LECCIÓN DE DERECHO INTERNACIONAL A PEDRO
SÁNCHEZ POR EL SÁHARA
SATO DÍAZ
Jefe de Política en 'Público'
Una mujer con una pancarta en la que se
lee "libre" durante la marcha final en España por la Libertad del
Pueblo Saharaui. Imagen de archivo. Europa Press
A veces David vence a Goliath. La sentencia emitida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea este viernes, que anula los acuerdos de pesca entre la UE y Marruecos por incluir las aguas del Sáhara Occidental, es un buen ejemplo de ello. Hacía falta. Precisamente ahora, cuando el mundo parece sucumbir a la oscuridad y la sinrazón, un destello de luz; un golpetazo de Derecho Internacional que nos recuerda que la razón permanece a los sátrapas y gobiernos de turno, que el mundo es mejor cuando se regula en base a unas normas que los poderosos tienen que respetar.
La sentencia es
muy relevante no solo por lo que dicta con respecto a la pesca y en contra del
expolio de los recursos naturales del pueblo saharaui, sino también por el
contenido político implícito que tiene. En primer lugar, el escrito emanado del
mayor órgano jurisdiccional de la UE recuerda que el Sáhara Occidental es un
territorio no autónomo, es decir, que es un territorio diferenciado de
Marruecos. Al pronunciarse Luxemburgo, acaba con la tesis expansionista del
monarca Mohamed VI y el Gobierno marroquí, quienes defienden la marroquinidad
del Sáhara Occidental. La presencia de Marruecos en el territorio solo es, por
lo tanto, un ocupación. Por cierto, una ocupación violenta y sangrienta que se
perpetúa gracias a un férreo control militar, una cruel política de desplazar
colonos marroquíes a los territorios ocupados y la violación sistemática de los
derechos más elementales de la población saharaui.
El tribunal
europeo también reconoce que, para llegar a un acuerdo que implique a los
recursos del Sáhara Occidental, se tiene que contar con el consentimiento del
pueblo saharaui al cual hay que consultar. Es decir, vuelve a referirse a que
el territorio del Sáhara pertenece a los saharauis, por lo que la presencia
marroquí es fruto, de nuevo, de una ilegal ocupación. Y no solo eso, en esta
afirmación dota al pueblo saharaui de identidad política, le otorga la
capacidad de decidir sobre su territorio. En otras palabras, la Justicia
Europea reconoce el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui.
Un derecho, por cierto, que cita explícitamente el tribunal en su comunicado.
En otro orden
de cosas, el TJUE hace otra identificación de alto contenido político. Reconoce
la validez de la demanda interpuesta por el Frente Polisario porque acepta a
este movimiento de liberación nacional como el interlocutor válido del pueblo
saharaui. Para materializar este reconocimiento se basa en que el Polisario
es quien representa a este pueblo ante las Naciones Unidas, marco donde se
llevan a cabo las negociaciones que deberían servir para culminar el proceso de
descolonización de este territorio no autónomo, la última colonia de África.
Un proceso de
descolonización truncado, por cierto, por la incapacidad del Estado español de
culminarlo, ya que era la la metrópoli colonial. Por eso, todavía hoy España
es la potencia administradora de iure que tiene que velar por
descolonizar el Sáhara Occidental en base al respeto del derecho de
autodeterminación del pueblo saharaui. Antes o después, esta población tendrá
que expresarse en una votación. Este reconocimiento al Frente Polisario de
Luxemburgo tiene una gran relevancia, y más cuando Marruecos y algunos de sus
aliados intentan generar pseudoplataformas dirigidas por saharauis desertores
para intentar anular, sin éxito, la labor del Polisario.
La histórica
sentencia del alto tribunal europeo supone, por lo tanto, una gran lección de
Derecho Internacional y también de Historia para aquellos que intentan
justificar la ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos. Y entre
estas personas se encuentra, de manera muy distinguida, el presidente del
Gobierno español Pedro Sánchez. El líder socialista envió una carta al rey
de Marruecos Mohamed VI en marzo del 2022 en la cual adulaba la propuesta de
autonomía del Sáhara Occidental en Marruecos y la asumía como la solución óptima
al conflicto. Sánchez cambiaba de un plumazo la neutralidad histórica que
España había mantenido en este contencioso, pese a que la potencia
administradora no debería ser neutral, sino todo lo contrario, parte activa
para llevar a cabo la culminación del proceso de descolonización.
La idea de la
autonomía no es más que la anexión por parte de Marruecos de un territorio que,
como hemos visto en esta sentencia de la Justicia europea y tantas otras
resoluciones internacionales, no le pertenece. La resolución del conflicto,
como también hemos leído en el escrito emanado del TJUE, pasa por el ejercicio
de la libre determinación del pueblo saharaui. En ese referéndum de
autodeterminación, la autonomía podría ser una opción a la que votar, pero
inevitablemente la creación de un Estado independiente sería otra. El pueblo
saharaui tendrá que escoger libremente su futuro político.
El ministro de
Exteriores, José Manuel Albares, declaraba este viernes que respeta la
sentencia. No podía ser de otra manera. Sánchez y Albares hacen gala en sus
numerosos actos internacionales de ser defensores del Derecho Internacional.
Apuestan por salidas sujetas al derecho para conflictos presentes como el
genocidio israelí al pueblo palestino, la crisis regional de Oriente Medio o la
invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, con respecto al Sáhara Occidental no
dudó en defender una postura contraria al Derecho Internacional. Debería, el
presidente Sánchez, comparecer ante la opinión pública y retractarse.
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