ELLAS.CAPÍTULO 2(NARRATIVA)
DUNIA
SÁNCHEZ
Me
he ido. Sí, y qué. Qué le importará a ella. Me observa en la lejanía desde la
venta donde fue nuestro hogar…nuestro hogar, ja. Me consideraba sincero,
honesto, benevolente con ella. Pero no sé lo que ha pasado. De espaldas a mi ha
estado esta mañana pronunciando lo que no se atrevía, lo que guardaba hace años
¡márchate¡ Vete de aquí esto no es el bajo techo donde las hogueras de amor
chispeaban. La mentira la azuzado todo estos años, todas esas estaciones donde
la algidez de nuestros labios se empapaban de un querer afortunado ¡Qué tonto
fui¡ Miro atrás, ella ahí. Sonrío y disimulo mi angustia en una margarita que
arranco de un jardín. Llueve,
alargamiento de la agonía en paralela proposición de la despedida. Pero quien
será, quien será que le despierta tanto entusiasmo, esa sonrisa cohibida ante
mí. Sí, ante mí. Por qué no era por mí. Tirito. No ha llovido fuerte pero la
humedad me cala hasta los huesos. Yo sigo, me voy con mi entereza mojada, con
un llanto infinito por aquella que tanto apreciaba. Para está asquerosa
llovizna. Arrastro mi maleta con mismas ganas de vivir. La duda me envuelve…tal
vez pueda regresar, recuperar aquello que fue y que entiendo ahora no era.
¡Dioses del universo¡ amparar mi locura del querer. No. No me puedo creer
después de tanto tiempo solo. Estoy cansado, me siento en puentes colgantes
bajo las batutas del desequilibrio. Un banco, me sentaré. Da igual el tiempo,
el tiritar este amargo sabor. Me resisto a creer que todo ha acabado. Quiero
dar fuerza a mi ser y dejarla ser feliz con aquel, con aquella…no sé…me
encuentro confuso. Las ideas brotas disparatadas, con una celeridad agresiva, descomunal. Respirar
hondo. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro. Llueve otra vez, una lluvia
intermitente ante un cielo oscuro como oscuro son mis pasos perdidos por esta
calle. Dejaré desvanecerme de frío, del gélido aliento del invierno. Si,
invierno duro y cruel ¡Muerte¡ Miro a la muerte como si mirara ella, como si
sus caricias fueran navajas afiladas absorbiendo todo lo que hay en mi ¡Muerte¡
Ojos alocados me inspiran la huída. Sí…sí, acantilados por donde mi vuelo
rasgará toda la pena. No…no. No herirla. No asesinarla. Tengo que levantar, ser
vertical pisada que se evade, que se
ausenta de todo lo que era ella. Llorar, no más. Tendré que reiniciar mi vida ,
tendré que expandirme como gas en una atmósfera distinta a la que estaba
acostumbrado. Me levanto, tiro la margarita.
Mi pie aplasta la sensibilidad. La rabia se apodera de mí y no sé por qué corro
y corro. Dejo la maleta, huele a ella. Llorar, no más. Un círculo de vida nuevo. Me costará pero
aprenderé. El sol es engendrado por las nubes. Me calmo y pienso
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