HISTORIA DE UN CAPULLO CONTADA
POR ÉL MISMO
POR RAFAEL CALERO PALMA
Félix de Azúa es el autor
de un libro que leí cuando estudiaba (me obligaron, que conste). Ese libro se
titula “Historia de un idiota contada por él mismo”. Ahora podría escribir la
segunda parte: “Historia de un capullo contada por él mismo”.
Félix
de Azúa no tiene en alta estima a las pescaderas. Ni tampoco a Ada Colau, la
alcaldesa de Barcelona. O al menos esa es la conclusión a la que uno llega
después de leer las declaraciones que Félix de Azúa ha hecho a la revista
Tiempo. “Debería estar sirviendo en un puesto de pescado”, ha dicho el escritor
a propósito de la Alcaldesa de Barcelona. Como si servir en un puesto de
pescado lo invalidara a uno, o a una, en este caso, para poder ser alcaldesa. O
peor aún, como si servir en un puesto de pescado fuese la prueba irrefutable de
que uno es idiota.
Por
si no lo sabías, Félix de Azúa es académico de la Real Academia Española de la
Lengua. Me lo imagino allí, sentado con otros colegas, bebiendo té, todos ellos
tan bien vestidos, tan bien peinados, y haciendo chistes clasistas sobre
pescaderas. “Mario, ¿sabes el de la pescadera que quería leer el Quijote…?” Y
partiéndose la polla de la risa, allí, todos los académicos tan circunspectos,
tan listos, tan de derechas, tan inútiles, limpiando, fijando y dando
esplendor.
Félix
de Azúa tiene todo el derecho del mundo a que no le guste Ada Colau. Por
supuesto. Y a decirlo. Pero de ahí a pensar que las personas que atienden un
puesto de pescado son tontas, hay un gran trecho. Se ve que Félix de Azúa no va
a comprar pescado. O no lo come nunca, o tiene alguien que lo compra por él. Me
inclino por la segunda opción. Es lo que tiene no relacionarse con el pueblo
llano, que uno acaba por creer que todos somos tontos. A este señor no le
vendría nada mal salir de vez en cuando de la sede de la RAE, ir al mercado, a
las oficinas del paro, a los parques y hablar con la gente. Vería que está en
un gran error. Vería que hay pescaderas que son más listas que los ratones
coloraos. De la misma manera que hay ministros, consejeros, embajadores e
incluso reyes y reinas que son tontos del culo, los pobrecitos, qué le vamos a
hacer. De esos hemos visto muchos en España. Y seguro que hasta Félix de Azúa
sabe reconocerlos.
Estoy
absolutamente convencido de que Félix de Azúa en el fondo no piensa que Ada
Colau sea tonta. Hasta Félix de Azúa sabe que Ada Colau es más lista que el
copón. Porque de lo contrario, no habría llegado a ser la alcaldesa de la
segunda ciudad más importante de este país y una de las más importantes de
Europa. Y ni siquiera es jueza. Lo que le pasa a Félix de Azúa es que le jode
que esta mujer sea la alcaldesa. Le pasa a mucha gente. No tragan que una
persona normal y corriente, que viene del pueblo llano, ocupe un cargo de
relevancia. Pero él sabe que Ada, de tonta, no tiene un pelo. Vaya que si lo
sabe.
El
problema que tiene este señor se llama clasismo y si además el objeto de su
burla, es, como en este caso, una mujer, machismo. Pero Félix de Azúa negará la
mayor y dirá que de eso nada, que él ni es clasista ni es machista, que todo lo
contrario.
Félix
de Azúa es el autor de un libro que leí cuando estudiaba (me obligaron, que
conste). Ese libro se titula Historia de un idiota contada por él mismo. Ahora
podría escribir la segunda parte: Historia de un capullo contada por él mismo.
Y que llame a Ada Colau para que se lo presente. Como hizo Felipe González. Ah,
y que la presentación la hagan en una pescadería. Verá que exitazo.
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