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sábado, 26 de septiembre de 2015

EL CUADRO...

EL CUADRO...

DUNIA SÁNCHEZ
Por qué mira ese cuadro así, me preguntaba. La observaba en cada movimiento desde el centro de la sala y me iba hechizando, una atracción QUE hacía brincos en mi corazón. Esperaba el momento en que sus ojos se comprometieran con los míos pero las horas pasaban. Sí, las horas. Y seguía con ese ensimismamiento, como encantada por una fuerza superior que le hacía fiel reflejo de esa obra. Qué tendría de especial. Yo no veía nada pero ella anonadada se empeñaba en seguir mirándolo. Una obra de mucho color, de figuras abstractas. Intenté acercarme, ponerme tras su espalda a ver si percibía mi aliento. Nada. Ella seguía y seguía en el esplendor de esa obra. Sin más, comenzó a desnudarse. Sí, a desnudarse en aquella sala vacía y fría sin dejar de mirarlo. Se aproximo a él e hizo un amago de abrazarlo. Yo detrás mirando cada paso, cada movimiento de ella. Nadie la corregía, la detenía. La nada recorría aquella sala. No sé como su cuerpo se fue tatuando de aquellas imágenes. Ella igual que el cuadro. El cuadro igual que ella. Se viró y me miró. Como diciendo aquí estoy, esto soy. No la comprendía. No entendía el significado. Pero sus ojos…Ah sus ojos me miraron. Ahí estaba su alma, su esencia. Me dio un beso. Un beso que colmó mis deseos. Se agarró de mi mano y me dijo, ya nos podemos ir. 

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