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domingo, 12 de marzo de 2017

ELLAS.CAPÍTULO 2



ELLAS.CAPÍTULO 2(NARRATIVA)
DUNIA SÁNCHEZ

Me he ido. Sí, y qué. Qué le importará a ella. Me observa en la lejanía desde la venta donde fue nuestro hogar…nuestro hogar, ja. Me consideraba sincero, honesto, benevolente con ella. Pero no sé lo que ha pasado. De espaldas a mi ha estado esta mañana pronunciando lo que no se atrevía, lo que guardaba hace años ¡márchate¡ Vete de aquí esto no es el bajo techo donde las hogueras de amor chispeaban. La mentira la azuzado todo estos años, todas esas estaciones donde la algidez de nuestros labios se empapaban de un querer afortunado ¡Qué tonto fui¡ Miro atrás, ella ahí. Sonrío y disimulo mi angustia en una margarita que arranco de un jardín.  Llueve, alargamiento de la agonía en paralela proposición de la despedida. Pero quien será, quien será que le despierta tanto entusiasmo, esa sonrisa cohibida ante mí. Sí, ante mí. Por qué no era por mí. Tirito. No ha llovido fuerte pero la humedad me cala hasta los huesos. Yo sigo, me voy con mi entereza mojada, con un llanto infinito por aquella que tanto apreciaba. Para está asquerosa llovizna. Arrastro mi maleta con mismas ganas de vivir. La duda me envuelve…tal vez pueda regresar, recuperar aquello que fue y que entiendo ahora no era. ¡Dioses del universo¡ amparar mi locura del querer. No. No me puedo creer después de tanto tiempo solo. Estoy cansado, me siento en puentes colgantes bajo las batutas del desequilibrio. Un banco, me sentaré. Da igual el tiempo, el tiritar este amargo sabor. Me resisto a creer que todo ha acabado. Quiero dar fuerza a mi ser y dejarla ser feliz con aquel, con aquella…no sé…me encuentro confuso. Las ideas brotas disparatadas,  con una celeridad agresiva, descomunal. Respirar hondo. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro. Llueve otra vez, una lluvia intermitente ante un cielo oscuro como oscuro son mis pasos perdidos por esta calle. Dejaré desvanecerme de frío, del gélido aliento del invierno. Si, invierno duro y cruel ¡Muerte¡ Miro a la muerte como si mirara ella, como si sus caricias fueran navajas afiladas absorbiendo todo lo que hay en mi ¡Muerte¡ Ojos alocados me inspiran la huída. Sí…sí, acantilados por donde mi vuelo rasgará toda la pena. No…no. No herirla. No asesinarla. Tengo que levantar, ser vertical  pisada que se evade, que se ausenta de todo lo que era ella. Llorar, no más. Tendré que reiniciar mi vida , tendré que expandirme como gas en una atmósfera distinta a la que estaba acostumbrado.  Me levanto, tiro la margarita. Mi pie aplasta la sensibilidad. La rabia se apodera de mí y no sé por qué corro y corro. Dejo la maleta, huele a ella. Llorar, no más.  Un círculo de vida nuevo. Me costará pero aprenderé. El sol es engendrado por las nubes. Me calmo y pienso

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