MUJERES POR LA PAZ: UN SIGLO DE LUCHA
AMY GOODMAN
Hace cien años, más de mil mujeres se reunieron en La Haya, Holanda,
durante la Primera Guerra Mundial, para exigir la paz. Gran Bretaña se negó a
emitirles pasaportes a más de 120 mujeres, impidiendo que viajaran y pudieran
manifestar su disidencia pacífica. Hoy, un siglo más tarde, en esta época de
tanta violencia, alrededor de mil mujeres provenientes de África, Asia, América
Latina, Europa y América del Norte, se reunieron en la misma ciudad para
manifestarse contra las guerras actuales: desde Irak hasta Afganistán, pasando
por los conflictos en Yemen y Siria y la guerra social que se está librando en
las calles de Estados Unidos. Estas mujeres viajaron a La Haya para conmemorar
el centenario de la fundación de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y
la Libertad. La Dra. Aletta Jacobs, una sufragista holandesa cofundadora del
grupo, había dicho que el objetivo de la primera reunión celebrada en 1915 era
empoderar a las mujeres “para que protesten contra la guerra y sugieran medidas
para impedir que haya más guerras”.
Entre las mujeres que estuvieron ahora
en La Haya había cuatro ganadoras del Premio Nobel. Shirin Ebadi recibió el
premio en 2003 por su defensa de los derechos humanos de las mujeres, los niños
y los presos políticos de Irán. Fue la primera mujer musulmana, y la primera
iraní, que recibió el Nobel. A pesar de ello, vive en el exilio desde 2009 y ha
visto a su esposo apenas una vez desde entonces. En su discurso de apertura de
la conferencia de la Liga, celebrada esta semana, Ebadi dijo: “Si en lugar de
bombas se hubieran lanzado libros a la gente, a los Talibán, y si se hubiesen
construido escuelas en Afganistán –se podrían haber construido 3.000 escuelas
en homenaje a las 3.000 personas que murieron en los atentados del 11 de
septiembre– ahora mismo no existiría el ISIS. No olvidemos que
elISIS surge del Talibán”. Ebadi estaba junto a otras
premio Nobel: Leymah Gbowee, que ayudó a lograr una paz negociada durante las
guerras civiles de Liberia; Mairead Maguire, que ganó el Premio Nobel de la paz
en 1976 a los 32 años por promover el fin del conflicto en Irlanda del Norte,
de donde es originaria; y Jody Williams, de Vermont, que lideró la campaña
mundial para prohibir las minas terrestres y ahora está organizando una campaña
para que se prohíban los llamados “robots asesinos”, que son armas que matan
automáticamente sin la participación de un ser humano que las controle.
Estas cuatro célebres ganadoras del Premio Nobel estuvieron acompañadas por
activistas por la paz de todo el mundo. Madeleine Rees, secretaria general de
la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, habló de la primera
reunión celebrada en 1915 y cómo se organizó: “No hubiera sido posible sin el
movimiento por el derecho al sufragio femenino porque no se puede comenzar un
movimiento de masas de la nada. De hecho, es necesario tener una estructura
organizativa para lograrlo. Eso había comenzado con el movimiento de las
sufragistas. Todas esas mujeres que fueron a La Haya estaban exigiendo el
derecho a votar. Vieron, con razón, que la ausencia de las mujeres en la toma de
decisiones en el gobierno implicaba mayores probabilidades de que se desatara
una guerra”.
Kozue Akibayashi es la nueva presidenta de la Liga. Después de la Segunda
Guerra Mundial, Estados Unidos exigió que la Constitución de Japón prohibiera
explícitamente que el país librara una guerra para resolver sus diferencias con
otros países. “En Japón, la mayoría de las personas apoya los preceptos
pacifistas de la Constitución”, explicó Akibayashi. Sin embargo, el Presidente
Barack Obama, como hizo el Presidente George W. Bush antes que él, está
presionando al gobierno japonés para que elimine el artículo pacifista de la
Constitución. Esta semana, Obama recibió al primer ministro de Japón, Shinzo
Abe, en la Casa Blanca y felicitó a Abe por su trabajo para restaurar la
capacidad ofensiva de las fuerzas armadas del país. Además de ser presidenta de
la Liga, Kozue Akibayashi es una de las miles de activistas que están
protestando contra los planes de ampliar la presencia militar de Estados Unidos
en la isla de Okinawa.
La activista africana Hakima Abbas también estuvo en La Haya. La entrevisté
unas horas después de que saliera a la luz la información acerca de las fosas
comunes en Nigeria, en las que se hallaron víctimas del grupo militante Boko
Haram. La historia de Boko Haram, me dijo, “es una combinación de
fundamentalismos islamistas violentos, el fundamentalismo capitalista y la
militarización mundial. El fundamentalismo no empieza ni termina con los
fundamentalismos islámicos en África. Hemos sido testigos del fundamentalismo
cristiano en Uganda, donde se persigue a las personas gays, lesbianas,
bisexuales, transexuales, queers e intersexuales”. A continuación, vinculó todo
esto con las protestas ocurridas esta semana en las calles de Baltimore: “En su
propio país, el fundamentalismo que defiende la supremacía blanca y el
fundamentalismo cristiano de derecha se ven exacerbados por la cultura de las
armas y la promoción de una fuerza policial armada que está matando a mujeres y
hombres negros, a personas transexuales y a niños. De modo que los
fundamentalismos son un problema que realmente debemos abordar a nivel
mundial”.
Le pregunté a Shirin Ebadi si tenía algún mensaje para darnos. Me respondió
con una propuesta sencilla, pero muy poderosa, para lograr la paz, que constituye
la base de la labor de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la
Libertad en el comienzo de su segundo siglo de vida: “Trata a las personas de
Afganistán del mismo modo que tratas a tu propio pueblo. Mira a los niños
iraquíes del mismo modo que miras a tus propios hijos. Solo entonces verás que
la solución está allí, al alcance de la mano”.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva
Blotta y Democracy
Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la
conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema:
Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le
Monde Diplomatique Cono Sur.
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