EL MARAVILLOSO MUNDO DEL TERTULIANO DE TELEVISIÓN AL SERVICIO DEL
RÉGIMEN
Por
Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Martes
5 de Mayo, tertulia del programa “La Noche en 24 horas”, canal de noticias de
RTVE. La mesa comenta el programa marco de PODEMOS para las elecciones
autonómicas del próximo día 24, presentado por PODEMOS apenas unas horas antes
en Madrid. De repente una voz masculina comenta con sorna una de las propuestas
realizadas […]
Martes
5 de Mayo, tertulia del programa “La Noche en 24 horas”, canal de noticias de
RTVE. La mesa comenta el programa marco de PODEMOS para las elecciones autonómicas
del próximo día 24, presentado por PODEMOS apenas unas horas antes en Madrid.
De repente una voz masculina comenta con sorna una de las propuestas realizadas
por la formación de los círculos en dicho programa: “ya sabemos lo que son los
ricos para PODEMOS: aquellos que ganan más de 50.000 euros al año”. Las risas
se extienden entre el resto de presentes.
PODEMOS,
en su anunciada exigencia de que los “ricos” hagan un “esfuerzo” para aumentar
la recaudación fiscal y poder con ello financiar las medidas de corte social
propuestas por el partido morado, propone aumentar el IRPF a quienes tengan
ingresos superiores a los 50.000 euros brutos anuales, aunque no se especifica
cuánto exactamente. Un impuesto que, en cambio, se “suavizará” para quienes tienen
ingresos entre 25.000 y 50.000 euros y se “reducirá” para las rentas inferiores
a 25.000. Esa era, en realidad, la risa de los tertulianos. No podían creer que
PODEMOS fuera a subirles el IRPF a precisamente ellos. Ellos, tertulianos y
tertulianas, periodistas de medios diversos del aparato orgánico del régimen,
con ingresos superiores a los 50.000 euros, no son ricos. De eso se deberían
reir. De tener esos sueldos que cobran por ejercer de redactores o directores
en sus respectivos medios, sumados a las cuantiosas extras que cobran por su
presencia cotidiana en los diferentes espacios de tertulias en radio y
televisión copados por ellos y ellas.
Teniendo
en cuenta que, como hoy mismo se han encargado de recordar desde las cuentas de
PODEMOS en redes sociales, el 95,6% de los de los contribuyentes que pagan IRPF
gana menos de 50.000 euros al año, tal vez sea cierto que aquellos que ganan
más de 50.000 euros al año no son necesariamente ricos, pero, desde luego, no
lo es menos que son también, a día de hoy, el sector social que menos está
sufriendo las consecuencias de la crisis. Aquel que tiene garantizado un nivel
de bienestar y calidad de vida que el 95,6% restante solo puede imaginar y en
ocasiones ni eso. Aquellos que pueden
pagar sin dificultades excesivas la hipoteca de sus casas, las facturas, los
gastos asociados al cuidado de los hijos e hijas, e incluso una sanidad o una
educación privada si lo público no les termina de convencer.
Si
a todo ello le añadimos que existen todavía, según datos de ayer mismo, más de
4.300.000 desempleados, que más del 45% de ellos no recibe ya ninguna
prestación por desempleo, y que, entre los que sí tienen la suerte de tener un
trabajo, 9,9 millones percibieron como máximo 18.000 euros brutos anuales, de
los cuales 7,7 millones de trabajadores por cuenta ajena se embolsaron como
máximo 13.550 brutos anuales, y entre ellos existen 5,7 millones ingresaron el
Salario Mínimo Interprofesional o menos, unos 9.034 euros al año que equivalen
a los 645 euros mensuales netos en 14 pagas, la sorna con la que el tertuliano
privilegiado comentó la realidad que nos asola a la gente de a pie se torna
directamente en insulto. Pero no le culpemos por ello: viven en ese mundo. No
en el nuestro.
Obviamente
eso tiene consecuencias, consecuencias inmediata y directas: si quien opera
como creador de opinión en la práctica totalidad de las tertulias que inundan
nuestras radios y televisiones vive en un mundo maravilloso donde los problemas
cotidianos de la gente, vinculados a la realidad socio-económica que nos asola,
no existen, no podemos esperar que sus opiniones puedan ser jamás reflejo de lo
que vivimos, pensamos y sentimos la mayoría a esta parte de la realidad social,
incluso aunque no se movieran por motivaciones ideológicas partidistas, no
podrían. Salvo muy contadas y honrosas excepciones, ese es el panorama. Y así
es la calidad democrática y la pluralidad de nuestros medios.
Unos
medios que son propiedad de los grandes poderes financieros en el sector
privado o que están copados por los principales partidos del régimen en el
sector público, cuyas tertulias se ven a su vez invadidas por periodistas de
los principales medios que, en su mayoría, tienen un nivel de ingresos y unas
condiciones de vida muy diferentes de la que tienen aquellos sectores sociales
que más golpeados están siendo por los efectos de la crisis económica,
incluídos la inmensa mayoría de periodistas de “segunda fila” que trabajan en
las diferentes redacciones a las órdenes de un director -y un propietario- que
se encuadra dentro de aquella primera categoría. ¿Podemos esperar que nos
representen? Así cuando un periodista como Jesús Cintora se atreve a ir un poco
más allá, pasa lo que pasa.
En
el maravilloso mundo del tertuliano de televisión al servicio del régimen,
pues, ganar 50.000 euros o más no merece ser considerado un privilegio, y mucho
menos debe ser gravado con impuestos elevados que permitan financiar los
proyectos sociales destinados a garantizar los derechos y el bienestar de
quienes, en su desgracia, se encuentran entre esos muchos millones de personas
que oscilan entre la carencia absoluta de ingresos o unos ingresos
insuficientes para poder hacer frente a los gastos cotidianos que permitan
tener una vida estable y con los principales derechos humanos garantizados
(vivienda, comida, sanidad, educación, suministros eléctricos, etc.). Tal idea
puede causar entre ellos, naciéndoles desde la más profunda sinceridad, un
ataque de risa y es motivo de sorna. Considerarlos ricos les parece algo que
oscila entre los demagogo y lo populista. Pero es lo que tiene vivir en un
mundo que no es el nuestro. Un mundo que deben defender a capa y espada cada
día en dichas tertulias, porque es eso, su mundo: sus privilegios, su razón de
ser, su modus vivendi, su propia realidad de clase.
Esa
realidad que luego tratan por todos los medios de convertir en “la realidad”,
sin más. Una realidad que día a día se encargan de naturalizar y hacer
unidimensional a través de sus opiniones y argumentos en los diferentes
espacios en los que participan, una realidad que pasa a ser “opinión pública” y
“sentido común” para el global de los oyentes o espectadores que cada día
encienden sus radios o sus televisiones para escucharlos en sus tertulias -de
clase-. Una realidad que, por desgracia, millones de trabajadores y
trabajadoras, de esos y esas que cobran menos de 50.000 euros anuales, menos de
20.000 euros anuales e incluso que no cobran nada, hacen suya y creen como
única posible. Una realidad ideologizada en la cual no existen alternativas al
sistema actual, Venezuela es el paradigma de todos los males de la humanidad y
proyectos políticos como PODEMOS o IU son radicales y extremistas que quieren
acabar con el orden establecido y desafiar el consenso social que ha de operar
como necesario para la estabilidad social. Un mundo donde las acciones del SAT
en Mercadona o Carrefour pasan a ser automáticamente graves escándalos que
atentan contra el orden social, pero el hecho de que se descubra que el PP
lleva financiándose desde su inicio de forma ilegal y corrompida, ocupa, a lo
sumo, unos pocos minutos en algunas de las tertulias más orientadas hacia lo
“progre”.
Periodistas
ricos trabajando en televisiones y radios controladas por ricos o por partidos
que actúan como manijeros de los intereses de los ricos, creando opinión social
destinada a hacer creer a los pobres que no es posible un cambio social que los
pueda ayudar a salir de esa pobreza más allá de lo que proponen como tal los
propios ideales consumistas-capitalistas, individualistas y egoístas, que nos
invanden por doquier, o la apuesta por la profundización en la economía
liberal-capitalista. Esa es la realidad de nuestros medios. Ese es el mundo
maravilloso de los tertulianos al servicio del régimen, y esas son sus
motivaciones. Un mundo que, insisto, no, no es el nuestro. Ni nunca lo será.
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