SENTADA...
DUNIA
SÁNCHEZ
Sentada. Oscuros ojos de la noche dan a luz a mi mirada. Pero no
ves. Permaneces ahí sentada frente a la ventana abierta. Tiemblas. Hojas de
otoño resbalan por las calles en su mutismo. Te hablo y te hablo. No respondes.
Sentada y tus sueños de papel en blanco. Ya no recuerdas yo, sin embargo, te
puedo ir mencionando uno por uno. Porque te has ido. La memoria rayada comienza
un viaje donde yo no puedo llegar, donde tú solo atisba alguna sombra del ayer.
El reloj con su tic-tac
no cesa. Quisiera detener este tiempo acechante y disolverlo en las mareas
remotas del pasado. Me siento envejecer. Ya no soy la misma de antes. Mi
memoria se entorpece y mi corazón se apaga con sutil aliento del viento ¡Deja
de mirarme¡ Sí, callada. Estoy callada porque ya no puedo elaborar las palabras
que tanto quisiera. Te quiero. Pero cierto apagón de mis sentidos me detiene en
este instante, en todos los instantes venideros degradándome en el adiós. Ahí,
ese reloj ¡Páralo ya¡ Que se detenga y me deje este momento en que aun puedo
reconocerte.
No sé he ido a comprar el periódico por si querías leerlo. Son
horas de levantar, también he traído un par de revistas de las que te gustan.
Estás ahí, sentada como te deje ¿No sientes frío? Las temperaturas han
descendido y es probable que copos de metal aterricen en esta jornada sobre los
arboles que ves. No se oye nada, ni el canturreo de un mirlo, de un canario
ante la calma enfermiza que existe en estos momentos. Espero que no te halles
olvidado de mí. Hoy es 10 de diciembre ya queda poca para el 25, las navidades
se nos echan encima mujer y tu ahí. Sí, mirando a través de la ventana,
estática, ida ¡Reconóceme por favor¡ ¡Tiéndeme la mano¡ No oyes. Te apartas de
esta vida poco a poco a un mundo desconocido por mí, extraño, abordado por las
dudas crecientes en mi corazón, en mi razón.
¡Dolor¡ Siento dolor. Se me olvidan las cosas, hasta la más
simple. No sabía que andabas aquí. Me creía sola. Sola y mi mente desnutrida,
corroída por los balanceos de los años. ¡Herida¡ Quisiera fallecer. Sí, ser
estampa de la muerte antes de hacerte daño. Me traes el periódico, revistas y
para qué me pregunto, ya no puedo articular palabra, ya no puedo comprender
cada letra que ahí se dibuja. No te das cuenta ¡Qué viejo estamos¡ Ya no más
seré la que era. Aquí me quedaré hasta ser sepultura, hasta ser vencida por la
tumba. No llores querido mío, no me mires. Cómo decirte…imposible, no puedo
hablar. Ya no hay fuerzas para lanzar la más nimia palabra para que te des
cuenta. Solo soy desmemoria, poco a poco me voy. Aun así quiero que disfrutes
¡vive¡ No, no recuerdo tu olor, se me va.
Aquí estoy. No te dejaré. Retorcido destino. Aun la belleza se
refleja en tu rostro, en tus ojos fijos en un horizonte que yo puedo penetrar.
Tu no solo olvidas, todos olvidamos que somos olvido. Me dejas que cierre la
ventana…no quiero que te enfríes. Puedes seguir mirando por los cristales.
Ahora leeré el periódico y estas revistas en voz alta. Quizás, tal vez te vires y me mires.
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