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lunes, 1 de agosto de 2011

ESTUDIOS SOBRE NARRATIVA CANARIA

ESTUDIOS SOBRE NARRATIVA CANARIA

Hace unos meses suscitó diversos comentarios en la prensa

canaria este libro del intelectual senegalés Amadou Ndoye.

Leyendo algunas reseñas se incide en lo insólito de este estudio

exhaustivo que ha llevado a cabo durante los últimos lustros de

forma constante el recientemente doctorado por su tesis "la novela

canaria de los 70", el profesor africano Amadou Ndoye.

Ha sido la paciente labor de este metódico y cartesiano analista

certero de nuestra realidad cultural la que ahora arroja este fruto

maduro cuya edición aparece ya agotada a los pocos meses de su

eclosión.

Construir unos universales a partir de experiencias y aportaciones

singulares y concretas como parecen ser las novelas de cuatro

narradores canarios, para la narrativa en particular y para la

literatura en general no es tarea fácil. Pero en la humildad

Amadou Ndoye ha encontrado la llave con la que abrir las

herrumbrosas galgas del viejo caserón de nuestra identidad. En el

amor, también, por una tierra que él ha hecho suya, y que siente y

conoce en la voz de nuestros poetas. Hablar a través del hombre

insular, del hombre sojuzgado, amordazado y extranjero de su

propia realidad, es este y no otro el mensaje identitario de la obra

de Amadou Ndoye.

En el trabajo periodístico de José Almeida "galería de

canariólogos", se vierten opiniones que alentaron o

desencadenaron el interés de nuestro autor por la narrativa canaria

" Canarias ha sido tradicionalmente una tierra de poetas, de muy

buenos poetas como Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso

Quesada, Agustín Millares Sall, etc. aunque yo creo que también

ha habido narradores que no se han valorado lo suficiente..." y

cita a Ángel Guerra, Benito Pérez Armas o Francisco Pimentel.

Añade unas causas a esa prevalencia del discurso poético: " no se

valoraba bastante la narrativa incluso por motivos editoriales ya

que era más fácil editar una colección de poemas que editar una

novela..."

Cifra Amadou en los años 70 la fecha en la que comienza a

pensarse en una buena narrativa en las islas. Y añade que hay que

estar atentos porque pueden surgir textos bastante interesantes.

El presente libro cuando aún era proyecto editorial es analizado

por Ndoye así: "me he ceñido a un aspecto concreto de cuatro

novelas de cuatro escritores canarios. Por ejemplo, me he

interesado por la conducta del canario en la reveladora novela

"Nos dejaron el Muerto" de Víctor Ramírez.; me he interesado

también por los símbolos y la poesía que aparecen en "El

Camarote de la Memoria" de Agustín Díaz Pacheco; me he

interesado por el tema del Descubrimiento en la novela de J.J.

Armas Marcelo "Las Naves Quemadas" y por último me he

detenido en "Faycán", de Víctor Doreste, que a mi modo de ver

encierra lecciones que todavía son válidas para las Canarias en los

años 90, aunque este texto se haya escrito en 1944..."

En estas líneas muestra nuestro autor la futura estructura que

tomará el libro actual.

Amadou Ndoye investido con collares de guijarros de

interminables mareas del Oeste africano, intérprete de cábalas y

teorías del número, se propone empujarnos al exorcismo, de

nuestras engastadas limitaciones caracterológicas insulanas. Y así

cada obra de la narrativa canaria deberá ser vista como un punto

de ruptura para dejar atrás un pasado e inventar en él un futuro

imaginario, una configuración sustraída al tiempo.

El narrador canario y sus fantasmas

Canariedad y Negritud ha titulado Alfonso O´Shanahan la

introducción a estos estudios. Se pregunta que "por qué un

africano senegalés, por más señas, se interesa específicamente por

esos años, (los 70) yo creo que es porque en ese tiempo emerge la

conciencia africana de las islas de mano de dos procesos

descolonizadores (Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental, cita), al

tiempo que sucede una explosión de libertad popular (El

"Manifiesto de El Hierro está datado en 1976)". Nosotros

añadiremos que fueron los años de una auténtica "insurrección

popular". Creo que se pedía "más amor y menos colonialismo" en

una acertada frase del pintor Maximiliano Benítez.

Amadou Ndoye, cita O´Shanahan, es "nueva estirpe de

hispanistas, surgido al calor del Departamento de Español de la

Universidad de Dakar, en el que un canario, Juan Manuel

González Martel, dejó su semilla, supongo que tras maravillarse

(...) que hacia el Sur, existe un universo fabuloso que ignoramos,

el mundo del África Negra"

Así erige a Ndoye y Martel en hitos de una relación que en el

pasado tuvo otro prodigioso encuentro, el que se produjo entre

nuestro poeta García Cabrera y Leopold Shengor. Termina

nuestro prologuista con un dibujo de la inconveniencia de la

ignorancia mutua entre dos pueblos que comparten común

espacio en la fachada atlántica. Destacando la audacia que supone

el paso dado por Amadou sentándose entre nosotros para ocupar

un sitio vacío.

FAYCÁN, EL CAMAROTE DE LA MEMORIA, NOS

DEJARON EL MUERTO, LAS NAVES QUEMADAS

Siguiendo esta vertebración que ha escogido Amadou para su

libro crítico, el autor ha hecho aparecer tras los encabezados

capitulares una serie de citas conductoras. Faulkner, Leandro

Perdomo anteceden a lo que Amadou titula "el viaje de retorno al

rompecabezas de la identidad canaria". Del amplio estudio

señalaré los fragmentos que más han llamado mi atención. Así

esta novela Faycán constituye un alegato a favor de valores y

viejas tradiciones, cuya lengua acogedora de topónimos hace de

faro para otear la noche del tiempo.

Los protagonistas de Faycán son perros que viven en cuevas

como lo hicieron los guanches hasta después de la conquista. El

retrato corresponde al canario sojuzgado y desposeído,

socializado e imbuido de una conciencia de esclavo. Y "cuyas

cicatrices manan más sangre que las mismas llagas". Víctor

Doreste se remonta al origen tapándose bajo el velo del cuento.

No es azar, cada máscara desempeña su papel dentro de su

estrategia.

Sobre las fuentes de oralidad en las que bebe Doreste, Amadou

reflexiona sobre las Canarias de posguerra, donde se perpetuaban

las relaciones de oralidad, en un esquema campesino, entre

miembros de los grupos sociales. Confirma con ello que algunas

de estas características de estilo tienen su origen en tradiciones

orales y se han perpetuado con los tiempos. La preocupación del

Víctor Doreste cuentista le parece muy africana, seguir una

cronología de aconteceres.

El que cuenta despliega varios papeles: dramaturgo, cuentista,

actor; dice: La verdad del arte adapta las situaciones a las metas

que se ha fijado. Los perros se humanizan casi como en aquella

copla: ¡ que calle el hombre, que ladre el perro !

Aprovecha así para disertar un poco sobre el cuento, y así afirma

que el cuento es un sociograma que permite la participación de la

Asamblea en su conjunto y no sólo el protagonismo de los

actores-autores. Sobre la duplicidad psicológica del canario entre

dos personalidades distintas y a veces opuestas.

La actualidad y vigencia del texto es evidenciada por Amadou

cuando nos habla de la autenticidad y valores de autores como

Víctor Doreste. Resalta la conciencia contestataria, su lucha

contra la fatalidad, denuedo por estar cerca de las fuentes orales

remotas, su conciencia de la época. Contra el desprecio cultural la

Nómina nos parece enormemente positiva en tiempos como estos

en que se piden cribas a troche moche para los nuevos narradores

isleños.

El Camarote de la Memoria de Agustín Díaz Pacheco aparece con

el subtítulo de "la historia simbólica y poética de varias

marginaciones" y allí nos son desvelados los más insospechados

secretos sobre esta novela borondina " el canario lucha contra

unos enemigos invisibles, peligrosos e inasibles cuanto que viven,

respiran, duermen con su dueño (...) como decía Galdós el

hombre lleva dentro de sí mismo su propio infierno.

Contradicciones e inestabilidades le sacuden y zarandean a

despecho suyo para mantenerlo fuera del ser. Así el capitán

Montelongo en la novela no dispondrá de hombres sino de " una

colección de incertidumbres, un nudo de desconfianzas". Así el

isleño como aquel protagonista, surgirá de la oscuridad y avanza

sigilosamente, sorprendiendo a sus interlocutores cuando sale a

escena. A lo largo del relato se expone que las sombras, tinieblas

surgen al compás de la lectura. Todo lleva la marca de la

nocturnidad. la noche encubre lo que uno se esconde hasta a sí

mismo. Hijos de la noche, cita Amadou, los protagonistas

caminan, se internan en los meandros y recovecos de su aventura,

aparentemente indolentes, sin importarles demasiado la utilidad

de sus fines; pero hay otra razón, el capitán pensará que: "lo

importante en esta travesía ha sido ir al encuentro del temporal y

capturar la luz. La altura y el abismo de la luz". Ha pensado en el

viaje del insular hacia el mundo de los "hombres libres". Los

procedimientos poéticos de que se vale Díaz Pacheco son

apreciados por Amadou como reminiscencias de la originalidad

surrealista canaria. La poesía hace que los personajes se

incorporen a una realidad cósmica donde fluye una corriente de

animismo que nos permitirá proyectarnos al tiempo mítico para

resucitar la unidad perdida entre historia, personajes, fuerzas

exteriores e impulsiones íntimas. Hombre e isla abrigan el mismo

sentimiento.

Ser de la penumbra que anuncia tensiones y contradicciones que

sacuden a la sociedad, el novelista, el intelectual, tiene un ingrato

e incómodo papel, entre otros destruir mitos tranquilizadores y

falsos. "Cuando el presente contempla ignorancia y enajenación,

no se puede pintar la realidad como lo hacen los vendedores de

sol, pisos y playas". Servilismos, miedos, cobardías. Enquistados

en el étnico inconsciente colectivo se hacen consecuencias en lo

cotidiano. Sumisión y Transgresión. "Entre el Miedo y la

Valentía" titula Amadou su análisis de Víctor Ramírez: es difícil

escapar del condicionamiento del miedo. Por ello el narrador

alerta de que en las llamadas islas afortunadas "no todo el monte

es orégano y que las apariencias engañan". Ndoye hace patente

que el narrador mantiene bajo su tónica de humor los deseos de

superación y justicia y por ello apoya toda iniciativa a "sacudir la

modorra" de sus conciudadanos. Luego destacará, superada la

catarsis de la intimidad, las conductas sorpresivas, el aflojamiento

de los lazos a la norma y la disciplina social. Añadiendo como

conclusión que en el getho de la marginalidad se descubre a unos

hombres atenazados por férreos correajes de una sociedad

opresiva. Son sombras de la platónica caverna que ante la luz

respirarán salud e inocencia al descubrirse a sí mismos.

La obra de Juan Jesús Armas Marcelo "Las Naves Quemadas"

mantiene el subtítulo "una aproximación singular al tema del

descubrimiento" ya que la obra es vista por nuestro autor como

una lectura parótida de la historia. Novela de trastrueques y

desajustes cronológicos, personajes entrecruzados. Así destaca

entre sus rasgos: la parodia, la irrisión y la distancia irónica.

Tratando de acercarse aun más a J.J. Armas Marcelo, Amadou

Ndoye menciona los orígenes acomodados de antiguos

terratenientes antepasados de Armas Marcelo. Su paso por el

colegio de los jesuitas y su visión del colegio como un lugar de

tortura, como "una prensa laminadora de cerebros de donde ha

brotado la anemia moral e intelectual del archipiélago". Así hace

notar que Armas Marcelo ve en su propio destino "lo que

sufrieron unos canarios célebres que tuvieron que aguantar antes

de él la hostilidad e incomprensión de envidiosos y paisanos". Así

lo expresa al recordar que según el escritor reina una mentalidad

cainista en la isla y el que destaca recibe dentelladas. Si tiene que

destacar en definitiva algo especial en la literatura de este escritor

será: su ludismo literario, el ingenio verbal y la vasta cultura

literaria.

El libro como hemos enunciado, responde a un objetivo didáctico.

Dar a conocer una visión de nuestra narrativa desde la perspectiva

más objetiva posible. Desde el vecino país de Senegal. Y aunque

el mundo de las ideas tiene menos fronteras que las físicas o

incluso las del idioma, nosotros nos quedaremos con el valor que

supone para las letras canarias esta aportación ensayística desde el

extranjero, que sin duda ayudará a que el fenómeno de la creación

y el estudio crítico de nuestros autores aparezca en el tono de

calidad y dignidad que Amadou Ndoye ha encontrado en la

literatura canaria a la que estos textos pertenecen.

ROBERTO CABRERA

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