TRES JARRONES CHINOS: EL DISCRETO,
EL HOSCO Y EL ACRE
ROSA MARÍA ARTAL
Los expresidentes españoles Mariano
Rajoy y Felipe González, junto
al portugués Antonio Costa, en el Foro
La Toja.
No es casual que comparezcan ahora:
están trabajando. Lo importante es el objetivo. Al final, regada y protegida
por todo ese aparato siniestro y temible que aúna a la política neocon, medios
a su servicio, poderes financieros o la justicia cuestionable, está Isabel Díaz
Ayuso, dada su absoluta carencia de escrúpulos
De alguna manera es Mariano Rajoy el más hábil, a los otros dos les sale por los poros la soberbia y la rabia y se les nota demasiado. Coinciden también Aznar y González en los vínculos de poder que mantienen, sobre todo el popular entroncado plenamente en la internacional ultraderechista. Rajoy nunca tuvo influencia en el meollo mundial. Pero los tiritos que lanza de vez en cuando son muy comentados, dado ese presunto gracejo suyo. El que, por cierto, Feijóo trata de imitar con bastante mala sombra.
No es casual que comparezcan ahora:
están trabajando. Todos ellos. Cuando se nos cuenta esa fábula de “la gran ofensiva social de Feijóo” que teme “Ferraz” –por
si alguien no lo ve por sus propios ojos en las Comunidades Autónomas que
gobierna el PP y carece por completo de memoria–, conviene recordar la verdad
de las políticas nacionales del PP con el que aparece como el más moderado de
los presidentes de Gobierno que ha tenido el partido. Desde La Moncloa, la
capacidad de acción es mayor y abarca más aspectos, salvo, al parecer, para
Pedro Sánchez, que sigue sin acometer con firmeza una respuesta a los intentos de
desestabilizar la democracia que padece nuestro país.
Los medios siempre han tratado a Rajoy de forma exquisita. Como
si fuera un político vulnerable a proteger. Cinco veces ministro y
vicepresidente primero con Aznar (un PP puro), se comió la catástrofe del Prestige servida
con hilillos de plastilina y los atentados del 11M secundando al Aznar que le
nombró “su sucesor” en el partido a la vieja usanza. La entrevista de portada
de El
Mundo, el 13M, en jornada de reflexión le remató para las
elecciones y las perdió. Salía tras la gran manifestación del “¿Quién ha sido?”
asegurando: “Tengo el convencimiento moral de que ha sido ETA”, cuando sabían
de sobra la autoría yihadista. Sería quien iniciara, por ello, la idea de
que el Gobierno era ilícito con una persecución implacable al presidente
socialista Rodríguez Zapatero desde el primer día al último.
La prolongaron durante todo el mandato del PSOE. No menos de 13
manifestaciones contra sus leyes, ocho más para protestar por la política
antiterrorista del Gobierno que terminaría dando frutos: fue con Zapatero
cuando se produjo el cese de la violencia de la ETA. Incuestionable.
Rajoy ganó las elecciones en 2011 y de nuevo en 2015, en esta
ocasión con mayoría absoluta. Su gestión destructiva del Estado del Bienestar y
de derechos esenciales ha quedado opacada quién sabe por qué. Aunque
imaginación no nos falta. Con Rajoy cayeron, para empezar, los directores de
los tres principales periódicos españoles Pedro J. Ramírez (El Mundo),
Javier Moreno (El País) y José Antich (La Vanguardia )
y se produjo la toma de RTVE por el lobby del PP, que sigue muy
activo por cierto.
Lo curioso es que, en la performance de La Toja, junto a Felipe
González y el expresidente portugués –suponemos que atónito–, Rajoy se atrevió
a hacer un sketch sobre Mario Draghi, el entonces presidente
del BCE, ahora que presenta un plan de estímulo económico para la UE. Afirmó
jocosamente que da dinero a los rojos y que a su Gobierno no le dio nada. Es
absolutamente falso, fue al revés. Las inyecciones de Draghi sobre la prima de
riesgo española, disparada hasta más de 500 puntos en 2012, lograron bajarla en tiempo récord y a niveles mínimos.
Su ayuda fue decisiva. Ya saben que mentir está avalado hasta por el Tribunal
Supremo (caso Inda/Pablo Iglesias), pero tiene graves consecuencias. Y desde
luego es muy ilustrativo ver la desfachatez con la que mienten.
De libro, el multimillonario rescate bancario que suscribió
Rajoy. Lo hemos pagado casi íntegramente. A diferencia de otros países, nuestro dinero no se ha recuperado y buena parte de él se dio por perdido.
A la derecha se le pierden los millones que es un gusto y nunca pagan por ello.
Su Gobierno usó con profusión la tijera. Sus primeros
Presupuestos Generales del Estado recortaron Educación y Sanidad en 10.000
millones de euros. En Sanidad, se estableció el copago farmacéutico y salieron
de la cartera subvencionada más de 400 medicamentos que el enfermo debía pagar
en su integridad, para “ahorrar” 450 millones de euros al erario. Cosas
“superfluas”: antidiarreicos, antitusivos y expectorante, antiácidos, lágrimas
artificiales, vasodilatadores periféricos, entre otros. Las Comunidades
del PP (11 de 17 en este momento) han avanzado en aquella labor depredadora de
la sanidad pública.
Se congelaron las pensiones, se rebajaron en realidad, al
cambiar el baremo desvinculándolo del IPC. Todos los ministerios sufrieron
recortes, todos los servicios, la investigación científica, la cultura, las
bibliotecas públicas para las que que no presupuestaron ni un solo euro, la
ayuda a la dependencia. Todo un pionero, Rajoy,
Su Reforma Laboral precarizó el empleo y los derechos laborales.
Restricciones en los subsidios de desempleo con aquella otra mofa de una Fabra,
Andrea, gritando desde el escaño “que se j****”, encima.
En derechos se implementó la Ley Mordaza (criticada
internacionalmente por “autoritaria y con tintes franquistas”). El anuncio de
su reforma ha hecho poner el grito en el cielo a los más extremistas del PP
como Aznar y Ayuso. El gasto en antidisturbios y material de protección pasó de
173.670 euros en ese ejercicio a una previsión de 3,26 millones en 2013. Y el
presupuesto a cinco años vista se disparó a 10 millones de euros. Un aumento total de 1.780 %
Fue una época de especial corrupción, de cambios estratégicos en
las cúpulas policiales que investigan la corrupción, en la forma de elegir el
Poder Judicial (a la que luego, en su cinismo, han usado para retener ese
órgano seis años más de los previstos).Y no podemos olvidar las cloacas del
Estado, por las que aún se juzga a su ministro de cabecera Jorge Fernández
Díaz, para inventar basura sobre sus rivales políticos, Podemos y el
independentismo. En este tema, la justicia ha considerado al presidente de ese
mismo Gobierno, Mariano Rajoy, víctima del síndrome Infanta Cristina de Borbón,
que no se entera de nada, lo mismo que Esperanza Aguirre.
Con ser llamativo, es solo un esbozo, hay mucho más. Por eso el
campechanismo de botella chirría bastante, pero lo usa para decir con plenos
altavoces: España no vive su mejor momento. Aquellos lodos trajeron estos
barros movedizos. Ahora en pista de salida, Feijóo, un jarrón chino ya, sin
haber pasado siquiera por La Moncloa. Mucho menos eficaz que Rajoy en su labor
promocional aunque lo imite.
Al final de todo ese camino queda la depositaria de todas las
esencias, regada y protegida por todo ese aparato siniestro y temible que aúna
para su labor a la política neocon, medios a su servicio, poderes financieros,
o la justicia cuestionable, incluso la Iglesia que invita a Ayuso y sus 7.291
ancianos pendientes a recibir la Eucaristía, paradójicamente, en la “Congregación de Nª Sra. de la Soledad y el Desamparo”.
La elegida, en pista de salida, es Isabel Díaz Ayuso, dada su absoluta carencia
de escrúpulos para hacer lo que convenga, sin importarle en lo más mínimo a
quién dañe.
La presidenta de Madrid, con aspiraciones mayores, anda estos
días a tope usando todas las instituciones de las que dispone para intentar
desgastar al Gobierno de España, con una gran colaboración del equipo. Quiere
llevar a Begoña Gómez y a Pedro Sánchez a declarar en la Asamblea de Madrid,
sin base alguna real, como acredita hasta la UCO de la Guardia Civil,
continuando la labor de Peinado y los tribunales de Madrid. Mientras, ella
cierra toda investigación sobre los descarados trapicheos suyos y de su
familia. Y para gancho de su afición se desparrama con la incontinencia
exacerbada de su cerebro trumpista. Ayuso acusa al Gobierno de querer
“envenenar y perseguir” a los propietarios que no quieran poner su piso en
alquiler, dice que “el Gobierno socialcomunista quiere una sociedad drogada con
un plan global para controlarnos así” –sin apiadarse de Feijóo y sus amistades–
o defiende textualmente los asesinatos de niños en Gaza “porque no se va a
bombardear con flores”. Hasta se ha atrevido a soltar que ETA está más viva que
nunca.
En su caso no es que no vea ni cochazos, ni áticos, ni
comisiones, ni siquiera se enteró –se diría– de la bomba que arrojó sobre las residencias
de ancianos a su cargo. Y es que hay cosas y seres que desde cierto ángulo ni
se ven ni se sienten. Es tal el grado de impunidad que siente que ataca
desde esa podredumbre en la que realmente vive con una osadía paradigmática.
Dicen que el PP sube en las encuestas, sí. Sus trampas y
propagandas les cuesta, nos cuesta. El jarrón chino avinagrado, desde sus
desmanes en la cumbre de las Azores, los atentados del 11M y sus atroces
mentiras para conservar el Gobierno para el PP, se atreve a calificar al
Gobierno de “encanallamiento moral”, trabaja también por ello, a la brava, a lo
turbio.
Y no es descartable que el tercero, Felipe González, sonría en
un rincón a ver si por fin se restablece la España que le gusta. Él también
anda muy tocado por los audios con las confidencias de cama de Juan Carlos I y
la vedette en
los que el rey canta más de la cuenta. Felipe González le ayudó y le está
agradecido. Pero no hay grandes riesgos de que en esta España de hoy se sepa
mucho más. Quieto todo el mundo, tranquilos todos. Y menos si retoman sitio en
La Moncloa los jarrones chinos, al mando de ese barro sucio que ahora modelan.
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