NUEVOS PLANES, IDÉNTICAS ESTRATEGIAS
Charlie Hebdo sale a la calle
después de los asesinatos con una portada en la que el indibujable Mahoma
sostiene con gesto triste un cartel que dice Je Suis Charlie.
Sobre el dibujo un mensaje de la revista a modo de editorial: “Todo queda
perdonado”. Un mensaje envenenado para los fanáticos que piensan que la
libertad de expresión puede morir si le disparas, una chulería de los
periodistas franceses que equivale a un golpecito en la espalda del yihadista
mientras le dices “venga, chico, síguelo intentando, que no te ha salido”. Un
mensaje envenenado también para los que intentan sembrar odio contra el de
fuera aprovechando la semilla de esta tragedia. El “todo queda perdonado” que
señala la víctima Charlie Hebdo pretende marcar
un camino de paz que no seguirán algunos que fueron vergonzosamente charlies por un rato. Que alrededor de toda muerte
hay carroñeros es algo tan antiguo como la propia naturaleza. A las pocas horas
del asesinato de los dibujantes, con los autores aún sin identificar, un
mensaje recorría whatsapp como las ratas recorren la suciedad: “Un islamista
puede llegar un día a tu trabajo y asesinarte, pero tranquilo, si quieres
echarlo de tu país, el racista e intolerante eres tú”. El mensaje explicando
que los autores del asesinato eran franceses nacidos en Francia nunca llegó.
Cuando la realidad propone preguntas complejas el necio mira la valla.
Si los supervivientes de Charlie Hebdo no hubieran sentido la
responsabilidad de dedicar esta portada a combatir integrismos de todo tipo, no
me cabe duda de que la hubieran dedicado a ilustrar el festival de hipocresía
que a costa de su muerte se vivió durante estos días alcanzando el momento
álgido con la llegada a París de los
líderes mundiales. Y el dibujo hubiera sido bastante más duro que el
de Felipe y Letizia follando por 2.500 euros. En la foto de familia de las
autoridades encontrábamos rascando la superficie un catálogo de ataques a las
libertades de prensa que iban del encarcelamiento de periodistas al cierre de
diarios, pasando directamente por el asesinato por desvelar crímenes de estado.
Más allá de este currículum de los amantes de la libertad, que sería la envidia
de cualquiera que la odiara, los dirigentes que fueron Charlie Hebdo por un día ya han dejado de serlo
oficialmente para empezar a lanzar globos sonda y saber hasta dónde se va a
dejar violar la ciudadanía su libertad en nombre de esa misma libertad.
Nuevos planes,
idénticas estrategias, decía Nacho Vegas. Lo que nos queda por delante es la
batería de medidas demostradamente inútil de siempre. Recorte de derechos y
campañas de miedo contra los más débiles para combatir lo que nada tiene que
ver con eso. En España, aprovechando que el Pisuerga pasa por París, el
Gobierno empieza a hablar de “ampliar el concepto de pertenencia a organización
terrorista”, como si el terrorismo fuera una goma elástica que puede rodear a
más o menos individuos según la necesidad del poder.
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