LA DESINFORMACIÓN Y MANIPULACIÓN DE LOS MEDIOS SOBRE VISTALEGRE
VICENÇ NAVARRO
Autor del libro ‘Ataque a la
democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante’
Este fin de
semana he estado en la II Asamblea Ciudadana de Podemos en Vistalegre y he
podido ver desde el primer minuto hasta el último lo que estaba ocurriendo.
Creo conocer bien, pues, lo que ha pasado allí y que coincide muy poco con lo
que he estado leyendo en la prensa, oyendo en la radio o viendo en la
televisión sobre Vistalegre durante este fin de semana (y en días anteriores).
Claramente ha habido estos días dos Vistalegres: el real (lo que ocurrió en
Vistalegre) y el mediático, es decir, el Vistalegre que los medios (que se
autodefinen como de información) intentaron presentar con una abundante
manipulación, escasa veracidad y gran hostilidad hacia Podemos. Una vez más, es
fácil de ver que uno de los mayores problemas que tiene la muy limitada
democracia española es la falta de libertad de prensa, con una escasísima diversidad
ideológica y con una ausencia de medios progresistas que puedan mostrar y
denunciar su enorme sesgo derechista. En lugar de medios de información, lo son
de persuasión y propaganda. Veamos los datos, y primero hablemos del Vistalegre
real.
Qué ocurrió en
el Vistalegre real
En Vistalegre
vi un gran debate que se inició ya hace varias semanas sobre temas esenciales
para el país, tales como la estrategia para alcanzar un país más justo, más
democrático, más solidario y más plurinacional. Una fuerza política que no
existía hace solo tres años se había convertido en la segunda fuerza del país
(en alianza con IU), convirtiéndose en la oposición real a la coalición
PP-PSOE-Ciudadanos, comprometidos estos últimos en continuar las políticas que
se han estado imponiendo a la población española sin que hubiera un mandato
para ello. Tales políticas –reformas laborales encaminadas a reducir los
salarios y la protección social del mundo del trabajo, y recortes del gasto
público social destinados a reducir y debilitar los servicios (como sanidad,
educación, vivienda social, servicios sociales, escuelas de infancia, servicios
domiciliarios a personas con dependencia, prevención de la pobreza y exclusión
social, entre otros) y de las transferencias del Estado del Bienestar (como
pensiones)- han tenido un impacto sumamente negativo en la calidad de vida y
bienestar social de las clases populares. Los datos que documentan esta
realidad son claros y convincentes. No es sorprendente, pues, que estas clases
hayan canalizado su enfado y frustración a través de nuevas fuerzas políticas a
lo largo del territorio español, dentro de las cuales Podemos y su aliado, IU,
junto con las confluencias como En Comú Podem, En Marea, Compromís y otros han
sido las más importantes.
Y es de gran
importancia e interés observar que, mientras este rechazo y enfado hacia el
establishment (es decir, la estructura de poder político) se ha canalizado a
través de partidos políticos de extrema derecha en países como EEUU (Trump) y
Francia (Le Pen), en España han sido partidos claramente progresistas,
enraizados en las izquierdas, los que han sabido oír y verbalizar dicha
protesta y rechazo, y responder con propuestas auténticamente transformadoras
cuya aplicación significaría predeciblemente una amenaza para tales
establishments políticos y los intereses financieros y económicos que
representan. El empuje de estos movimientos ha significado un tsunami político
que se está expandiendo a nivel no solo central, sino también autonómico y
municipal. Y todo ello ha ocurrido en un periodo de tiempo extraordinariamente
corto.
La importancia
de Vistalegre II
No es, por lo
tanto, de extrañar que en un movimiento político-social que ha crecido de una
manera tan rápida haya tenido que ir resolviendo problemas surgidos como
consecuencia de su limitada experiencia y de la enormidad de la labor a
realizar. De ahí la necesidad de los grandes debates sobre temas esenciales en
un partido como Podemos, que aparecieron en los documentos que las tres
principales sensibilidades existentes dentro de Podemos presentaron en el
congreso, y que contenían sus propuestas de orientación política (de dónde
venimos y a dónde queremos ir), de forma organizativa, de planteamiento ético y
sus propuestas de cómo alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. La lectura
de cada uno de estos documentos era fundamental para entender tal movimiento
político-social y los debates en Vistalegre.
A lo largo de
mi larga vida en varios países y en más de un continente (como asesor y/o
participante en movimientos con vocación de servicio a las clases populares y
con intención transformadora), he participado en muchos congresos y he leído
muchos documentos congresuales, y puedo dar constancia (como economista y como
politólogo) que en Vistalegre cada uno de estos documentos reflejaba un elevado
grado de compromiso con el cambio, con una gran calidad de exposición y con una
feliz mezcla de idealismo con realismo. Y lo que es también importante de
resaltar es que los intensos debates que existieron entre las distintas
sensibilidades se realizaron con gran madurez y sin insultos. Estuve con mi
esposa todos lo dos días, sin ausentarme de Vistalegre ni un minuto, y pude
escuchar todas las presentaciones. Y puedo dar testimonio que no vi ningún
sarcasmo, ningún insulto y ningún síntoma de la famosa mala leche ibérica que
aparece con excesiva frecuencia en reuniones políticas de tal naturaleza. Y
ello ocurrió, repito, en pleno ejercicio de un debate intenso con claras
opiniones contrapuestas y con críticas muy fuertes hacia posturas contrarias.
En realidad, el deseo de encontrar puntos comunes y establecer un proyecto
unitario caracterizó a la asamblea, que transcurrió durante toda la reunión con
el claro objetivo, manifestado por la gran mayoría de los presentes de,
respetando la diversidad, reforzar la unidad.
Fue un placer
para mi esposa y para mí estar estos dos días con gente de todas partes de
España, de todas las clases sociales (con clara mayoría de clases populares), y
ver, entre otros miles de ejemplos de camaradería, a una trabajadora de
Coca-Cola, en huelga, fraternizar con un general del ejército, o a una
enfermera con un guarda civil, todos ellos en un proyecto común: transformar
profundamente este país. La única crítica que yo haría es que el excelente
sentido de fraternidad que se vivía no se reflejara con una cultura del canto,
desaprovechando la enorme gama de canciones populares de protesta, amor y
esperanza que existe en este país. Me encanta L’Estaca, que se cantó al final,
pero fue de las poquísimas que se cantaron. Espero que en Vistalegre III se
cante mucho más. Hasta aquí mi informe sobre Vistalegre sobre lo que vi. Pero
nada de esto apareció en lo que se presentó al público por parte de los grandes
medios.
El Vistalegre
de los medios
Este otro
Vistalegre, el que apareció en los grandes medios de información, fue muy
diferente. En primer lugar, no hubo ningún gran rotativo, o programa
radiofónico o de televisión, que presentara los documentos que se debatieron en
el congreso. Repito, ni uno. En su lugar, las simplificaciones que intentaban
resumir las diferencias alcanzaron niveles de auténtica frivolidad. En lugar de
analizar tales propuestas, prácticamente todos los medios continuaron
presentando el congreso de Vistalegre como la culminación del conflicto entre
dos dirigentes, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que terminaría con la expulsión
de uno de ellos de la dirección, o incluso de Podemos. Todos acentuaron la
inevitabilidad de la división y de la escisión, presentando el debate como una
mera lucha por el poder, asumiendo, además, que luchaban para conseguir el
sillón o los privilegios que conlleva el poder, concluyendo maliciosamente que
se comportaban como todos los dirigentes de los otros partidos. En esta
presentación llegaron a unos niveles de una enorme mezquindad, con ataques a
nivel personal. En realidad, la banalización de la presentación de tales
debates por los medios llegó a niveles absurdos, haciendo por ejemplo
referencia a datos extremadamente personales y claramente insultantes, como las
parejas y cambios de parejas, manipulaciones dignas de los Eduardo Indas de
este país. Nunca, sin embargo, presentaron los debates por lo que, en realidad,
eran: legítimas e importantes diferencias de estrategia en los necesarios cambios
que tiene que tener España.
Los medios de
información en España como medios de persuasión y de propaganda
No hay duda de
que el intento de tal reportaje sobre Vistalegre era debilitar o incluso
destruir a Podemos y a sus dirigentes. Esta mezquindad, manipulación y mentiras
de los medios son, por cierto, una constante que, por desgracia, las izquierdas
no denuncian. Honra a los dirigentes, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que se
excusaran por haber aireado sus diferencias en público, haciéndoles enormemente
vulnerables a ser utilizados por unos medios que tienen asignada la función de
destruirlos. Y así lo intentaron los medios, mintiendo a mansalva, presentando
estas diferencias como cuchilladas del uno al otro que llevarían al exterminio
del enemigo, significando la derrota y desaparición de uno a costa del otro.
Como dije antes, la escisión se presentaba como una situación inevitable
(cuando en realidad jamás tal posibilidad existió). Ejemplos de esta
presentación hay a montones. El País, que lideró esta mezquindad, publicó que
el conflicto se asemejaba a la lucha entre Stalin y Trotsky; El Periódico
(Iolanda Mármol) indicó que la asamblea comenzó “con el alma en vilo y el barro
hasta las rodillas”, presentando la lista de miembros del Consejo Ciudadano propuesta
por Iglesias como “una ‘camarilla’ que le tienen ‘secuestrado’”; La Vanguardia,
que profetizó el colapso de Podemos, presentó a Iglesias como un bolchevique
dispuesto a realizar purgas; y así un largo etcétera. Y no digamos ya de los
reportajes de la ultraderecha como La Razón, el ABC y otros. Fue una
obscenidad, una confusión en la que algunas voces de izquierda, por desgracia,
cayeron también. Tales voces criticaron, con razón, a Pablo Iglesias y a Íñigo
Errejón por discutir en público sus diferencias, pero no dijeron nada crítico
hacia los medios, que en realidad fueron los mayores responsables de crear esta
falsa imagen de escisión, con purgas incluidas. Repito que nunca hubo
posibilidad de escisión, y no va a haber ninguna purga de Errejón, tal como
maliciosamente se está interpretando el hecho de que Errejón deje de ser,
probablemente, secretario político, pues tal cargo no existe en ningún otro
partido, ya que tal responsabilidad recae en el secretario general. Dicho
nombramiento era una anomalía que tenía que corregirse, pues crea confusión.
Ahora bien, seguro que los medios continuarán hablando con la simplicidad que
han usado, sin ningún respeto a la veracidad.
Desde que me
reintegré hace ya bastantes años en la vida académica y política de este país,
he ido señalando, criticando y denunciando la falta de pluralidad en los medios
y su función propagandista. La cacareada libertad de prensa es la libertad de
sus dueños en los medios privados y de los partidos gobernantes en los medios
públicos que los instrumentalizan. Son todos ellos instrumentos al servicio del
poder, y todos ellos comparten su hostilidad hacia las fuerzas política que
consideran amenazantes para el poder que sostienen. Ello no es único de España,
pero es mucho más acentuado en este país, que tiene prácticamente una dictadura
mediática, algo bien demostrado en el hecho de que no ha habido ni un medio de
información que haya presentado de forma medianamente objetiva lo ocurrido en
Vistalegre.
La inmunidad de
los medios y de su corrupción
Esta dictadura
mediática tiene atemorizados a los dirigentes progresistas del país. Pocos
dirigentes políticos de izquierdas los denuncien. Aplaudo, por lo tanto, la
crítica que hizo Pablo Iglesias al programa de la SER de Pepa Bueno por las
manipulaciones, falta a la verdad y vetos de este programa (pueden escucharlo
en http://play.cadenaser.com/widget/audio/001RD010000004454179/), y a La Sexta
Noche por no solo mantener sino promover a periodistas de sistemática y
documentada manipulación y mentira, algunos de ellos cómplices con policías que
falsificaron documentos para destruir a Podemos. Refleja bien la inmunidad de
los medios y del Estado que los policías que falsificaron evidencias en contra
de Pablo Iglesias no hayan sido expedientados y continúen trabajando, y que el
periodista cómplice en la distribución de tales falsedades continúe en La Sexta
Noche. La inmunidad de la que goza este tipo de corrupción en España es
abrumadora y la población es consciente de esta labor de desinformación de los
medios de persuasión, lo cual refleja su escasa credibilidad y su baja
popularidad. Hoy criticar a los medios, pieza clave del establishment (que
existe en España u en otros países como en EEUU) financiero y económico, y a
sus instrumentos políticos, debe incluir también el rechazo a sus medios de
persuasión. Hay un silencio ensordecedor, basado en el miedo, que debe
romperse.
El popular
rechazo a los medios
Una figura política
que captó rápidamente esta realidad fue el candidato Trump, que en contra de lo
que los medios han presentado no tiene nada de payaso. Es una persona de una
enorme astucia política y con una enorme capacidad de conexión con las clases
populares. Consciente de la impopularidad de los medios entre la clase
trabajadora, hizo de su denuncia un punto central de su campaña. En realidad
fueron los propios medios, por extraño que parezca, los que habían promocionado
al principio de las primarias al candidato Trump, como manera de anular al
enemigo no. 1 del establishment estadounidense, el candidato socialista Bernie
Sanders, que fue el primero en denunciar el sesgo y manipulación de la mayoría
de dichos medios. Una vez anulado Sanders, Trump se les fue de las manos. Nada
menos que el director de la cadena CBS había dicho que Trump daba grandes
audiencias, lo que representaba unos grandes beneficios empresariales, aun
cuando era consciente de que sería un desastre para el país. Pero no fue Trump
el que inició o se caracterizó por su denuncia de los medios. Fueron las
izquierdas en EEUU las que documentaron la sistemática manipulación y sesgo de
la realidad por tales medios. Fue la campaña de Bernie Sanders, por ejemplo, la
que documentó las falsedades del Washington Post en su campaña de difamación de
su candidatura. El director de El País, Antonio Caño, que en su día como
corresponsal de tal rotativo en EEUU promocionó en sus artículos el partido de
ultraderecha Tea Party (que jugó más tarde un papel clave en el surgimiento de
Trump) (ver mi artículo El sesgo profundamente derechista de Antonio Caño, el
nuevo director de ‘El País’, Público, 24.02.14), y que definió a Podemos como
la fuerza política hermana de Trump (ver mi artículo Por qué apoyo a Pablo Iglesias,
a Podemos y a Unidos Podemos, Público, 09.02.17), intentó presentar el
justificado enfado de Podemos hacia El País como una muestra de pertenecer a la
misma familia política que Trump, que critica a los medios. En realidad, la
mayoría de partidos que rechazan a los establishments financieros y económicos,
y a sus instrumentos políticos, también rechazan a sus medios de propaganda y
desinformación, como ha sido El País y otros medios en su cobertura de Podemos.
Sé que es
costumbre añadir en esta crítica a los medios la frase estándar de que hay
muchos buenos profesionales trabajando en ellos, lo cual es cierto, pero es
frustrante su silencio, repito, ensordecedor sobre lo que sus diarios están
haciendo al servicio del poder. De ahí que considere que es poco creíble, por
ejemplo, la crítica de Iñaki Gabilondo (persona que goza de gran respeto en
entornos progresistas) a Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, y en cambio no diga
nada de la campaña de los medios en los que trabaja, tales como El País y la
Cadena SER, en contra de Podemos, contribuyendo a la inmunidad de la que gozan
tales medios, que es sumamente dañina para la democracia española. Seguro que
son conscientes de ello.
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