MARIANO DESCANSA
DE SÍ MISMO
DAVID TORRES
Mariano ha ido el fin de semana a descansar a su tierra,
Pontevedra. Lógico puesto que estos últimos días el hombre no ha parado quieto,
una frase hecha que con él se convierte en una definición. Parecía un robot de
cocina: con la mano derecha saludaba a Albert Rivera mientras con la mano
izquierda intentaba batir la mahonesa independentista. Sucede, no obstante, que
eso de la mano izquierda nunca se le ha dado muy bien, ni siquiera con la mano
derecha. Eso sí, hacer, lo que se dice hacer, salvo el muerto, no ha hecho
mucho.
Al contrario de lo que piensa el común de los mortales, no hacer
nada es una de las cosas más fatigosas que existen. Cuanto menos curras, menos
ganas de currar: he ahí uno de los principios básicos de la cultura del ocio.
Recuerdo un amigo de los tiempos del colegio que un día decidió batir su propia
marca de holgazanería: se despertó un sábado a las once de la mañana, se tumbó
en el sofá delante del televisor y se zampó la programación entera, desde los
dibujos animados hasta la carta de ajuste. El lunes, en el recreo, nos confesó
que fue agotador: necesitó todo el domingo para recuperarse. No es muy distinto
a la estrategia política de Mariano, que va a requerir una segunda legislatura
para resarcirse del cansancio de la primera.
La catatonía del presidente destaca incluso en el ecosistema
político español, donde la pereza es la ley del más fuerte. Entre el absentismo
laboral y las competiciones de Candy Crush, hay semanas donde el hemiciclo podría
pasar por un reactor de Chernobyl, si no fuese porque últimamente en Chernobyl
están fomentando el turismo de aventura. Hasta la bancada de Podemos se ha
contagiado del estado de hibernación general en plena canícula: no han
presentado una sola iniciativa en más de dos semanas ni tampoco están
moviéndose mucho de cara a una posible investidura. Quizá hayan comprendido que
con Pdr Snchz no hay mucha tela que cortar o que il dolce far niente
presidencial resulta la mejor estrategia posible.
El pasado sábado, muy temprano, Mariano salió a pasear con su
habitual trote cochinero por la Ruta da Pedra e Da Agua, entre Ribadumia y
Meis. Le acompañaba su amigo José Benito Suarez, el marido de Ana Pastor, y no
lo acompañaban más prebostes del PP porque los podían haber tomado por la Santa
Compaña. Esa andadura lenta pero cansina, penosa aunque ineficaz, es toda la
rapidez que precisa Mariano para sacar ventaja a unos rivales que empezaron la
carrera electoral en diciembre con una explosión y la están terminando en
agosto marcha atrás. Sus detractores siguen echándole en cara que continúe
aferrado a la teoría marianocéntrica, es decir, un Mariano inmóvil en el centro
del PP, del gobierno y de la política, mientras los demás asteroides giran en
torno a su barba. A veces parecía que José Benito Suarez giraba alrededor de
Mariano mientras que Mariano giraba alrededor de sí mismo. Eppur si muove.
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