QUEDAN HERIDAS ABIERTAS ENTRE
CUBA Y EE.UU.
POR: SILVIO RODRÍGUEZ
Quiero dejar escrito que fui un hombre de paz; que fui de los que
quisieron que, más que vecinos, fuéramos amigos. La verdad es que siempre me
sentí cercano al pueblo del norte, a sus escritores, a sus canciones, a su
cine, a sus trabajadores; me indigné con su sur injusto y celebré todos sus
progresos. A pesar de que, siendo casi un niño, tuve que aprender a manejar las
armas para defenderme de sus políticos y de sus militares.
Escucharle decir a John
Kerry que ya no somos rivales ni enemigos, sino simplemente vecinos, es fuerte.
Juro que quisiera verlo así. Quisiera que Gandalf el blanco esgrimiera su
bastón y de un golpe encantado borrara tantas oscuridades hechas y dichas,
algunas demasiado recientemente. Pero no hay magos a la vista. Sólo la tierra
yerma que medio siglo de fuego y demonios más bien han secado.
Quienes construyeron el
cuidado discurso de Kerry saben que mis hijos sólo sabrán de Conrado Benítez y
de Manuel Ascunce por las fotografías. O de Rolandito Valdivia y su cuatrobocas
en Girón. Y no lo digo para caldear los ánimos o para encender algo que ya no
brille con luz propia. Aquellos jóvenes que no pudieron llegar a mi edad, y
muchos otros, están en mi memoria. Una memoria que se apagará conmigo, como
tantas del siglo anterior, según la ley.
Quiero dejar escrito que fui
un hombre de paz; que fui de los que quisieron que, más que vecinos, fuéramos
amigos. La verdad es que siempre me sentí cercano al pueblo del norte, a sus
escritores, a sus canciones, a su cine, a sus trabajadores; me indigné con su
sur injusto y celebré todos sus progresos. A pesar de que, siendo casi un niño,
tuve que aprender a manejar las armas para defenderme de sus políticos y de sus
militares.
En mi país fui de los
inconformes, de los que entendieron el compromiso con su Nación no siempre
acatando, sino ejerciendo el derecho a expresar el parecer. Es lo que hago
todavía.
Los pasos de acercamiento
entre las dos naciones nos colocan ante un nuevo escenario y, además, la
historia no se puede borrar. Tenemos cicatrices. Hay que reconocerlo. Todavía
sangramos por algunas heridas abiertas que requieren sutura y tratamientos.
Todo lo que hagamos en lo adelante, abrirá o cerrará esas lesiones. Todo lo que
digamos provocará dolor o alivio.
Tratemos de hacernos el
bien. Intentémoslo siempre.
A principios de los 70
garabateé unas palabritas. Después he vuelto a ellas, queriéndolas bien claras,
pero todavía no sé si dicen todo lo que
Deseo
Deseo sobre todo
una quebrada
donde la tierra
cure espíritus,
un panteón natural
para sembrar los
huesos.
Deseo una quebrada
donde los hijos
corran,
como si retozaran
por estrellas.
Deseo ese lugar
sólo hasta el último
momento
en que sea
necesario.
Al segundo siguiente
podría empezar
el primer día del
futuro.
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