¿QUÉ DEMONIOS CELEBRAN?
El gobierno de Bashar al-Assad en Siria es historia. La llegada de los
islamistas de Hayat Tharir al-Sham abre incógnitas y desnuda contradicciones
DIARIO RED
Mohamed Al Jolani, líder del movimiento
Hayat Tahrir al-Sham — RTVE Noticias
Es
habitual en política aquello de cabalgar contradicciones y llegar a acuerdos
tácticos con aliados coyunturales que, a veces, se desligan de los valores
estratégicos de un partido, movimiento o incluso milicia. En cierta medida, y
en determinadas coyunturas, aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi
amigo (o, al menos, mi colega)” puede tener justificación: ¿qué son, si no eso,
los gobiernos de coalición?
No
obstante, cuando esta máxima se estira hasta el extremo sin considerar variable
alguna, se corre el riesgo de caer en algo más que una contradicción. El
8 de diciembre de 2024 será recordado como el día en el que cayó el gobierno
sirio de Bashar al-Assad, 53 años después del ascenso de su padre Háfez
al-Assad.
El día de ayer, además, evidencio la rapidez con la que algunos sectores mediáticos y políticos pierden la cautela catastróficamente. Es muy probable que, en un tiempo, nos preguntemos qué demonios celebraron aquel 8 de diciembre de 2024 en el que Hayat Tharir al-Sham (HTS), grupo islamista antaño parte de, ni más ni menos, al-Qaeda, tomó Damasco, forzó la huida de al-Assad e inicio un verdadero cambio de régimen en Siria.
Puede que
Hayat Tharir al-Sham haya “aprendido a hacer política”, que se haya vuelto más
pragmático y que se haya preparado para, eventualmente, dejar las armas y
gobernar; es probable que, tal como ha insistido su líder Mohamed al-Jolani,
estén dispuestos a aceptar la correlación de fuerzas del muy complejo puzle
interno sirio; quizá, incluso, pretendan aceptar la delicada tesitura
geopolítica del país (donde se hallan intereses estadounidenses, turcos, rusos,
iraníes y libaneses).
“Mohamed al-Jolani es el
principal líder de una organización terrorista, el Frente al-Nusrah, afiliado
de al-Qaeda en Siria
Puede que
todo esto termine siendo, en efecto, cierto. Pero siguen siendo
yihadistas con el emirato sirio en el horizonte, a pesar de que medios y
líderes occidentales hayan relativizado la agenda de Hayat Tharir al-Sham y
hayan blanqueado obscenamente la imagen de sus líderes. El 15 de mayo de 2017,
sin ir más lejos, la Embajada estadounidense en Siria difundió un cartel con la
cara de al-Jolani y el siguiente texto:
“Mohamed
al-Jolani es el principal líder de una organización terrorista, el
Frente al-Nusrah, afiliado de al-Qaeda en Siria. Bajo el liderazgo de
al-Jolani, el Frente al-Nusrah ha llevado a cabo múltiples ataques terroristas
a lo largo y ancho de Siria, a menudo dirigidos contra civiles. El Gobierno
estadounidense ofrece una recompensa de hasta 10 millones de dólares por
información sobre al-Jolani”.
¿Qué ha
cambiado? ¿Cómo ha pasado al-Jolani de ser un terrorista afiliado con al-Qaeda
a un rebelde sirio? Pues la geopolítica, claro. Con todas sus contradicciones,
el gobierno sirio de Bashar al-Assad, que ya es historia, contaba con
reconocimiento regional y mantenía una frágil estabilidad en el marco de los
complejísimos equilibrios étnico-religiosos en Siria. No obstante, sus
fuerzas armadas fueron durante mucho tiempo un tigre de papel dependiente
de las tropas del Eje de la Resistencia y del apoyo ruso; por eso representaba
los intereses de ambos Estados.
Tal como ocurrió no hace mucho
con Afganistán, es probable que los gobiernos occidentales acepten la
“estabilidad” que buscará traer HTS al país a cambio de consentir el
establecimiento de un régimen yihadista
Con la
victoria islamista en Siria, probablemente pierde Rusia, Irán y el Eje de la
Resistencia, aunque está por ver cómo se concreta la voluntad de negociación de
Hayat Tharir al-Sham; gana, claramente, Turquía, que ha apoyado a
HTS y al SNA de manera contundente desde que a fines de noviembre se
descongelase la guerra civil.
El pueblo
sirio podría enfrentar una balcanización que condujese a una segunda guerra
civil, pero ¿cuándo al ecosistema mediático y político de Occidente le han
importado los sirios y, más en concreto, las sirias? La única clave era que
fuese tumbado el gobierno de al-Assad, antiestadounidense, prorruso y proiraní;
todo lo demás era secundario.
Tal como
ocurrió no hace mucho con Afganistán, es probable que los gobiernos
occidentales acepten la “estabilidad” que buscará traer HTS al país a cambio de
consentir el establecimiento de un régimen yihadista. En última
instancia, toda contradicción secundaria parece perder peso cuando la
geopolítica entra en escena. Si se compromete a atentar los intereses rusos
e iraníes en Siria, Estados Unidos aceptará alegremente la consolidación del
régimen yihadista en el país.
En este
sentido, conviene no perder la perspectiva. La caída del gobierno de Bashar
al-Assad no ha sido consecuencia de un proceso de acumulación de
fuerzas por parte de las clases trabajadoras, así como tampoco ha
representado los intereses de una Siria diversa étnica y religiosamente. Se ha
tratado de una ofensiva islamista que, apoyada por Turquía, ha logrado
prosperar y tomar las arterias de la institucionalidad siria.
Aunque es
incierto el desarrollo de las negociaciones del nuevo “oficialismo” sirio
liderado por al-Jolani, lo que es innegable es su carácter. Hayat
Tharir al-Sham tiene una agenda islamista y, además, cuenta ahora con
la capacidad orgánica de defenderla desde el Estado. En algún momento, algunos
sectores occidentales deberán definir cómo es posible que las contradicciones
de al-Assad fueran inasumibles, pero las de HTS no.
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