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sábado, 26 de septiembre de 2015

“CANDIDATOS DEGRADADOS Y DEGRADANTES”

“CANDIDATOS DEGRADADOS Y DEGRADANTES”
Eduardo Sanguinetti,

Filósofo y Poeta Rioplatense

Feliz Primavera Revolucionaria!: El pensamiento que debería sentar reales, hoy, en este tercer milenio, como un nuevo ideal de vida en libertad y verdad, no confía en la representación política, pues considera la cesión del poder como una invitación al abuso.

Escapar de la realidad, convierte al hombre en simple espectador de su vida, tal el caso de la comunidad temerosa, que votará a su verdugo, los candidatos “todo terreno”, que se presentarán en octubre a las elecciones presidenciales en Argentina… candidatos super-star, elegidos por la “voluntad popular”, frase replicada hasta el cansancio, por funcionarios en acto de intentar “decir algo”, para legitimar su permanencia en el poder… “voluntad popular”, que no es más que el acto bajo presión de un pueblo fanatizado, en estado de anestesia, aplaudiendo la desmesura, en espectáculo electoral.

Candidatos sin propuestas, sólo con ánimos ¿simulados?, de lanzarse difamaciones entre sí, cual juego especular… apuntalados por los denominados medios de comunicación, devenidos en medios publicitarios de una realidad obtusa, que, desde la ubicuidad de su ausencia, dibujan el paisaje ¿natural? donde transitan las muchedumbres afanosas en intentar justificar el absurdo de un sistema que lo ha tomado todo; he ahí el dilema cual pliegue de espectáculo que embauca, que anestesia, que es falaz, que miente… en fin, que degrada nuestra condición.

La cobardía, la pacatería, la ignorancia y la mezquindad de los candidatos los hacen referentes de un pasado abolido, sin dejar un espacio al porvenir en este milenio donde el paradigma de vida-sobrevida, se ha modificado de manera sustancial… Estos candidatos, ¿realmente tienen conciencia plena de lo que significa llevar a cabo una gestión de gobierno por y para todos, sin ceder a la presión de las corporaciones financieras multinacionales que actúan en desmedro del pueblo y de la tierra que habitamos?… candidatos, ajenos a las prisas y urgencias, de comunidades que permanecen congelados ante un sistema degradado y degradante… comunidades empobrecidas… cada día más cerca del automatismo como modo de vida.

En el “espectáculo electoral”, la incertidumbre crece y la impostura se instala, en noticias que devienen en rumores mediático-farandulero; política-policiales, que adquieren en el peor de los casos, tras haberse repetido un par de veces en medios de publicidad, el peso indiscutible, cual clero secular, de historias fabuladas de lo que jamás ha tenido sitio.

Es bien conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas, sobre todo en el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”… La simulación del simulacro, de la farsa electoralista, despiertan en la legítima inteligencia un estado de repulsión y hartazgo muy difícil de disimular, pues la “voluntad de verdad”, tan subestimada y devaluada en el mercadeo de la libertad negociada a cualquier precio, se encuentra exiliada de este tiempo y espacio.

En toda esta trama de traiciones veladas, de artificios instalados para esconder la trampa. Se manipula el estado de ¿derecho? paquidérmico, al universalizar soluciones a problemas endémicos, a modo de consuelo de un pueblo con beneficios de limosna, o ¿soborno? Se sepulta así, el sentido de República y se elimina su destino.

Afirmo que sin una confianza en el individuo, no tiene absolutamente ningún sentido hablar de autonomía y de libre albedrío. El nuevo ideal de comunidad se funda sobre el concepto de que el individuo posee una reserva que es irreductible a los ordenamientos sociales del poder tradicional. Pero si no se tiene confianza en una reserva en el ámbito del sujeto que constituye la fuente del cambio, ¿cómo devendrá el cambio?

Lo soporto todo: dolor, derrotas, exilio, censura, hambre, pero algo que no llego a asimilar es la cobardía la mentira la hipocresía y la corrupción… Ah! Y la traición!…tan replicada por los que no mantienen un sentido y no soportan ser destino… delicado equilibrio, el que debemos mantener… a pesar de todo.

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