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viernes, 15 de junio de 2012

La cortina de humo, por Luis Rivero


La cortina de humo



En tanto han comenzado las apuestas sobre la dudosa continuidad del Grecia en el euro, pendiente de los resultados electorales del próximo 17 de junio, en Alemania se vuelve a hablar del llamado “Euroean Redemption Plan (ERP)”, un proyecto presentado a finales del pasado año por el Consejo Alemán de Expertos en Economía y dirigido a la constitución de un instrumento apto para reducir la tasa de interés de la Deuda Pública emitida por los Estados más endeudados de la zona euro.
En síntesis, el proyecto prevé que los Estados trasladen a un “fondo común” el déficit de sus cuentas públicas, en cuanto exceda del límite del 60% del PIB. Y se constituirían –por parte de cada Estado deudor– garantías en base a sus reservas de divisas y oro.  Según el proyecto sugerido por el Consejo de expertos, cada país tendría que garantizar su deuda en el fondo por un depósito del 20% en forma de reservas internacionales (oro y divisas).
 Las deudas “vertidas” en este “fondo común” serían financiadas a través de la emisión de títulos “comunes” (que no son los eurobonos) de cuyo pago responderían los diecisiete Estados  miembros de la eurozona. Pero en la práctica sería sobretodo Alemania la que “soportaría” el mayor peso de este débito público “común”. 
Si un Estado miembro de la eurozona (llámese Grecia, Portugal o España) no pudiese hacer frente a sus propias obligaciones, los derechos de los acreedores (los mercados como tenedores de deuda pública adquirida en subastas) serían satisfechos por el resto de los socios solventes (y en primer lugar por Alemania).
Y aquí surge la primera pregunta: ¿Qué recibe Alemania a cambio de este “gesto solidario” frente a las economías más débiles de la eurozona?
 Los Estados solventes que hicieran frente al pago de la deuda “común” serían resarcidos posteriormente con los activos ofrecidos en garantía por el Estado o Estados insolventes (esto es, divisas y reservas del oro). Y como no podía ser de otro modo, la “gran Alemania” cobraría en primer lugar y en proporción a su aportación “solidaria”, es decir, la mayor parte del “botín”.
Y esto es lo que hace surgir la sombra de la duda, cuando no de la sospecha: ¿Por qué concentrar potencialmente en manos de Alemania la mayor parte de las reservas de oro ofrecidas en garantía? ¿Es que acaso no puede entreverse cierto interés por parte del gobierno alemán de “requisar” todo el oro de Europa para consolidar su posición de dominio en solitario ante un eventual –y cada vez más verosímil– crash del sistema euro? (tal como ha sugerido Virginio Schiavetti en diario de actualidad económica Il Sole 24 Ore del 2 de junio 2012).
Más allá de la “ilusión” de la deuda, de esta cortina de humo,  queda por despejar una incógnita: qué va a pasar con las reservas de oro de los Estados miembros.
El oro es el único valor que ha sobrevivido a todas las crisis económicas y monetarias de la historia de la humanidad. La avidez por su tenencia, cuando no la codicia de algunas naciones, ha provocado guerras e invasiones que ha permitido acumular poder en manos de sus poseedores, y sobre todo a las naciones más poderosas del mundo. Si no, vayamos a la historia: la incautación de oro por parte del gobierno de los EEUU durante el mandato del Presidente Franklin D. Roosevelt en 1933 (la Orden Ejecutiva presidencial 6102 prohibió la posesión de oro entre particulares lo que a decir de muchos, contribuyó después de la II Guerra Mundial a que los EEUU se convirtiera en una potencia hegemónica en el mundo.  Este veto estuvo en vigor hasta el año 1974  en que el Presidente Richard Nixon levantó la prohibición. La reseña, por cierto, la he extraído de la hemeroteca del diario ABC que se hacía eco de la noticia el 11 de julio de 1974). Un episodio de la historia que seguramente se ha silenciado por interés de “algunos” o ha pasado desapercibido para la mayoría de las personas. Como tantas otras cosas. Al respecto sugiero al lector la visión de un sorprendente y no menos interesante documento: el discurso del Doctor Rath en la clausura de un congreso de medicina; en http://www.youtube.com/watch?v=eY9p-ck2Gp0&feature=youtu.be
                   
          Los recientes acontecimientos parecen confirmar algunas de las inquietudes que he apuntado más arriba.  En el diario El Pais del pasado  11 de junio se reseñaba una noticia que –leída entrelíneas– nos puede dar alguna pista de por donde pueden ir los tiros en el controvertido (terminológicamente) “rescate” a la banca española. Señalaba el rotativo que el mismo sábado por la noche, en el descanso del partido de la selección Alemana frente a Portugal (parece que en esto de la Eurocopa se entrecruzan los sarcasmos como una parodia de la realidad), el ministro de Hacienda alemán, daba explicaciones sobre el rescate español y cuál era la posición su gobierno al respecto. Afirmó que su gobierno iba a apoyar la decisión del gobierno español ante la acuciante necesidad de inyectar capital a los bancos.  Y he aquí lo más interesante: el ministro alemán se cuidó de enfatizar que “España garantizará el préstamo y tendrá que devolverlo”.
Y aquí entramos en el meollo de la cuestión. Al margen de las precisiones semánticas en las que parecen entretenerse el gobierno español y algunos medios, que se suman a la humareda, hay que descender al fondo:
Con independencia de la figura jurídica que se articule, sea el Fondo Permanente de Estabilidad (ESM) o cualquier otro (que en esencia, bien pudiera coincidir con el proyecto propuesto por los expertos economistas alemanes, el “Euroean Redemption Plan, ERP) para inyectar dinero en el sistema financiero español; el “préstamo” se efectuará a España y no a los bancos en dificultad. Se trata pues de contraer una nueva deuda por parte del Estado español frente a otros Estados miembros, y particularmente frente a la todopoderosa Alemania.
Y lo que es más importante, este “préstamo” no solo hay que devolverlo sino que además hay que garantizarlo.  No entro ahora en otras condiciones.
La pregunta es: ¿Cómo va a garantizar el Estado la cantidad de hasta  100.000 millones de euros en que podría consistir el préstamo para la banca? ¿Con sus reservas de oro…?
 ¿Cómo van a garantizar los bancos la devolución del capital que reciban a través del FROB?  ¿Con activos inmobiliarios…?
          Son incógnitas que hay que despejar.  A decir del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy: “El asunto está resuelto”, y para dar sensación de normalidad (¿o de credibilidad?) se fue a ver en directo el debut de la selección a Polonia (por cierto, otro mueca que nos depara el destino: el emparejamiento España-Italia, dos claras candidatas… a ser rescatadas). Pero ironías al margen, la cuestión es demasiado seria. Nos estamos jugando los cuartos, y no los cuartos de final en la Eurocopa, precisamente, sino seguir o no en Europa, o salir más arruinados todavía del sistema euro.  Un sistema del que cada vez más voces ponen en duda si fue un acierto o un “error” entrar en él.  
          Detrás de las cortinas de humo semánticas del “rescate” o “no rescate” a la banca, lo que se oculta son las ambiciones y la codicia de la “vieja Alemania” (la misma que llevó a Europa en el pasado siglo a la guerra, por dos veces consecutivas). Si las garantías que pretende Alemania es la “prenda” de las reservas de oro del Tesoro Público, el asunto comienza a ser todavía más que delicado… Las otras cuestiones, no menos inquietantes, están también por despejar.  
Como se suelo decir, “el diablo está en los detalles” y hay que estar muy atentos a la “letra pequeña”.

Luis Rivero Afonso      www.luisrivero.es




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