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martes, 10 de diciembre de 2024

¿QUÉ DEMONIOS CELEBRAN?

 

¿QUÉ DEMONIOS CELEBRAN?

El gobierno de Bashar al-Assad en Siria es historia. La llegada de los islamistas de Hayat Tharir al-Sham abre incógnitas y desnuda contradicciones

DIARIO RED

Mohamed Al Jolani, líder del movimiento Hayat Tahrir al-Sham — RTVE Noticias

Es habitual en política aquello de cabalgar contradicciones y llegar a acuerdos tácticos con aliados coyunturales que, a veces, se desligan de los valores estratégicos de un partido, movimiento o incluso milicia. En cierta medida, y en determinadas coyunturas, aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo (o, al menos, mi colega)” puede tener justificación: ¿qué son, si no eso, los gobiernos de coalición?

No obstante, cuando esta máxima se estira hasta el extremo sin considerar variable alguna, se corre el riesgo de caer en algo más que una contradicción. El 8 de diciembre de 2024 será recordado como el día en el que cayó el gobierno sirio de Bashar al-Assad, 53 años después del ascenso de su padre Háfez al-Assad.

El día de ayer, además, evidencio la rapidez con la que algunos sectores mediáticos y políticos pierden la cautela catastróficamente. Es muy probable que, en un tiempo, nos preguntemos qué demonios celebraron aquel 8 de diciembre de 2024 en el que Hayat Tharir al-Sham (HTS), grupo islamista antaño parte de, ni más ni menos, al-Qaeda, tomó Damasco, forzó la huida de al-Assad e inicio un verdadero cambio de régimen en Siria.

Puede que Hayat Tharir al-Sham haya “aprendido a hacer política”, que se haya vuelto más pragmático y que se haya preparado para, eventualmente, dejar las armas y gobernar; es probable que, tal como ha insistido su líder Mohamed al-Jolani, estén dispuestos a aceptar la correlación de fuerzas del muy complejo puzle interno sirio; quizá, incluso, pretendan aceptar la delicada tesitura geopolítica del país (donde se hallan intereses estadounidenses, turcos, rusos, iraníes y libaneses).

“Mohamed al-Jolani es el principal líder de una organización terrorista, el Frente al-Nusrah, afiliado de al-Qaeda en Siria

Puede que todo esto termine siendo, en efecto, cierto. Pero siguen siendo yihadistas con el emirato sirio en el horizonte, a pesar de que medios y líderes occidentales hayan relativizado la agenda de Hayat Tharir al-Sham y hayan blanqueado obscenamente la imagen de sus líderes. El 15 de mayo de 2017, sin ir más lejos, la Embajada estadounidense en Siria difundió un cartel con la cara de al-Jolani y el siguiente texto:

“Mohamed al-Jolani es el principal líder de una organización terrorista, el Frente al-Nusrah, afiliado de al-Qaeda en Siria. Bajo el liderazgo de al-Jolani, el Frente al-Nusrah ha llevado a cabo múltiples ataques terroristas a lo largo y ancho de Siria, a menudo dirigidos contra civiles. El Gobierno estadounidense ofrece una recompensa de hasta 10 millones de dólares por información sobre al-Jolani”.

¿Qué ha cambiado? ¿Cómo ha pasado al-Jolani de ser un terrorista afiliado con al-Qaeda a un rebelde sirio? Pues la geopolítica, claro. Con todas sus contradicciones, el gobierno sirio de Bashar al-Assad, que ya es historia, contaba con reconocimiento regional y mantenía una frágil estabilidad en el marco de los complejísimos equilibrios étnico-religiosos en Siria. No obstante, sus fuerzas armadas fueron durante mucho tiempo un tigre de papel dependiente de las tropas del Eje de la Resistencia y del apoyo ruso; por eso representaba los intereses de ambos Estados.

Tal como ocurrió no hace mucho con Afganistán, es probable que los gobiernos occidentales acepten la “estabilidad” que buscará traer HTS al país a cambio de consentir el establecimiento de un régimen yihadista

Con la victoria islamista en Siria, probablemente pierde Rusia, Irán y el Eje de la Resistencia, aunque está por ver cómo se concreta la voluntad de negociación de Hayat Tharir al-Sham; gana, claramente, Turquía, que ha apoyado a HTS y al SNA de manera contundente desde que a fines de noviembre se descongelase la guerra civil.

El pueblo sirio podría enfrentar una balcanización que condujese a una segunda guerra civil, pero ¿cuándo al ecosistema mediático y político de Occidente le han importado los sirios y, más en concreto, las sirias? La única clave era que fuese tumbado el gobierno de al-Assad, antiestadounidense, prorruso y proiraní; todo lo demás era secundario.

Tal como ocurrió no hace mucho con Afganistán, es probable que los gobiernos occidentales acepten la “estabilidad” que buscará traer HTS al país a cambio de consentir el establecimiento de un régimen yihadista. En última instancia, toda contradicción secundaria parece perder peso cuando la geopolítica entra en escena. Si se compromete a atentar los intereses rusos e iraníes en Siria, Estados Unidos aceptará alegremente la consolidación del régimen yihadista en el país.

En este sentido, conviene no perder la perspectiva. La caída del gobierno de Bashar al-Assad no ha sido consecuencia de un proceso de acumulación de fuerzas por parte de las clases trabajadoras, así como tampoco ha representado los intereses de una Siria diversa étnica y religiosamente. Se ha tratado de una ofensiva islamista que, apoyada por Turquía, ha logrado prosperar y tomar las arterias de la institucionalidad siria.

Aunque es incierto el desarrollo de las negociaciones del nuevo “oficialismo” sirio liderado por al-Jolani, lo que es innegable es su carácter. Hayat Tharir al-Sham tiene una agenda islamista y, además, cuenta ahora con la capacidad orgánica de defenderla desde el Estado. En algún momento, algunos sectores occidentales deberán definir cómo es posible que las contradicciones de al-Assad fueran inasumibles, pero las de HTS no.

 

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