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miércoles, 20 de julio de 2011

OBREROS

OBREROS L. Soriano

Simplemente la palabra que describe a un empleado por cuenta ajena, mayormente del sector industrial y que con su esfuerzo, voluntad, tesón y sacrifico han sacado a sus familias adelante y de paso a las empresas, a la comunidad y a la sociedad en general, me merece el mayor de los respetos. En los países Anglos, se les llama Blue Collar worker en oposición a los White Collar, que serian los administrativos o personal de oficina y gerencia. Trabajadores somos…. Casi todos.

Es por eso que cuando veo que a estos colectivos se les ningunea, desprecia o engaña, me sublevo. Sobre todo cuando se les representa con indignidad, para aupándose sobre sus cansadas espaldas se les usa como trampolín para sus megalomanías, corruptelas, prepotencias o cosas infinitamente peores.

Cuando unos políticos desentrañados utilizan las sagradas siglas de la clase obrera para sus asuntos particulares, enriquecerse y desacreditarlos con acciones sin respeto ni cuidado y consideración por el colectivo al que representan, me encabronan, con los respetos debidos y los perdones necesarios.

Profanar el nombre de la clase obrera, para montar despachos millonarios de influencia, construirse mansiones de ensueño en paraísos fiscales y turísticos, mantener desde hípicas millonarias hasta cadenas de tiendas de lujo, mariscadas en Villa Magna, o en la calle Orense, en Madrid ambas, o incluso para armar broncas en Putiferios de alterne, presumiendo de OBREROS, es que me pone del hígado de verdad. Sus votantes deberían hacérselo mirar por psicólogos experimentados, ya que votar a esta calaña de gentuza es un síntoma de distorsión grave y sesgada de la observación de este mundo.

No es que vea mejor el despilfarro, corrupción o latrocinio desde otras orillas, jamás, no y nunca, pero…. hacerlo desde el pulpito que representa a la clase obrera, me parece degradante, mezquino, asqueroso, patético y degradante.

Es todo lo que tengo que decir, después de reflexionar.

Salud

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