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sábado, 21 de abril de 2012

"Resistencia de la cultura-indignada-por venir"


"Resistencia de la cultura-indignada-por venir"
Por Eduardo Sanguinetti, filosofo
En la Argentina, en estos años, miles de personas son marginadas a los límites, condenadas a la exclusión, a la marginalidad, consideradas extranumerarias, el excedente descartable del mercado laboral. Son los desaparecidos sociales.
Al tiempo que se aplican las medidas económicas que nos ascienden a las tendencias del Primer Mundo, comienza a profundizarse el mecanismo denominado "desmentida de la percepción". Desde el aparato de propaganda del poder se declama: "No es que aumenta la desocupación, sino que hay más gente buscando trabajo", o sin pudor por la incoherencia: "Hay trabajo, salgan a buscarlo".
Nacen los movimientos de trabajadores desocupados y se destruyen las familias ante los platos vacíos y la publicidad oficial mentirosa, desde donde se instala una relación de poder perversa que induce al acatamiento de la exclusión, la sobreadaptación a la nueva situación y el silenciamiento de los conflictos. Como resultado, las mujeres exigen a sus maridos que busquen trabajo y no fueran "vagos", como dicen por los medios de comunicación.
El objetivo de la desmentida que persigue el relato hegemónico es marginar y silenciar a quien percibe y denuncia lo que efectivamente está ocurriendo, descalificando a quien resiste con el estigma de la locura. Si la persona queda aislada, comenzará a dudar de lo que percibe con el sufrimiento psíquico que esa duda le genera. Muchos callan para evitar la estigmatización. De este modo, el poder pretende moldear la interpretación de lo percibido, ajustándolo a su relato. Entonces, "no hay inflación, sino que no sé buscar los mejores precios"; "hay salud, hay educación, soy yo que no encuentro los servicios que brindan la calidad anunciada". "No hay delito de vaciamiento en YPF, es que por fin recuperamos la soberanía nacional." Es decir, "soy responsable de mi incapacidad de discernir".
El resultado es el escepticismo de los ciudadanos respecto de las instituciones en general y de los partidos políticos en particular. Sumado a éste, la incertidumbre y la imposibilidad de generar proyectos de futuro. Si, además, colaboran los medios de comunicación al servicio de la desmentida de la percepción, se puede generar un daño psicológico masivo atentando contra la salud mental de los integrantes de la sociedad.
No siempre el régimen logra sus objetivos, muchos ejemplos a lo largo de la historia muestran que cada tanto aparece alguien, una persona, un grupo, que, en ejercicio pleno de su libertad, denuncia, como en el cuento de Andersen: "El rey está desnudo".
Un ejemplo de la resistencia y del quiebre del relato hegemónico de los 90 es el Movimiento de Trabajadores Desocupados, MTD-La Matanza, los fundadores de la Cooperativa La Juanita. Los desocupados que se pararon desde la dignidad. Fueron el grito que denunciaba que el hombre puede renunciar a todo, menos a su esencia. El hombre es esencialmente digno. Estamos sanos y  resistimos a la enfermedad. 
Mi pequeño grupo de "Indignados de la Cruz del Sur" encarnan, sin saberlo, el germen de la cultura-indignada-por venir. Cuando los excluidos no tienen cultura-indignada-por venir, cuando deben contentarse, bajo la presión del sistema capitalista, con ideologías retrógradas, shows y distracciones que distan mucho de satisfacer las demandas de placer, se vuelven violentos.
De allí la necesidad de una cultura-indignada-por venir, en una comunidad que vive y no se estanca. Habrá sido por su carácter de indignado, que este grupo vive y no se estanca. Tal vez por eso en 2012 comienzan a llegar, en reconocimiento de su dignidad, los otros: empresarios, industriales, la gente del campo, académicos e intelectuales, que, hermanados en la condición humana, se suman al desafío de superar las diferencias y reconocerse semejantes. Son los excluidos morales.
Esta unión en común, esta comunión, se gesta por fuera de las categorías de clase, de los ideologismos, contradiciendo el discurso del poder que apuesta, cada vez más, a la fragmentación social. En las personas aisladas, la desmentida de la percepción es más poderosa y puede llegar a fragilizar su capacidad de discernir entre la verdad y el relato.
Podemos, a partir de experiencias como ésta, soñar con el renacimiento de un humanismo nuevo, fundado en los más altos valores de la condición humana. Lo lograremos si somos capaces de resistir el relato hegemónico para garantizar la salud mental de nuestra sociedad.


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