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viernes, 30 de noviembre de 2012

LOS EMBATES DE LAS CORPORACIONES DEL CAPITALISMO


LOS EMBATES DE LAS CORPORACIONES DEL CAPITALISMO

Eduardo Sanguinetti.
Filosofo rioplatense


En esta columna de opinión hablaré de mí y mi circunstancia. Escribo este Manifiesto, haciendo uso del enorme derecho que me asiste, exigiendo la reivindicación pública, ante la discriminación sistemática, el atropello a mis tránsitos en libertad, las amenazas constantes de las que soy objeto, algunas cristalizadas en atentados brutales a mi persona y la censura “absoluta” de mi obra escrita y artística a la que me veo expuesto en Buenos Aires, por el accionar mafioso de personeros de los poderes.


Insisto, discriminación y censura sistemática, a las que estoy expuesto, en el “Gulag” pampeano, por las corporaciones empresariales y políticas del capitalismo argentino, y la difamación de la que soy objeto, por los mandarines y mandaderos que conforman el pequeño tejido social de una cultura degradada y necrótica, de mercenarios rentados con nombre y apellido, cuyo accionar deviene de una tendencia que se perpetúa o en el mejor de los casos se asoma en instancias puntuales al estilo de dictaduras del pasado… Una tenencia –y no nos engañemos– a la que siguen aferrados accionando con la más repugnante impunidad, los monopólicos medios de comunicación capitalista, empresarios de corporaciones con sus activos incorpóreos, que conforman el bastardo espectáculo de estas “marionetas del espejismo argentino”.

¿Qué delitos pueden seguir perpetrándose en nombre del terror, el miedo y la discriminación a la diferencia, en una sociedad que toma contacto con una realidad “la mía y de mi familia”, por los temores, caprichos y demás detritus de un sistema congelado en los desgastados niveles de la ‘fama y el éxito’, sin elevarse una voz, ante esta instancia deplorable por la que atraviesa una persona pública y de reconocida trayectoria? ¿Y los derechos humanos tan mentados y nombrados no levantan su voz apagada? ¿Solo tiene derecho a réplica el doméstico Víctor Hugo ilustrado, según pasan los años…? Y solo denuncia el “héroe de la comunicación: el simpático, Jorge

Lanata”… Lo siento: no compro.

Sería fantástico que estos infelices que “vienen por mí” y desean vivir en una democracia para todos, como manifiestan hasta el hartazgo, comiencen a caminar un sendero en felicidad y plenitud, como manifiesta sabiamente, José Mujica y a quien no dudé en proponer desde este medio, para ser nominado al premio Nobel de la Paz, instancia que de inmediato trajo aparejada una serie de amenazas y demás detritus de quién sabe dónde.

Conozco el periodismo argentino y a sus columnistas más destacados que han escrito acerca de mí o de mi obra palabras muy eméritas, como Silvia Hopenhayn, Daniel Pliner, Mario Mactas, Carlos Pagni y muchos otros artistas y escritores con los que he compartido muy buenos momentos, como Mempo Giardinelli, Carlos Ulanovsky, Facundo Cabral, el recientemente fallecido Osvaldo Fatorusso y muchos notables más, que conforman un caleidoscopio existencial, de tendencias y estilos, en este mundo en el que intentamos vivir, no ignoran lo que acontece respecto a mi existencia, asediada por atentados a mi vida, amenazas constantes y: “el silencio enteramente cómplice de los medios que construyen y dibujan la denominada realidad de hoy”.

Espero que el Estado, hoy ausente, actúe señalando e indicando las inercias del presente, que utilice todas las herramientas con las que cuenta, sumado al coraje necesario e indispensable para que este ilícito no quede en una apelación al vacío. No lo ignoren, hay victimarios o verdugos, como prefieran; psicópatas autoritarios personeros del horror que circulan libremente por mi querida ciudad de Buenos Aires.

Sólo tenemos una vida por vivir, creo que debemos honrarla aquí ahora y por siempre anteponiendo la verdad y la transparencia a la contundencia de la mentira, la cobardía y la estafa.

Si no alcanzamos esta dignísima meta, estamos expuestos a transitar una existencia de simulación y farsa donde lo esencial no se ha dicho, donde lo esencial no se ha hecho, rotundamente no es mi ideal.

Que persista la memoria.




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