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martes, 28 de abril de 2015

"LA MIERDA COMO DESTINO Y SENTIDO"

"LA MIERDA COMO DESTINO Y SENTIDO"
EDUARDO SANGUINETTI,

 FILÓSOFO RIOPLATENSE
El día en que, la sociedad se libere de la dictadura del intestino, grueso y delgado, seres como Marcelo Tinelli y sus "alter egos", futuro presidente de la Argentina, no tendrán espacio en el devenir de la historia de la civilización.

Este "rey de la culocraica", lleva años investigando sobre el inodoro como herramienta propagandística y arma opresiva, sobre lo que cuesta a la economía y a la salud del planeta cada vez que alguien tira de la cadena del inodoro, y sobre el cuarto de baño como salvación de la humanidad.

Tinelli, quiere un mundo en el que hablar de estos asuntos no suponga angustia ni vergüenza. Basta ver los tantos culos, en sus programas de tv, cuidados, suaves, tersos y tensos...aguardando el momento preciso, que, como en Gargantúa y Pantagruel, se dispare un sonido infinito, recibido con entusiasmo indisimulado, por los fans del rey de la cultura de la culocracia...él ya sabe que los japoneses ya toman pastillas para que sus deposiciones huelan a lo que pone en el paquete de píldoras. Que no está mal, pero que muy pronto llevará a algo más avanzado. Tomaremos pastillas con microchips incorporados. O sea, que serán deposiciones inteligentísimas y llegaremos a saber todo lo que podrán aprender...serán elevados a símbolo de conocimiento...me refiero a la mierda por supuesto...tan presente de manera concreta y metafórica, en nuestras existencias.

Nadie ignora que la mierda es kitsch, como decía Milan Kundera en su fantástica novela "LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER", y la salida de esta mierda, es el ano, instalado entre las nalgas, que conforman el culo...en fin, creo que la mierda lo cubre todo y los culos, actúan de panóptico...justifican toda la instancia escatológica, en la que se debate este mundo.

En el transfondo de toda fé, religiosa o política, está el primer capítulo del Génesis, del que se desprende que el mundo fue creado correctamente. . . . A esta fé la llamamos acuerdo categórico con el ser. El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la creación. Una de dos: o la mierda es aceptable (y entonces no cerremos la puerta del baño!), o hemos sido creados de manera inaceptable.
De esta manera se desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un mundo donde la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese. Este ideal estético se llama kitsch. El kitsch es la negación absoluta de la mierda; en sentido literal y figurativo.

La negación absoluta de la mierda: el kitsch....vivimos en una comunidad kitsch....un vacío perfecto, negadora de toda la mierda de la que estamos compuestos...cual especie orgánica...somos deshechos biodegradables...mierdas perfectas...

Hacemos metafóricamente mierda lo que encontramos, en concreto, nosotros somos una perfecta mierda o caca, como prefieran, concreta y de la densidad que se desee, acorde a nuestra nutrición, o a lo que comemos en el día a día...y el tema de las pastillas de los japoneses es cierto...la idea del chip es mía...pues tener deposiciones inteligentes, nos da la posibilidad, de reciclarnos en mierda puramente genial, absolutamente orgánica...sólo para ecologistas, los verdaderos brindarán, los advenedizos, sólo mirarán para otro costado y se taparan la nariz...y luego abundaré sobre la historia del papel higiénico...ese recuerdo de árbol que es un rollo de papel higiénico...no hablo de los del inicio, con astillas...duro ¿no?...y de afianzarse, daremos el paso al futuro, en sentimiento y conocimiento de ser sólo mierdas....degradables, reciclables, realmente ecológicos, auténticos soretes, de serlo saberlo....nos elevaremos sobre 20 siglos de farsa.... nada mejor que comenzar desde el inicio, creo ayuda a que caigan máscaras...todo en la vida es sangre, mierda, baba y espuma, quien no lo sienta así, le bastará aguardar unos años y ver de frente el final...en un instante un alud de imágenes le vendrán y dirá, ¡mierda, qué simple era todo!.

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