FUNDACIÓN REY JUAN CARLOS EN ABU DABI
El rey emérito Juan Carlos I, a 9 de septiembre de
2024.-EP
En
mis estanterías debe haber unos 20 o 30 libros sobre el golpe de Estado del
23-F que hablan del Elefante Blanco. El Elefante Blanco es un
mito fundacional de nuestra pizpireta democracia, un misterioso icono de
aquella transición modélica de limpia, brilla y da esplendor. Periodistas e
historiadores de la época practicaban bellísimas piruetas léxicas y
gramaticales para convencer al populacho de que nadie sabía quién era el Elefante
Blanco que había ordenado el golpe de Estado, o que si lo sabían había que
callárselo, y no entendía uno para qué perdían tanto tiempo escribiendo sobre
algo que tenían que ocultar.
Sabe a justicia poética que fuera precisamente un elefante el que acabara con la exitosa carrera monárquica de Juan Carlos I, el Elefante Blanco, en 2012. Nuestro ejemplar y casto rey se había escapado unos días a Botsuana con su amiga del alma Corinna Larsen a matar paquidermos, como cualquier español de clase media. Se conoce que un elefante abatido se le cayó en la cadera y se la rompió, y en la mañana del 14 de abril de aquel ya lejano año (sí, 14 de abril, más justicia poética) todas las portadas de los periódicos patrios amanecieron con la noticia: nuestro rey había sido operado de urgencia en Botsuana aquejado de una repentina paquidermitis de cadera. Después vinieron el "lo siento mucho" y la abdicación. El elefante negro africano había hecho caer al Elefante Blanco español.
Sin
embargo hoy, cuando desperté, el Elefante Blanco seguía todavía allí.
Resulta que nuestro viejo rey acaba de crear una fundación en Abu Dabi, donde
reside elefantiásicamente. En teoría, tal fundación se va a dedicar a financiar
estudios y conferencias y cosas intelectuales para estudiar la gran figura
histórica de Juan Carlos I. Lo hacen muchos ex presidentes norteamericanos.
Pero suelen crear sus fundaciones en EEUU.
En
mi incultura, busqué en Wikipedia a qué provincia española pertenecía Abu Dabi,
sede de la fundación de nuestro rey. Y para mi sorpresa confirmé que Abu Dabi
no está en Cáceres ni en Badajoz ni en Almería ni en A Coruña.
Sé
que a los patriotas monárquicos que frecuentan este periódico esto les va a
doler: pero mis códigos deontológicos me obligan como periodista a decir la
verdad, y es mi deber informaros de que Abu Dabi, sede de la fundación de
vuestro admirado rey español, no está en España. Está donde la morería, según
la mayoría de los geógrafos. Yo no sé si Juancar se habrá equivocado otra vez,
porque poner una fundación de nuestro rey donde los árabes puede activar el
"efecto llamada" de muchos migrantes.
Los
que hemos frecuentado Abu Dabi, sabemos que allí todo lo español despierta un
interés desmesurado. Es difícil encontrar a un abudabiense que no lleve El
Quijote bajo la axila. Un tomo bajo cada axila, quiero decir. Resulta
normal, por tanto, que nuestro rey quiera contarle su verdad a los
abudabienses. Pero nos deja un poco huérfanos a los españoles de su sabiduría
privándonos de la Fundación Rey Juan Carlos, o como se vaya a llamar, paraíso
de estudios para los historiadores, florilegio de poesía democrática, altazor
del conocimiento y la sabiduría borbónica (que no es poco saber).
Yo
malicio que esto de crear la fundación en Abu Dabi, y no en el Ferrol del
Caudillo, es para joder a Felipe VI, que es un soso. Elena y Cristina de Borbón
sí han aceptado sillones en la directiva de esta fundación cultural y
humanitaria, con lo cual se convierten en herederas de la fortuna. Felipe VI se
ha puesto en plan exquisito y no quiere aparecer. Conviene recordar que Felipe
VI figuraba como principal beneficiario de la cuenta Foundation Lucum de
Ginebra hasta 2020. Eran solo 100 millones de euros, cuando la revista Forbes
calcula que la fortuna de papá esparce 2.000 millones de euros en paraísos
fiscales.
Felipe
VI se portó como un mal hijo. Solo se salió de la cuenta de dinero negro
ginebrina cuando los periódicos contamos que era el principal beneficiario.
Actuó como si te pudieran hacer poseedor de 100 millones sin que te enteraras:
todo fue culpa de papá. Si mi madre doña Engracia me pone 100 millones en una cuenta
en Ginebra, yo no se los desprecio. Por mucho que me molesten los cien millones
de mi madre en el sótano de casa, que ya no me caben ni las cervezas, hay que
preservar el respeto a los mayores y aceptar la pasta.
La
única ventaja que yo veo en crear la Fundación Rey Juan Carlos en Abu Dabi, y
no en el Ferrol del Caudillo, es que allí no se sabe el dinero que sale ni el
que entra, pues es un sistema financiero oscuro, y nuestro viejo rey podrá
meter allí toda su fortuna sin que nos enteremos, y financiar generosamente sus
actividades culturales e historiográficas, que sabemos que son sus dos grandes
pasiones después de los 60 millones que le birló la traidora Corinna. Los que
piensen que ha abierto su fundación allí para atraer todos los cientos o miles
de millones que quizá esconde en paraísos fiscales, son unos putos
antipatriotas aquí y en Abu Dabi. Queda dicho.
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