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ES LA
JURISTOCRACIA, ESTÚPIDO
JAVIER AROCA
Es la exuberancia y el exhibicionismo
del poder de los jueces que niega el papel y relevancia democrática de la
división de poderes y, singularmente, muestran una especial animadversión
contra los poderes ejecutivo y legislativo
ANÁLISIS | Verdades y mentiras sobre la
causa contra el fiscal general del Estado
Leen la partitura con levedad, entre el móvil, los argumentarios y las citas vespertinas y furtivas y, así, cantan vaporosos, como el tenor Elías Bendodo con lo de los presupuestos; unas afirmaciones que atascan los aliviaderos del plan urdido y concienzudo, para desesperación de los cerebros. En realidad, los torpes al irrumpir solo afirman la nerviosera de Feijóo porque no le pase lo que a su Casado.
Hasta ahora se habían dado a conocer
contra las leyes, pero ahora van directamente contra las instituciones, en este
caso el Ministerio Público
Pero es todo más serio, con bulos o no,
es la juristocracia. La exuberancia y el exhibicionismo del
poder de los jueces que niega el papel y relevancia democrática de la
división de poderes y, singularmente, muestran una especial animadversión
contra los poderes ejecutivo y legislativo.
Hasta ahora se habían dado a conocer contra las leyes, en
la resolución de recursos, en autos y sentencias
indefendibles, instrucciones pesqueras, en particular, arrastreras, pero
ahora van directamente contra las instituciones, en este caso el
Ministerio Público. Incluso hasta ahora no habían atacado de manera tan
directa, su mirada era oblicua, como diría Francisco de Quevedo, que habló como
nadie de las bizcas, la justicia tenía una mirada zurda y zamba. Y tiene
su explicación.
La justicia emana del pueblo, aunque dicha emanación
pretendan los jueces torcidos recibirla solo por unas oposiciones, pero
el Ministerio Fiscal tiene otra relevancia, integrado con autonomía y
personalidad jurídica propia en el Poder Judicial, un estorbo para los
autócratas del derecho. Siguiendo el pensamiento anglosajón, que no nos es
exótico porque puso las bases de la separación de poderes allá por el
siglo XVII, y no el continental, es el pueblo.
A
todo juristócrata y al sistema que pretende y representa le molesta no solo los
demás poderes, que a diferencia de ellos son electos y puestos por el pueblo,
sino el mismo pueblo
Obsérvese al menos en las películas estadounidenses, en donde el
Ministerio Fiscal, que depende de un poder electo, es la mejor
representación del we the people de la
Constitución estadounidense. Ergo, a todo juristócrata y al sistema que
pretende y representa le molesta no solo los demás poderes, que a diferencia de
ellos son electos y puestos por el pueblo, sino el mismo pueblo.
No es baladí para ellos que el Fiscal General del Estado, éste y
otros, porque así lo dice el mandato constitucional, sea nombrado a propuesta
del presidente del poder ejecutivo. Es caza mayor para un juristócrata. Es
un conflicto largo ante el principio restaurativo y el principio electivo,
pero ¿qué pretende restaurar la juristocracia?
La
derecha tiene todo el derecho a gobernar y a ser una alternativa democrática
feroz, legítima, pero servirse de los jueces contra la democracia es una
traición a los valores y principios constitucionales que no puede tener
recompensa sino reproche
Por todo, insisto, no es ya lo de los bulos, es la
democracia. Resistirse a la juristocracia es un imperativo democrático.
Demasiados acontecimientos demuestran ya la intención de los juristócratas a
través de sus actos, de la guerra judicial, del lawfare,
de la politización de la justicia a través de sus asociaciones, de
unos partidos políticos, y su exigencia de detentación ilegítima del
poder que manejan, porque se nutren entre sí, a una torpe derecha
que, siendo utilizada por los juristócratas, cava su propia tumba democrática.
La derecha tiene todo el derecho a gobernar y a ser
una alternativa democrática feroz, legítima, pero servirse de los jueces
contra la democracia es una traición a los valores y principios
constitucionales que no puede tener recompensa sino reproche.
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