EL GALGO DE LUCAS
· POR LORENZO SORIANO
Estaba Lucas
obsesionado con la cacería de conejillos y perdices. Esperaba ansioso la
llegada del alzamiento de la veda para penetrar en los procelosos amaneceres de
los andurriales de su pueblo del norte de Gran Canaria. Temisas, Tejeda,
Tirajana. Si todos con T, como Tolentino y Tentiniguada, Tarajalejo y
Tiscamanita, estos en Fuerteventura, también gran zona de cacería. El, al
contrario de esos cazadores patéticos, que salen a beber rones a los
“Güachinches”, mas destartalados, donde el rustico tendero, les recibe con el
famoso paño verdegris, con el que hace una revoltura de grasa, polvo, tierra y
lo que ese manotazo pille y te la siembra en la mesa de antiguo railite
descacarillado con tubo que fue niquelado y ahora rezuma herrumbre por todos
lados, dejando unos reflejos de arcoiris como el gasoil en el estanque. Digo,
esos patéticos, que dejan a sus perros al cabo de morirse de hambre para que
cacen mejor, pero luego los mete en esa jaulilla de la que tira el Patrol
desvencijado, donde caben 4 y van 16, y se quedan al sol hermoso pero mortal de
la Isla Tamaran, que penetra tras traspasar la hojalata duplicando su capacidad
calorífica.
Y que luego con el
pedal, que ¿dónde la pasma guindalera?, pasean por los caminos hasta que se
lanzan donde puedan destrozar una viña, sembrado o canal de agua. Y si el
perrito no caza, lo abandonan para que Rita, si, la Cantaora, lo recoja o lo
atropelle una principiante, organizando de paso un cifostio importante.
Pues no, Lucas tenia al
galgo gordito. Bueno no es que un galgo sea gordito, ni esté pesado, pues su
tarea se estropea, se resiente y renquea, pero, ñosss, que lindo con su pelaje
corto, canelillo claro, “cafileche” mas leche que cafí, rodeado de patas,
hocico y cuello blancuzquillos, pardosos, y algun lunar grande chocolaton y...
diriase un antifaz de dos tonos de cacao en los areolos de los ojos.
El dia de marras, Lucas
se levanto a las cuatro. AM, claro, que no es la onda media sino ante
meridiano, de madrugada pues, como los despabilados lectores sabran. Soñaba con
el Conejillo de la madriguera del Lomo Blanco, que entre tres pitas , dos
tuneras, una ahulaga (Julaga usté), grande y algunas tabaibas de leche chiclét,
se le habia perdido de vista todas las tardes que iba a acecharlo. ¿Seria una
camada, o ya estaria solitario?.A el le parecia el mismo siempre.
Y palla fue.Sin
escopeta, solo una puntilla llevaba, con un zurrón con gofio, una cebolla y una
cantimplorita de las de aluminio abolladita toda, llena de agua con una gota de
Anis del Mono.
Vemeria, que frío en la
cumbre, que oscuro, que cielo estremecedor, lleno de historias mitológicas
grabadas alla arriba. El galguillo, llamado Canelo, correteaba unos metros
delante de el, y a veces, solo lo oia resoplar, y después de una hora de
caminar, lo llamó para que no espantara a la caceria.
Cuando diviso el
burejo, se puso contra el viento, se agacho encuclillado y ordeno a Canelo que
se quedase muy quieto. Eichieete coiñiio. Es decir – échate coño- en canarión
veldadero. Eran picando las cinco y media.
Pasaron los minutos,
los cuartosdiora, los trescuartosdiora y asi hasta mas de las 7, momento en que
medio dormilado, Lucas ve asomar el hociquillo del conejito, que con ese
movimiento de narices tan peculiar otea el horizonte y sale empingao montecillo
arriba. Lucas se vira pal perro, le dice chillando- Haylo canelo, Haylo-, y en
ese momento se da cuenta que lo que parecia una postura de saltar a por el
roedor, no era tal, sino otra mas indecente, pero necesaria, imprescindible a
veces, de desahogar la tripa del apretón mañanero. Mucha comida pa un galgo, ni
tanto ni tan calvo.
Pues si queridos
lectores, para hacerles el cuento corto, aunque ya ven lo que me he
alargado,por mor a endetallarles el relato, al galgo de Lucas, lo cogió el
conejo cagando.
No saquen conclusiones
ni parecidos, que no sean mas que de su calenturienta imaginación.
Salud
A petición de mi amigo
JIRP
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