POR EDUARDO SANGUINETTI
,
FILÓSOFO
Soy
de aquellos para los que la verdad es la vida, de aquellos que han elegido
permanecer fiel a sí mismos contra viento y marea, dispuestos a resistir las
acciones de los especuladores lobistas del sionismo, del Opus Dei y otros
ismos, que accionan en todo el planeta y sobre todo en esta región.
Revelar,
comunicando la inmundicia en que se debate una humanidad infantilizada,
domesticada, que soporta lo insoportable, en nombre de ningún sentido, una
humanidad, que ha dejado de ser destino… en mi poético y patético exilio
interior, denuncio la pudibunda burguesía neoliberal “new age” camuflada tras
la hipocresía de un humanitarismo ‘prudente’, propio a desviar las miradas de
la ignominia cotidiana, llevada a cabo por gobiernos obedientes al denominado
“Nuevo Orden Mundial”, donde todo es conformismo y conveniencia, finanzas y
especulación con la vida de miles de millones de seres, condenados a una
esclavitud de por vida.
Es
cierto, puedo molestar y mucho a la derecha fascista, camuflada de progresista
en su levedad y cobardía, en su petrificación y marcado grado de ignorancia
hacia todo lo que tiene de fantástica la aventura de vivir en libertad y
verdad… sin temor a ser irrecuperable para las derechas o izquierdas
mercenarias conservadoras, cuando ya no hay demasiado que conservar, salvo la
dignidad, me declaro insolvente de bienes materiales y de ser funcional a nada
que no lleve a ser autodeterminantes y valientes, en el tránsito por esta
existencia.
No
es casual que me silencie el poder y sus acólitos mediáticos, mercenarios
rentados por unos pesos o una sonrisa a tiempo… responde a un accionar propio
de cobardes, que han existido a lo largo de la historia, los que la hicieron y
eliminaron, dando espacio a lo que quizás jamás ha acontecido.
Los
caracteres de un hombre libre y los de sus escritos tienen una implacable
simetría, cuando de un hombre libre hablamos… y me pregunto, no está agotado el
lenguaje ante los actos de vida que ya no pueden ser relatados, ni leídos por
lectores espectrales o distraídos. Y ¿qué decir de los libros escritos por
encargo, de la obligación de crear frases y palabras que combinen con las
imágenes en 4D para que conformen un mundo apócrifo?… deviene preguntarse de
inmediato ¿Hay algo más inútil y con mayor pérdida de tiempo y de energía que
escribir una tesis universitaria?
Aunque
los grandes inspirados, jamás superados sean “historiadores”, los nombres de
Shakespeare, Chateaubriand o Michelet revelan dimensiones poéticas que solo
ellos pueden recrear. Y la Historia siempre maquillada -porque se representa en
un tiempo muerto, y siempre moral- ¿no merece acaso, esa liberación de los
hombres y su devenir en su implacable teatro en “un reino de frenesí de verdad
y alegría, en que la humanidad toda, desee liberación y la liberación abrace a
la humanidad?
Entonces,
sin dudarlo, afirmo que “nuestra señora realidad”, virgen y prostituta, natural
y artificial, material e inmaterial, encarna los sueños clásico-modernos de
explotación, servidumbre, genocidio, en sus formas más perversas y pervertidas,
las más sórdidas y peligrosas.
¿Qué
hacemos los que ya no soportamos tanto asesinato, genocidio y caos en el
planeta? ¿Qué hacemos los que sabemos que en el día a día se cometen atrocidades
de todo tipo que no toman estado público?, pues la complicidad de los medios
económico corporativistas no admiten nada fuera del marco de la noticia de
farándula o alguna causa aislada, que no amerite movilizaciones y denuncias a
los gobiernos, artífices de todo lo que tiene de bestial el diario oficio de
permanecer en esta tierra.
¿Hasta
cuándo tanto asesinato por mercadeo de esclavos, narcotráfico, degradación del
medio ambiente, financiamiento de guerras, genocidios filmados y visualizados
por una audiencia escatológica conformada por los habitantes de las más
diversas naciones y demás constipaciones?
Asistimos
en nuestros días a la despersonalización de la política. Los políticos son
reemplazados rápidamente por los tecnócratas al estar la política subordinada a
la economía. Y los tecnócratas, esto es, los políticos procedimentales, no
tienen pasado en el campo de lo político. Al menos el político tradicional
tenía que dar a su clientela política alguna explicación de sus actos, el
tecnócrata no da razones, sólo beneficios a quien le paga.
Los
grandes actos de corrupción, son llevados a cabo por tecnócratas que asesoran a
los políticos procedimentales. Para el neoliberalismo procedimental no tiene
importancia la inclusión de las mayorías en el mercado de trabajo ni de
consumo. Su lógica es la de la exclusión y así, descarta mano de obra y mayores
de consumidores.
No
le interesa generar mayores fuentes de trabajo -que siempre traen problemas y
costos- sino, concentrar dinero en menor número de consumidores, que compensan
con sus abultadas compras el mayor número de clientes, antes buscados… la
solución, sería crear un nuevo sistema de “Síntesis Minimalista”, donde el
consumo devenga en lo básico e indispensable para todos… el tan ansiado giro de
180º.
En
la democracia procedimental de nuestros días esta lógica de la exclusión
funciona concentrando el poder político y económico en muy pocas manos.
El
mundo en el que pretendemos vivir no es otra cosa sino egoísmo, avidez,
intemperancia, dilación, psicopatías, grandes expectativas de fama y éxito
devenidas en prostitución y delito perpetrado por “los peores”.
En
todas las circunstancias, el gobierno no es, a lo sumo, más que un mal
necesario y, en el peor de los casos, intolerable.
Las
transformaciones de toda índole que son ahora precisas y urgentes no serán
cosecha de los grandes poderes sino de las semillas sembradas una a una, día a
día, por los ciudadanos que se dan cuenta, por fin, de que ahora sí, el destino
está en sus manos. Cada amanecer es ocasión personal para un nuevo comienzo…
En
el preámbulo de la Carta de la Tierra se lee: “Estamos en un momento crítico de
la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro…”. Así empieza. Y así
termina: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un
llamamiento a buscar un nuevo comienzo”. La Carta de la Tierra se basa en el
respeto y cuidado de la comunidad de la vida; en la integridad; en la justicia
social y económica; en la democracia, no violencia y paz y, al final, señala los
pasos más importantes del camino hacia adelante.
Puede
ser uno de los documentos esenciales para inspirar acciones concretas que
permitan este nuevo comienzo. Este nuevo principio, en el que todos los seres
humanos sean “libres y responsables”. La comunidad intelectual, científica,
académica, artística, cualquiera con ideas, decencia, corazón y coraje… debe
incorporarse y situarse, como se ha indicado, en la vanguardia de la
movilización popular. Por primera vez es posible inventar, entre todos, el futuro.
Juntos podemos iluminar los caminos del mañana. Como se dice en el Popol Vuh
maya: “Que todos se levanten, que nadie se quede atrás”… o, ¿no hay más que
guerra en el corazón de los hombres?
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