hasta hace poco la palabra
mierda se reemplazaba en los libros por puntos suspensivos, no era por motivos
morales. ¡No pretenderá usted afirmar que la mierda es inmoral! El desacuerdo
con la mierda es metafísico. De eso se desprende que el ideal estético del
acuerdo categórico con el ser es un mundo en el que la mierda es negada y todos
se comportan como si no existiese. Este ideal estético se llama kitsch”.
Kitsch
es la tendencia predominante de todos los que dictan y rigen en el planeta, lo
vemos de manera concreta, por ejemplo, en Macri, presidente de Argentina, con
sus falacias y torpezas inocultables, en intento de transmitir “algo”, en sus
vacuos y banales “discursos”, “volando a lo chajá”, reprimiendo, violentando a
una comunidad, ya de por si temerosa y avara de sus placeres, que soporta lo
insoportable en nombre de ningún sentido.
Pareciera
que dichos modos se asimilan a maneras y modos de una comunidad que marcha
inexorablemente a la degradación del lenguaje, sin mediar metáforas de “paños
fríos” que se utilizan dentro de un marco de compulsión intencionada, que se
proyecta sobre una dimensión espectacular: el sentido de pertenencia, ausente,
a una comunidad que sin dudas ha perdido el sentido de la relación y el
diálogo.
Meditando
en armonía, manifiesto sin dudarlo, que la negación absoluta de la mierda
deviene en el “kitsch”, vivimos en una comunidad kitsch, un vacío perfecto,
negadora de toda la mierda de la que estamos compuestos, cual especie orgánica
somos deshechos biodegradables, mierdas perfectas, mal que le pese a quién le
pese.
Hacemos
metafóricamente mierda lo que encontramos, en concreto, nosotros somos una
perfecta mierda, como prefieran, concreta y de la densidad que se desee, acorde
a nuestra nutrición, o a lo que comemos en el día a día… tener deposiciones
inteligentes, nos da la posibilidad, de reciclarnos en mierda puramente genial,
absolutamente orgánica… sólo para ecologistas, los verdaderos brindarán, los
advenedizos, sólo mirarán para otro costado y se taparan la nariz, y luego
abundaré sobre la historia del papel higiénico, ese recuerdo de árbol que es un
rollo de papel higiénico, no hablo de los del inicio, con astillas, duro ¿no?,
y de afianzarse, daremos el paso al futuro, en sentimiento y conocimiento de
ser sólo mierdas degradables, reciclables, realmente ecológicos, auténticos
soretes, de serlo y saberlo, nos elevaremos sobre 50 siglos de farsa, nada
mejor que comenzar desde el inicio, creo ayuda a que caigan máscaras. Todo en
la vida, hoy, es sangre, mierda, baba y espuma, quien no lo sienta así, le
bastará aguardar unos años y ver de frente el final, en un instante un alud de
imágenes le vendrán y dirá, ¡mierda, qué simple era todo!
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