POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Meryl Streep,
en la densa y rutinaria “Gala de los Globos de Oro”, recibió días pasados, el
premio honorífico Cecil B. De Mille por toda su carrera… al momento de
agradecer, lanzó un impecable discurso a favor de la diferencia y de la prensa.
Discurso dirigido, aún sin mencionarlo, al presidente electo Donald Trump.
Discurso
políticamente correcto, el de esta gran actriz, multifacética, sin dudarlo,
prolífica y talentosa; lástima que no hizo extensivo su discurso al sistema
neoliberal, excluyente, discriminador, genocida y sionista, como también al
siniestro Hollywood, una de las usinas de la inteligencia yanky.
También pudo
hacer extensivas sus palabras, tan sentidas, a las guerras neocoloniales que
lleva a cabo Estados Unidos en las más diversas regiones del planeta; a las
27.000 bombas caídas en Siria, Irak, etc… durante el gobierno del Premio Nobel
de la Paz: Barack Obama; a la adhesión de Hillary Clinton a invadir Libia y el
genocidio devenido en astutos mecanismos de espionaje que Julian Assange en WikiLeaks
deja al desnudo, así como a las corrupciones y estafas del poder junto con los
negociados de corporaciones mediáticas que entregan fábulas de lo que jamás ha
acontecido… Ah! Y a la cárcel de Guantánamo y a los terroristas instalados en
la atroz guerra de Siria y demás atrocidades.
Las
multinacionales dominan el mundo. No sé si son las sombras o las imágenes las
que nos ocultan la realidad. Podemos discutir sobre el tema infinitamente, lo
cierto es que hemos perdido capacidad crítica para analizar lo que pasa en el
mundo… la expresión del actor Viggo Mortensen, de Mel Gibson y de otros
presentes en dicha ceremonia que no aplaudieron. Artistas talentosos, con un
modo de ser muy claro y sin condicionamientos, como los demuestran sus
trayectorias y una filosofía de vida humanista, no dudo que hubieran denunciado
al sistema todo, una apología de Hollywood es una desmesura, a pesar de los tan
gratos momentos que nos han dado en nuestra vida. Insisto, el sistema está en
jaque y no por Trump, que es la “cola de lagartija”, no llegó al poder por
nada, sin apoyo de toda la prensa yanky habría que cuestionar al sistema. ¿Qué
ocurrió? ¿Qué ocurre en Argentina? ¿Qué acontece en el mundo?
Todos los días
desaparecen especies animales y vegetales, idiomas, oficios. Los ricos son cada
vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Cada día hay una minoría que
sabe más y una mayoría que sabe menos. La ignorancia se expande de forma
aterradora.
EEUU se replica
en actitudes atroces y canallescas a lo largo de su historia, con presidentes
de todo tipo y color, apuntalado por corporaciones mediáticas que justifican lo
injustificable.
“Todos los que
estamos en esta sala pertenecemos a dos de los sectores más vilipendiados,
extranjeros y prensa”, comenzó su disertación Meryl Streep. Ensalzó el
cosmopolitismo del cine, repasando rápidamente a algunos de los actores que han
nacido fuera de Estados Unidos. A lo que agregó que Hollywood “está lleno de
extranjeros, de forasteros”.
Streep también
abogó por la necesidad de un periodismo fuerte e independiente: “Necesitamos
que la prensa defienda y saque a la luz todas las historias, que hagan que los
poderosos respondan por sus actos. Todos tenemos que apoyar a nuestros
periodistas porque los vamos a necesitar”… sin dudas, nadie puede disentir con
lo que ha manifestado esta actriz estupenda, pero me pregunto ¿por qué no lanzó
estas palabras en gobiernos de Bush, Clinton, Obama, cuando la prensa fue
cómplice de las atrocidades cometidas por esos gobiernos, elegidos por el
pueblo de dicha nación? ¿Recién cae en la cuenta del peligro de la
desinformación a la que estamos expuestos, nosotros ciudadanos sin pantalla y
sin libertad de expresión en las macrocorporaciones de medios al servicio del
gobierno de turno?
Meryl Streep
tiene idea de la eficacia escatológica de las imágenes que día a día presentan
los medios audiovisuales, de accidentes ‘anunciados’, homicidios a repetición,
violaciones en serie, genocidios amparados por organismos disfuncionales, que
con frases torpes y simuladas de funcionarios y periodistas intentan decir
“algo” acerca de los luctuosos sucesos que se proyectan sin cesar de las
imágenes del desastre del día.
A mi entender,
la información debe ejercerse desde la dialéctica, acompañada de la imagen de
quien la ejerce en discurso, en contenido, y esta debe estar sujeta a un
monitoreo que pueda ser clasificable en términos de veracidad, falsedad,
credibilidad, precisión etc., pero debe evaluarse. Al informar, no lo dudo,
debemos decir algo y a la vez evaluar lo que decimos.
Frente a esta
situación de bajas defensas para pueblos enajenados en lo referente a “lo
político”, a “lo social”, a “lo cultural”, hago responsables a los medios de
comunicación y a quienes los dirigen desde la esfera privada y pública de
sub-informar a sus espectadores incautos, con información patéticamente
idéntica en su tratamiento, caminando el sendero de discriminación aberrante al
conocimiento y a la inteligencia, ocultando información de cables de noticias
que no son ofrecidas a una platea anestesiada. Por supuesto, deviene de lo
manifestado que dicha discriminación recae sobre quienes están dotados de estas
cualidades.
No hay dudas de
que “la coartada de la democracia” en el cosmos consumista es una lógica
cultural demasiado manifiesta en una comunidad materialista, similar a los
candidatos en oferta de “liquidación”, que hacen pasar el consumo de objetos
innecesarios, por una ‘función social democrática’ indispensable para seguir
viviendo en este mundo.
La formación de
la opinión pública debe ser mejorada de inmediato, mi condición de ser que
transita esta existencia lo exige… y utilizando esa misma “tekné”. Padres,
centros de educación y periodismo valiente y capaz -hoy en fuga- deben
rediseñar su camino en resistencia a la estupidez reinante y la impunidad
instalada en lo referente a los ilícitos perpetrados por el poder y que llevan
un estado de caos en el que el pueblo es víctima y cómplice pasivo de un tiempo
en que la simulación y la mentira los llevaron por consiguiente a una moral de
esclavos.
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