ISRAEL: DE LA
POLÍTICA DE GUETOS
A LA SOLUCIÓN FINAL
Estamos viviendo una tregua, no un alto el fuego y el desenlace se
aproxima. Pasa por expulsar a la totalidad de los habitantes de Gaza hacia
Jordania y Egipto, que rechazan la propuesta
Destrucción
causada por los bombardeos israelíes sobre Gaza
a principios de
2023. / Mohammed Hajjar
Adolf
Hitler llegó al poder aupado por su fobia antijudía y por su teoría sobre la
superioridad de la raza aria, tesis demenciales que desarrolló en su obra
emblemática: Mein Kampf (Mi lucha). Supo, sobre todo, recoger y
potenciar el malestar de la sociedad alemana, que se consideraba agraviada por
los castigos impuestos en el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera
Guerra Mundial. Según sus cláusulas, Alemania debía aceptar toda la
responsabilidad moral y material de haber causado la guerra, y quedaba obligada
a desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y
pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. Una
vez que Hitler obtuvo la mayoría de los votos (33%), fundó el Tercer Reich, que
como ya anunciaba en su libro, tenía que ser una dictadura.
Obsesionado por la necesidad de perseguir y eliminar a los judíos, comenzó por implementar una política segregacionista que consistía en recluir a todas las personas perteneciente a esta etnia en guetos. Esta medida tuvo su origen en el siglo XVI en la ciudad de Venecia, donde los judíos eran forzados a vivir apartados del resto de los venecianos. Se elegía un área de la ciudad para recluirles en condiciones de marginación y sometidos a severas medidas de control y aislamiento. Según los historiadores, el número de guetos en Alemania y sus zonas de influencia llegó a alcanzar la cifra de mil.
La
política de guetos, aislados por muros y barreras, no surtió los efectos que
Hitler esperaba, ya que las poblaciones oprimidas se revelaban y creaban
continuos enfrentamientos con las fuerzas alemanas que culminaron con la
revuelta del gueto de Varsovia. Fue implantado en el centro de la capital
polaca en diciembre de 1940, hasta su destrucción total en mayo de 1943, un mes
después de iniciado el levantamiento armado judío en contra de la ocupación
alemana.
Las
bases para llegar a la solución final las pone una sentencia del Tribunal
Supremo de Israel que legitima los asesinatos selectivos de presuntos
terroristas
Enfurecido
por el fracaso, Hitler ordenó a Hermann Goering que convocase una reunión de
líderes nazis para preparar y ejecutar “una solución completa del problema
judío”, también conocida como “solución final”. Según los documentos
encontrados por los historiadores, hubo varias reuniones en una zona cercana a
Berlín conocida como la Wannsee. En una celebrada el 31 de julio de 1941,
Hermann Goering autorizó a Reinhard Heydrich a preparar y ejecutar un plan que
acabase con los problemas que se estaban viviendo. En este encuentro estuvo
presente Heinrich Himmler, que había visitado España en 1940. Al finalizar la
Guerra Civil, el régimen fascista había creado unos cien campos de
concentración por todo el territorio nacional. Es muy posible que Himmler comentase
esta iniciativa y la ofreciese a los convocados como alternativa. No tengo
datos, pero me someto a las rectificaciones de los historiadores. Inicialmente
se crearon cinco centros de exterminio, entre ellos el de Auschwitz-Birkenau,
de cuya liberación por el ejército ruso se cumplen ahora ochenta años. Tiempo
después, en el juicio al oficial de las SS Adolf Eichmann, que participó en las
reuniones, salieron a la luz detalles nuevos. Eichmann aclaró que la expresión
“tratamiento apropiado” para los judíos que se recogían en las actas
significaba su exterminio.
Paradójicamente,
el Estado de Israel ha seguido los métodos utilizados por los que consumaron el
Holocausto. Su política se basa en los textos bíblicos. Yahvé proclamó que los
territorios de Judea y Samaria, en los que se encuentran Cisjordania y la
Franja de Gaza, eran la tierra prometida exclusivamente para los judíos. Con
esta protección divina han actuado desde su creación hasta el momento presente.
Si uno repasa los mapas israelíes, podrá comprobar que estas denominaciones no
existen, todo es el West Bank, es decir, el lado oeste del río Jordán.
Admitieron, como toda concesión, una línea de separación de los dos Estados
(Green Line).
La
convivencia nunca fue pacífica. Ante los abusos violentos del expansionismo
sionista ocupando por la fuerza territorios de Cisjordania y la provocación de
la Explanada de las Mezquitas, una parte de la población palestina reaccionó
con las Intifadas y los atentados suicidas. La inmediata reacción del Gobierno
de Israel no pudo ser más acorde con las máximas bíblicas. Las viviendas de los
familiares de las personas que habían cometido los atentados fueron demolidas y
sus habitantes tuvieron, además, que pagar los gastos del derribo.
Con
el pretexto de defenderse contra el terrorismo, el Gabinete israelí, en una
reunión del 14 de abril de 2002, acordó la construcción de un muro siguiendo el
trazado de la línea verde. No dudaron en cortar poblaciones, obligando a
sus habitantes a realizar desplazamientos larguísimos para acceder a las
tierras de cultivo, escuelas o servicios sanitarios. En la ciudad de Jerusalén,
cerca del Huerto de los Olivos, la altura alcanza los ocho metros. En diciembre
de 2003, la mayoría de los Estados miembro de la Asamblea General Naciones Unidas
recabaron la opinión consultiva de la Corte Internacional de La Haya sobre la
legalidad del muro a la luz del derecho internacional humanitario. Sobre el
terreno se puede comprobar hoy que su verdadero designio es el de asfixiar
cualquier posibilidad de desarrollo del pueblo palestino. Como dicen: “El muro
no nos quita la vida, nos quita la posibilidad de vivir”.
En
síntesis, la Corte Internacional de Justicia ha declarado que “la construcción
del muro en el territorio palestino ocupado ha entrañado, entre otras cosas, la
requisa y la destrucción de hogares empresas y establecimientos agrícolas”.
Añade que la construcción, dentro de los territorios ocupados y su régimen
asociado, son contrarios al derecho internacional. Jean Ziegler,
vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas, califica la muralla como un verdadero apartheid y considera que
se trata de un procedimiento de facto de anexión de territorios por parte de
Israel. En definitiva, reproduce la política de guetos. Al franquear el muro
que da acceso a la ciudad de Belén se puede ver una pintada impresa que dice:
“Entra usted en un gueto construido por los que murieron en el gueto de
Varsovia”.
El
salvaje atentado de Hamás en octubre de 2023 ha sido el pretexto esperado para
poner en marcha, definitivamente, la solución final
Las
bases para llegar a la solución final las pone una sentencia del Tribunal
Supremo de Israel que legitima los asesinatos selectivos de presuntos
terroristas, aunque con ello se acabe con la vida de las personas que están
cerca ocasionalmente. Como se dice en su texto, el terrorista se presenta como
una hidra de dos cabezas, por lo que el ejército puede disparar o bombardear
sin tener en cuenta los daños colaterales. Es justo reconocer que la demanda
contra los asesinatos indiscriminados la había interpuesto una organización de
derechos humanos israelí.
El
salvaje atentado de Hamás en octubre de 2023 ha sido el pretexto esperado para
poner en marcha, definitivamente, la solución final. Desde hace muchos años, la
política expansionista de los asentamientos tiene como objetivo expulsar a los
habitantes palestinos y reducir su espacio vital. Actúan como los colonos
americanos con los territorios que pertenecían a los indios aborígenes. Ahora cuentan
además con el Séptimo de Caballería encabezado por el general Donald Trump. No
dispongo de los datos, pero seguramente serán impactantes, si se conoce el
número de kilómetros cuadrados que se han ocupado.
Para
culminar los últimos objetivos de la solución final, Israel, de la mano de su
padre protector, los Estados Unidos de Norteamérica, ha emprendido una ofensiva
sangrienta, sin precedentes en la historia reciente de nuestra civilización. En
el mundo del derecho internacional nadie puede poner en duda que estamos
contemplando la consumación alevosa de verdaderos crímenes de guerra y lesa
humanidad, definidos en el Estatuto de la Corte Penal Internacional.
El
terrorista ya no es una hidra con dos cabezas sino con miles de ramificaciones
que pueden ser exterminadas sin miramientos. Las cifras de asesinados son
pavorosas. Se elimina a los periodistas que pueden dar testimonio de la
masacre. La destrucción se extiende a todas las infraestructuras necesarias
para vivir (escuelas, hospitales, viviendas, campos de refugiados, sedes de
organizaciones humanitarias) provocando secuelas que aumentarán inevitablemente
el número de víctimas.
La
Asamblea General de Naciones Unidas tienen la obligación de requerir
urgentemente al Estado de Israel que aclare cuál es su posición futura
Lo
que estamos viviendo en estos momentos es una tregua y no un alto el fuego. Los
bombardeos y lo asesinatos del ejercito continuarán. La solución final se
aproxima. Así lo ha anunciado el presidente Donald Trump. Pasa por expulsar a
la totalidad de los habitantes de Gaza hacia Jordania y Egipto que, como era de
prever, rechazan la propuesta. Gaza tiene una larga franja de playas a orillas
del Mediterráneo y disfruta de un clima benigno. Trump, que amasó su fortuna
con el negocio de la construcción, no va a renunciar a un negocio muy rentable.
Levantar, a coste cero, un centro turístico que necesitará el retorno de
algunos habitantes como mano de obra barata.
La
Asamblea General de Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad tienen la
obligación de requerir urgentemente al Estado de Israel que aclare cuál es su
posición futura sobre la Franja. Retirarse, dejando a sus habitantes en una
situación de penuria y hambre insostenible, o anexionarla como un asentamiento
más. Si la comunidad internacional permite esta última opción, el próximo
objetivo será Cisjordania y gran parte del Líbano. El difícil equilibrio en el
que se mantiene el orden jurídico internacional saltará por los aires. El
porvenir, como decía uno de los textos de historia de mi infancia, se presenta
oscuro e incierto.
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