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lunes, 3 de diciembre de 2012

POR UNA POLITICA AMBIENTAL


POR UNA POLITICA AMBIENTAL

Eduardo Sanguinetti
Filósofo, Ecologista


El crecimiento económico y el agotamiento de recursos son siempre las dos caras de la moneda de países en "vías de desarrollo", tal el caso de Argentina y Uruguay, hoy enfrentados por la construcción de las dos plantas de celulosa en Fray Bentos (según se estima la más grande inversión de capitales extranjeros en el Uruguay, financiadas en este caso por Botnia, Finlandia y Ence, España, calculada en 1.800 millones de dólares).

Uruguay afirma que no se detendrá la construcción de las plantas; Argentina emite diversas respuestas entre ellas "denuncia ante la Corte Internacional de La Haya", "instancias anteriores de diálogo antes de acudir a la corte internacional", "diplomacia alternativa en Montevideo a cargo de Carlos "Chacho" Alvarez... Lo cierto es que el conflicto va "in crescendo" pues no se puede ni se debe ignorar el papel fundamental del pueblo de Gualeguaychú que no retrocederá de ningún modo ante los reclamos de detener la construcción de las plantas de celulosa. El corte de fronteras forma parte ya de la rutina del gualeguaychense quien, a no dudarlo hoy no dará un paso atrás en su accionar y está dispuesto a todo para mantener su medio ambiente no contaminado.
Antes que nada la fuerza de los argumentos: "derecho a la vida en naturaleza" anteponiendo la masiva fuerza de los hechos: "antes que el derecho al libre tránsito". Sin embargo debo presentarlo de tal manera para que no se conviertan en una visión apocalíptica.
Apuesto por afrontar y solucionar esta controversia, en mi calidad de filósofo y ambientalista de la primera hora en América Latina. Sin la fuerza de los acontecimientos es muy difícil ser escuchado. Fui escuchado en la zona de conflicto, a pesar de la tarea de los informantes y acólitos de siempre que intentaron anular mi accionar (siempre a favor del entendimiento, de la existencia personal, y de la vida). Naturalmente que las personas que componen el pueblo de Gualeguaychú son los primeros actores de esta desgraciada instancia, que no tiene antecedentes en lo que hace a nuestra historia: un pueblo levantando la bandera de sus derechos y poniéndolos en acto.
Pero reclamo a los gobiernos y a políticos "no mentir ni especular" acerca de lo que hace a nuestra calidad de vida, que se establece en el territorio que habitamos y ellos intentan gobernar, con impericia o en el peor de los casos haciendo caso omiso a pactos preexistentes: "Protocolo adicional del Mercosur". En este ámbito se debe avanzar, mediante un monitoreo intensivo de las informaciones; se deben establecer sistemas de alerta temprana y determinar oportunamente los puntos críticos.
Es fundamental el cambio de modelos de producción y consumo, relacionado con "la producción limpia", evitando residuos no degradables (tal el caso plantas de celulosa).
En forma urgente debemos intensificar la discusión sobre el tema "suelos". Debemos estabilizar el potencial productivo de los suelos evitando su contaminación e implementando su saneamiento.
Se debe en forma urgente crear una comisión para el tema ambiental, conformada por especialistas ambientales y no espontáneos ambientalistas que con sus buenas intenciones no lograran desenredar esta coyuntura en la que están sumidos Argentina y Uruguay.
Señalo lo imprescindible de la necesidad de más especialistas al servicio del medio ambiente y no del Banco Mundial, ni consultoras al servicio de instituciones del poder, para actuar en crisis como la planteada hoy.
En el año 1992 asistí en mi calidad de ambientalista a la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro, sin representar a nadie solamente a los millones que no tenían representación, pues los mandatarios allí reunidos no representaban legítimamente a sus pueblos, pues a no olvidar que los intereses políticos se anteponen a cualquier instancia: aun la vida misma, y de no ser así, ¿por qué las guerras?
Debemos admitir y constatar que existen gravísimos problemas relacionados con una crisis de credibilidad en lo que a jefes de estado y soluciones diplomáticas se sucedan.
La solución de muchos de estos problemas ha partido de otras organizaciones.
Lo que debe estar en la mira de quienes tienen responsabilidad y conocimiento de lo que hace a medio ambiente es el desarrollo de normas jurídicas vinculantes de protección ambiental. Debemos configurar un fundamento político que también es una condición indispensable para una política de paz orientada hacia el futuro.

En una sociedad mediática como la actual no solo hay que hacer algo razonable, también se impone una presencia pública, en aras de las causas de deterioro del medio ambiente. Es indispensable modificar en 180 grados la situación planteada. Es posible.
A no olvidar que la ley sobre la protección de la naturaleza ofrece a las autoridades (hoy tan reduccionistas en sus conceptos) declarar zonas de monumento natural en base a su importancia científica.
En una zona protegida no se permite y no se pueden realizar actividades que puedan dañar a la naturaleza.
Es muy difícil predecir lo que el futuro depara en lo que hace a las relaciones entre Argentina y Uruguay.
Me preocupa la intransigencia con que se aborda el tema, que a mi entender no es económico o financiero; pienso que el tema puesto en la mesa del libre comercio con USA forma parte de una estrategia muy hábil del país del norte para enfrentar a dos países vecinos: ¿otra Guantánamo? La inutilidad del Mercosur para arbitrar me apabulla. Tanto coctel, tanto hermano sudamericano, tantas buenas intenciones: hay que legitimarlas en acto.
El más pequeño éxito me alegraría enormemente. Sin embargo, reconozco que guardo cierto escepticismo en cuanto a un feliz término de este interrogante de enormes dimensiones que hace al "affaire Fray Bentos". La consigna del día debería ser como meta prioritaria "una política ambiental global". *



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