Elegancia de
la austeridad
POR EDUARDO SANGUINETTI
Creo es hora
de que vayamos encontrando a nuestra tribu de pertenencia; se torna
indispensable y alentador el saber que existen seres que vibran al unísono con
uno… Ya está articulado el denominado “Nuevo Orden Mundial”, en acto y en
función de masificar y de degradar nuestra condición de especie.
La confrontación de todos contra todos es un hecho. ¿No se
sienten unos parias, ante las masas ávidas, mezquinas, brutales, violentas por
consumo de drogas, alcohol o cualquier basura que les es ofertada, cual norma y
regla del sistema, que impone a rajatabla lo que debe ser?
Los funcionales esclavos de las corporaciones, que armaron un
ajedrez donde nosotros somos las piezas, nos impulsan a que vayamos ocupando
nuestros espacios de existencia, pues el tiempo se agota, a pesar de los
pesares.
Estamos de más quienes resistimos a las imposiciones que nos
obligan a optar las tendencias prostibularias de las bandas, a las que
definitivamente no pertenezco. Me refiero a los narcotraficantes, los
proxenetas, los genocidas, los mercaderes de armas y de medicamentos, los
denominados artistas faranduleros del entretenimiento del nirvana siliconado,
las botineras en oferta, esclavas del consumo de cualquier cosa a cualquier
precio, los jugadores de fútbol de la FIFA, los políticos ridículos al servicio
de la droga y del asesinato del conocimiento, pactando en todo con todos, con
sus promesas homicidas en acto, en sus campañas electorales permanentemente
millonarias.
El colapso se siente, en la miseria de una civilización en caída
vertical, donde lo esencial, nuestro destino, ha quedado archivado en el
paraíso de los sueños perdidos.
No puedo dejar de soñar, como tampoco dejar de sentir la cruda
realidad donde no ignoro que la historia de la humanidad se hace y deshace,
según se suceden los siglos, en traiciones y degradantes actitudes sin aptitud
de los peores, para destruir una existencia digna en libertad y verdad.
Como dije en la columna de la semana anterior, “la esperanza
debiera ser lo primero que se pierde”; lo mantengo; pero soñar puedo hacerlo y
pagar el costo de ver frustrada la cristalización de dichos sueños.
No ignoro que las masas enceguecidas por el embrutecimiento
devenido por las prácticas capitalistas de consumo patológico de cualquier
cosa, seguirán su degradante sendero de amancebamiento, temor y carencia de
sentido en un destino desvanecido.
Los que se han jugado en las lides de la vida por ideales –que
hoy parecen inexistentes- deben pasar por tantas inmersiones, para dejar de
lado lo superfluo, tal el caso del consumo compulsivo, devenido de vacíos
existenciales y una vida sin sentido ni destino.
Creo que la supervivencia enseña más que cualquier manifiesto de
buena voluntad; por supuesto estoy de acuerdo con el enunciado de las 3 R de
Luis Foladori que denuncia las bases de la Economía de Mercado Consumista a la
vez que destaca los pilares de la Sustentabilidad y respeto por la Naturaleza,
cuya intención no es otra que la de contrarrestar el consumismo, en su
enunciado de las 3 R (Reciclar, Reducir y Reutilizar) con un sentido si bien
pragmático pero de acuerdo a las necesidades reales, no las creadas por los
Medios de Publicidad y Propaganda que arrastran hacia el abismo a las masas
fanatizadas, a las tribus urbanas de los “poseídos”.
En definitiva, no es más feliz quien más posee sino quien menos
desea. Espero se asimilen a las maneras y modos de una comunidad en estado de
anestesia.
Un fragmento de un artículo aparecido como respuesta al
significado del Consumo excesivo ilustra claramente su evolución desenfrenada
hasta nuestros días: “La publicidad y los medios de comunicación de masas
aunaron sus fuerzas para inducir a la clase media y baja a dejar de ahorrar y a
comprar, consumir, despilfarrar o gastar cantidades de bienes y servicios cada
vez mayores. De ahí que los buscadores de estatus de la clase media confirieran
el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo”.
Se le puede anteponer como contragolpe constitutivo a este
artículo, acerca de la elegancia de la sobriedad y la austeridad, dignas de un
dandy del tercer milenio, de lo grosero y patológico del consumo extremo…Creo
que hay tantos argumentos para que de una vez por todas caiga esta torre de
Babel… Pero lástima que los medios corporativistas no dejan que uno argumente y
las tribus se van articulando, cada uno atendiendo su juego.
¡Feliz 2015!
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