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viernes, 3 de octubre de 2014

LA JUSTIFICADA DESCONFIANZA DE CRISTINA FERNÁNDEZ

LA JUSTIFICADA DESCONFIANZA DE CRISTINA FERNÁNDEZ

EDUARDO SANGUINETTI

 Cristina Fernández, en su discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas días pasados, instaló una frase a la que adhiero: “Yo ya desconfío de todo”.

La desinformación se despliega en un mundo en que no hay lugar, ya, para ninguna comprobación cierta de nada. Cada día hay un mayor número de hombres y mujeres formados e instruidos para actuar en el secreto, entrenados para no hacer más que eso, ya sea desde las macro-corporaciones mediáticas o desde cualquier poder, en acto de confrontar y defecar en la decisión de las mayorías al elegir a sus gobernantes y adherir a sus acciones de gobierno.

Se trata de cuadros especiales de hombres de las más variadas profesiones, armados de archivos reservados, de observaciones y análisis secretos. Mercenarios rentados que disponen de diversas técnicas para la explotación y manipulación de esos asuntos secretos, consumidos con fruición por las burguesías neoliberales rioplatenses, hoy en pie de guerra abierta a la gestión revolucionaria de Cristina Fernández, a pesar de cierto entorno siniestro que podría desdibujar las acciones de la presidenta y al que no adhiero.

Cristina Fernández, en absoluta soledad, se subleva estupendamente a las escleróticas políticas de genocidios, entrega y sumisión. Lo hace impregnada de aires revolucionarios indudables, instancia que provoca la ira y el pánico de la denominada oposición liberal, peronista y de la oligarquía grosera, publicitada en los pasquines “caretas” que conforman las corporaciones económico mediáticas de la denominada prensa argentina.

Cristina escapa a los lugares comunes y a la política marcada por EEUU, tan afecta a desvirtuar el destino de todas las naciones de Suramérica, con su patrimonio cultural degradado. Solo el mercantilismo impuso criterios siniestros para la vida en relación de los pueblos, sometidos a las tendencias anquilosadas, vetustas y consumistas de importación de lo peor.

La presidenta Cristina Fernández, en actitud y aptitud, superó y trascendió al peronismo y sus referentes fascistas, siempre presentes en sindicalistas “gordos” que operan desde la clandestinidad y desde los espacios, otrora asignados a los terratenientes, que conforman delirantes alianzas en PRO del “modelo sojero”, de la Bolsa de Valores, que no encuentran entrada en las salidas libertarias de la presidenta argentina.

Sería admirable que lo manifestado en los discursos de Cristina Fernández, donde la legalidad ocupa un sitial de honor, sea puesta de manifiesto en los medios del mundo, sobre todo y ante todo porque en ellos los Derechos Humanos ocupan un espacio de trascendencia frente a todo tipo de atropello a las libertades de las naciones, a los genocidios a repetición y a todo aquel que tiende a desestabilizar artificialmente economías de países independientes, atacando monedas en una suerte de accionar terrorista económico, tal el caso de los denominados “fondos buitres”.

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