"LA FISCALÍA TE
LO AFINA"
ANA PARDO DE
VERA
Ministerio del Interior del Gobierno
de España
Madrid, 2014
Jorge
Fernández Díaz, ministro del Interior (PP): Esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión.
Daniel
de Alfonso, jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya: Si la Fiscalía me dice: "Oye, lo he
leído", yo entonces cierro los informes y...
JFD: ¿Y en cuánto tiempo puedes cerrar esto?
DA: En tres semanas.
Thank you for watching
JFD: Lo digo porque una vez lo tenga la Fiscalía ya puede
salir.
(...)
JFD: Yo puedo hacer la gestión con el fiscal general [Eduardo
Torres-Dulce]. Decirle: "Mira, hay esto. Y a ver, oye, si esto
tal..."
DA: Sí, sí. Él no lo conoce. Ni la Fiscalía ni
nadie. Esto lo tengo yo para que vaya rápido. Tengo el de Fiscalía, tengo el
que iría a la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Generalitat...
JFD: Yo puedo hacer la gestión con el fiscal general. Decirle: "Mira, hay esto. Y mira a ver oye si esto tal... ¿no?" Pero, claro, me va a pedir documentos..."
Podría
seguir reproduciendo aquí textos y más textos de conversaciones entre los dos
sujetos protagonistas de esta pequeña muestra de depravación democrática. La
charla -se llama corrupción de Estado con utilización de recursos
públicos para dinamitar otras opciones ideológicas y se apellida fascismo-
es de 2014 y tiene lugar en el despacho del ministro del Interior del PP
Fernández Díaz, donde fue grabada, publicada por este diario en 2016 y puesta
a disposición de la Fiscalía para la investigación de un caso de corrupción
institucional tan flagrante como parecía. Lo era, pero la Fiscalía lo ignoró,
como si Público le estuviera entregando un ejemplar mohoso del Quijote
de Avellaneda. ¿Quién era el o la fiscal general del Estado en 2016,
cuando dimos esta exclusiva -y tantas que vinieron después, como la de "El
presidente [Rajoy] lo sabe", con unos audios perfectamente peritados y
audibles que dejaron a España en shock? Consuelo Madrigal,
que tuvo la osadía (un decir) de ignorar una de las pruebas iniciales del caso
de corrupción de Estado más grave tras el terrorismo de los GAL, sí, ese que
mataba a inocentes porque, quién sabe, a lo mejor eran de ETA y más vale
prevenir que lamentar. Cuando se hace una denuncia en base a informaciones
publicadas, hay que llevar algo más que una hoja impresa, por ejemplo, y como
se hizo en este caso, con las conversaciones grabadas y autentificadas entre
altos cargos del Estado conspirando para manipular o inventar informaciones que
perjudicaran a un rival político (un "enemigo", en el argot de la
derecha ultra y la ultraderecha) que empezaba a preocupar al Gobierno español
de turno, el de Rajoy, porque, oye, para el PP, lo de hacer política siempre es
mejor en las cloacas o en los tribunales, si se controla la sala de lo penal "desde
detrás". En el caso de la operación Cataluña, ambas
cosas, cloacas y tribunales, porque democracia, sí, pero no se pasen.
Este
miércoles escuchamos muy digna, casi ofendida, a Consuelo Madrigal:
"Yo habría dimitido". Se ponía en la piel de su sucesor Álvaro García
Ortiz, al que el Supremo continúa acosando por haber aclarado una
información falsa surgida y difundida (¡sorpresa!) por el equipo
de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, sobre la
situación bien conocida de su pareja, un defraudador fiscal confeso, o sea, un
delincuente autoinculpado. Han leído bien: el investigado es el fiscal
general del Estado, a quien le pareció una idea acertada defender el buen
nombre de la institución a la que representa sin desvelar absolutamente
nada de la investigación sobre la pareja de Ayuso que no estuviera publicado y
contado ya, tal y como reconoció el propio Supremo antes de confirmar que
estaba imputado por sus santas puñetas. ¿Entonces? Entonces pregunten a Pablo
Casado lo que pasa si denuncias que todo familiar o sucedáneo que toca a la
presidenta madrileña se convierte en rico. No se libró Casado y creía García
Ortiz que se iba él a ir de rositas, por mucho fiscal general que sea y que, a
mayores, ni es del PP ni lo parece. A quién se le ocurr
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