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lunes, 6 de octubre de 2014

CRISTINA Y LA NACIÓN

CRISTINA Y LA NACIÓN

EDUARDO SANGUINETTI, FILOSOFO

 Estados Unidos dice que las palabras de la presidenta Cristina Fernández “no se pueden tomar en serio”.


Este comunicado lo entregó un funcionario del Departamento de Estado al inefable y funcional diario La Nación de Buenos Aires, el medio de publicidad capitalista por excelencia, siempre a favor del “norte”, desde su fundación por Bartolomé Mitre en 1870.

Siempre la postura de Mitre respecto a Suramérica fue de completa indiferencia. Un claro ejemplo deja a las claras su postura liberal europeizante cuando su gobierno fue invitado a participar del Congreso Panamericano de 1862, en Lima, para pronunciarse en contra de la invasión francesa de México y la anexión de Santo Domingo.

Mitre se negó rotundamente a nombrar un representante y la respuesta de su canciller Rufino de Elizalde a la invitación fue: “La América Independiente es una entidad política que no existe ni es posible constituir por combinaciones diplomáticas, no podrá nunca formar una sola entidad política (…) Por lo que hace a la República Argentina, jamás ha temido por ninguna amenaza de Europa en conjunto, ni de ninguna de las naciones que la forman (…) Puede decirse que la República está identificada con la Europa hasta lo más que es posible”.

Las palabras del gobierno de Obama, replicadas por este medio afín desde su fundación a los intereses de la Iglesia Católica, de las Fuerzas Armadas y de la oligarquía agrícola ganadera de la Argentina, son una ofensa clara y abominable al estupendo discurso de la presidenta argentina Cristina Fernández.

Esta frase nutrida de animosidad, tiende a intentar “desactivar” o “neutralizar” el accionar libertario y revolucionario de Cristina Fernández, quien levanta las banderas de descolonización y de marcar puntualmente dónde está el enemigo de la autodeterminación de los pueblos, en sus potentes y magníficos discursos que no admiten réplicas degradantes y discriminatorias. Curiosamente, lo manifestado por la presidenta argentina en la ONU no tuvo la cobertura de prensa de los grandes medios corporativistas del planeta, los que solo dan publicidad a los manifestado por los funcionales al imperio genocida y sus acólitos.

Este monopólico medio de comunicación —que armó el relato fabuloso de la sangrienta dictadura militar de Videla, como así también aplaudiendo el 11 de setiembre de 1973 la caída y muerte del presidente Salvador Allende— en su portada marca pautas de tendencias claramente proimperialistas y neoliberales, impuestas aún a costo de la sangre de generaciones con ideas e ideales traicionados y eliminados.

La enorme concentración de las principales fuentes de información conduce necesariamente a una equivalente homologación de los periódicos que se elaboran con ellas.

Y si bien las grandes agencias tienen como función utilizar un estilo de redacción aséptico, sin valoraciones explícitas ni adjetivaciones, es evidente que la propia selección de lo que se considera beneficioso al sistema controlado por las transnacionales y sus intereses financieros conlleva a ciertas omisiones. ¿Cómo iba a ser publicado el discurso de denuncia de la presidenta argentina Cristina Fernández que dejaba magníficamente explicitado “todo lo que debe ocultarse”?

Dicho discurso debía ser ocultado a los ojos de los ciudadanos del planeta por las corporaciones económico mediáticas, de opinión excluyente y monolítica, al servicio del pensamiento único, donde la libertad de expresión brilla por su ausencia en el planeta virtual del simulacro.

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