OTRO
PRESUPUESTO
DE CRISIS
ESCRITO POR PEDRO MONTES
La parsimonia y lenidad de las direcciones de CCOO y UGT, que en
su deslavazada actuación en las luchas políticas y sociales que tienen lugar no
encontrarán respuesta a las demandas planteadas al presidente Rajoy, en
particular la desolación que sufren los trabajadores en paro de más de 45 años.
El presupuesto para 2015 presentado por el gobierno del PP es un
documento complejo, acopia gran cantidad datos y ofrece múltiples elementos de
crítica, que irán apareciendo a medida que los distintos sectores sociales
vayan desentrañándolos y comparándolos
con los de años anteriores. Se dispondrá entonces de información detallada
sobre las carencias, incoherencias y aberraciones que contiene.
Como, por ejemplo, el peso desmesurado adquirido por la carga de intereses de la
deuda, 35,000 millones de euros; la
disminución del 15% de los gastos de protección a los parados -no tanto por una
reducción del desempleo como por agotamiento de los derechos de los parados-;
la ridícula subida de las pensiones, con
ese 0,25% anunciado; o el castigo a
los funcionarios con otro año de
congelación salarial tras recortes previos, así como otro año más de incompleta
reposición de las plantillas del sector público. Por no mencionar la prevista
elevación de los ingresos públicos a pesar de las rebajas fiscales realizadas o
valorarlo como un presupuesto que
“consolidará” la recuperación, cuando está dominado por la austeridad y ha sido
elaborado con el objetivo de reducir el déficit público.
La lista puede ser inacabable. Los análisis detallados de los
presupuestos para 2015 irán esclareciendo su contenido y la tendencia
ideológica de sus redactores, y mostrarán indefectiblemente la reaccionaria y hasta cruel política económica
y social del gobierno del PP, el cual, paso a paso, va implantando su concepción del modelo
social que debe prevalecer y levantando barreras para hacer imposible el
regreso al nivel del estado de bienestar alcanzado en el pasado. Buen ejemplo
de esto último es su política de
privatizaciones.
Y van siete
No obstante, creo que lo principal sobre lo que hay que llamar
la atención es que se trata de unos presupuestos que, un año más, delatan a un país en profunda crisis. Si tomamos septiembre de 2008 como inicio de
ésta con la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers, llevamos ya seis
años de crisis y vamos a iniciar el
séptimo de desolación, de paralización del país, de tiempo perdido, sin
perspectivas serías y fundadas de que lo peor ha pasado. En esta crisis
que parece interminable, el presupuesto de 2015 va a profundizar el malestar y
la desesperación de la sociedad, no existiendo en la mente de las dirigentes de
este país ninguna alternativa que nos permita vaticinar la finalización de esta
situación. Cada año vuelven a aplicar las mismas recetas fracasadas e insisten en la absurda y perversa política de la
austeridad. Reflexionar sobre esta plaga
o designio que nos ha sobrevenido no estaría de más, porque a lo mejor
concluimos que no tiene un carácter
divino y que está originada por causas
que son corregibles.
El gobierno, desmelenado en su campaña (electoral, cabe decir)
de que la crisis ya ha vuelto la esquina y es asunto del pasado -hecho
desmentido por numerosos hechos
adversos, al punto de que empieza a fallarle su confianza como Guindos
ha señalado ante el estancamiento de las principales económica de la zona
euro-, ha bautizado al presupuesto de
2015 como “el de la recuperación”. Pero, cuando se contempla el cuadro final
que tendrá el país al final del año próximo, sus propias previsiones son
estremecedoras y muestran que se estará muy
lejos de tener sentadas las bases necesarias para la recuperación y
salida de la crisis.
Es muy difícil que, en 2015, se alcance el 2% de crecimiento del
PIB, con la crisis europea y la política
interna de continuar con la austeridad y los recortes. Tampoco se reducirá el
paro en la medida que propaga el PP, si bien, con la actual descomposición del
mundo laboral, esto sería posible teniendo en cuenta que, de un puesto de
trabajo normal, bien parcializado y precarizado, pueden generarse varios
“nuevos empleos”. Una tasa de paro prevista para finales del 2015 del 23% es un
gran drama. Y, por supuesto, la crisis
social, con sus rasgos de desigualdad, miseria, sufrimiento, marginación,
desatención, desahucios, hambre y desesperación, se agudizará pues el paso del
tiempo actuará como un factor de degradación. A este respecto, la caída de los
gastos de protección a los parados es una grave provocación.
Y todavía hay que resaltar, no sólo que los peligros de una
agravación de la crisis están
latentes, sino que la vulnerabilidad de la economía española
va ganando grados continuamente, aunque sólo sea por elevado nivel que tiene el
endeudamiento general y el persistente aumento de la deuda pública. El próximo
año, cuando ya alcanza el 100% del PIB,
seguirá creciendo en unos 45,000 millones de euros, como consecuencia de
que el déficit público, a pesar de la política de austeridad, seguirá siendo
muy alto, el 4,2% del PIB según la proyección del gobierno. Se estima en 243.000 millones de euros los
recursos que el Tesoro habrá de obtener en los mercados financieros para
afrontar las amortizaciones de deuda pública y el déficit del año. Sin perder
de vista que, a estas alturas, es difícil calibrar cuál será el verdadero
alcance del déficit, considerando las posibilidades de camuflaje o la
prolongada falta de atención que sufren las infraestructuras y los servicios
públicos. Por poner solo un ejemplo, los
hoyos y parches de las carreteras
también son déficit público.
Para herencia, la del PP
Si la opinión de que el presupuesto de 2015 revela la profunda
crisis del país, su continuidad porque el presupuesto no resuelve nada y su
posible agravamiento tiene credibilidad y solvencia, de ello emana una
crudísima cuestión para la izquierda, sobre todo para los que creen que se ha
abierto la posibilidad de un cambio de gobierno.
Hay que levantar una resistencia contundente a los planes
del PP, pues su política destructiva
agrava todos los males del país y obstaculiza las soluciones en el futuro. En
esto hay un razonable acuerdo de todas las fuerzas y organizaciones de la
izquierda, si bien no todas actúan con la misma firmeza ni coherencia. Es de
destacar, por evidente, La parsimonia y lenidad de las direcciones de CCOO y
UGT, que en su deslavazada actuación en las luchas políticas y sociales que
tienen lugar no encontrarán respuesta a
las demandas planteadas al presidente Rajoy, en particular la desolación que
sufren los trabajadores en paro de más de 45 años.
No obstante, tampoco andan sobrados de coherencia, por decirlo
sin acritud, todos aquellos que,
denunciando la política de la derecha y peleando con energía y contumacia, no
acaban de comprender que la última e incuestionable justificación del gobierno
a tales políticas se deriva de la quiebra económica del país, atrapado en unas
deudas impagables, y por los compromisos y exigencias que impone la Troika.
La denuncia, la resistencia y la oposición no eximen de la
responsabilidad de intentar dar solución a los problemas del
país, de elaborar una alternativa solvente y creíble, que inevitablemente
tendrá que rupturista cuando no se dispone de ningún medio apropiado para
afrontarlos. La cruda cuestión es cómo
la izquierda puede poner remedio a esta aterradora crisis económica y
social.
En esta situación de continuidad de la crisis, el presupuesto
para 2015, elaborado en el contexto de
la pertenencia a la unión monetaria, pone de nuevo sobre el tapete temas que
ineludiblemente deben abordarse en todas las mesas, encuentros y proyectos de
confluencia que en estos tiempos comprometen la actividad política de todas las
izquierdas.
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