VENID
DUNIA SÁNCHEZ
Venid, venid
quiero escuchar el canto de las olas rotas, de la hierba estrangulada por un
noviembre donde el sol truena. Venid, venid sé parte de mi corazón cual
confunde el amor cuando de sus lágrimas pena en la penumbra. Venid, venid
amadas de mis sueños, conversar con los cielos yermos es muy cruel, es muy duro
y el mal alborota esta casa donde mis pasos se pierden en la nada. Venid, venid
santuario de cetáceos, sed vientre de un nuevo camino que me lleve hasta la
calma tras está tormenta de la dejadez, del desánimo, de los aires malhumorados
de las jornadas. Una luz penetra en mi pecho y el baile da pie a un
piano sollozante cuando su amada se refleja en un espejo donde mi cuerpo se
mece con el sonido de cuerdas de una vida que no me pertenece. Venid, venid
arboledas de la sombra, de la lluvia grácil de nuestros deseos. Aquí estoy,
frente al mar, su infinitud es trinar de mi verticalidad bajo un horizonte
callado, remoto. Me descalzo, corro por el pasillo y el sudor expulsa el olvido
¿Me recuerdas? Aquí estoy amor en las esferas enrarecidas de quererte, de
amarte en la oscuridad de las lunas. Venid, venid deseos vanos, caracolas
murmuran su nombre y aquí estoy, donde las manos no alcanza tus labios, bajo el
abismo de acantilados donde las olas rompen.
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