CUANDO
LLEGÓ...
DUNIA SÁNCHEZ
Cuando llegó bajo su
techo las puertas se cerraban, se abrían. Quedo dudosa si continuar volando
entre ellas. Puertas que se cierran y abren. Por qué, se preguntaba. El temor
no hizo hueco en sus carnes sino que se extendió en un entrar y salir que la
llevaba por unas atmósferas abierta donde el tintineo de su vida se visionaba
en fotogramas. Puertas que cierran en el último aliento del recuerdo. Puertas
que se abren en el inspirar e espirar de
una visión nueva. Observaba un jardín
donde la plenitud del astro rey desenvolvía las flores en perfumes que
le susurraba cierta paz. Se erigió a su cama de sábanas blancas y allí se
tendió rodeada por la más exuberancia gotas de pétalos de rosas. Todas las
puertas se abrieron y una fugaz brisa acarició su tez. Espero hasta el
anochecer a su amante. Ese amante que tan había ensoñado en el curso de las
horas. Tic-tac. Tic-tac. Un beso en el cuello la elevo hasta el amor y la luna
hermosa descendió para mirar, para ser caricia de esa pasión. Una pasión perdurable
en el transcurso de los tiempos. Sus bailes enfocaban un sudor de pecho a pecho
así abrazadas con el girar de los años. Y la luna miraba. Y los pétalos de
rosas crecían y crecían. Y las puertas ya ni se abrían, ni se cerraban. Solo
ellas y el infinito amor.
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