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miércoles, 28 de agosto de 2024

WEIMAR, OTRA VEZ LA AMENAZA DE LA EXTREMA DERECHA


WEIMAR, OTRA VEZ LA AMENAZA DE 

LA EXTREMA DERECHA

El 1 de septiembre se celebran elecciones regionales en Turingia. La ciudad de la Bauhaus recuerda los ataques nazis contra la institución, hace ahora cien años

MARC MARTORELL WEIMAR,

Instalación en la que se lee en alemán “La Bauhaus surgió [palabra

tachada] de Weimar. La Bauhaus huyó de Weimar”. / M.M.

 “La Bauhaus surgió de Weimar. La Bauhaus huyó de Weimar”. Este era el mensaje que se podía leer a principios de mayo en una instalación rectangular a solo unos metros del Bauhaus-Museum, en la ciudad de Weimar, en el estado de Turingia. Como institución para la enseñanza y experimentación artística, la Bauhaus tuvo una vida corta y convulsa. Fundada en 1919, la escuela tuvo varias ubicaciones: Weimar, Dessau y, finalmente, Berlín, donde fue disuelta en 1933, bajo presión de las nuevas autoridades nazis. En los años siguientes, 25 estudiantes y profesores de esta escuela murieron víctimas del nazismo en campos de concentración, forzados a servir en el ejército o después de cometer suicidio.

Como movimiento artístico y arquitectónico, sin embargo, la Bauhaus sobrevivió al radicalismo nazi. Algunos de los estudiantes llevaron sus influencias arquitectónicas a las ciudades donde se exiliaron, como Tel Aviv o Chicago. En Barcelona se encuentra el Pabellón Alemán de Ludwig Mies van der Rohe (director de la Bauhaus entre 1930 y 1933) y Lilly Reich, inicialmente concebido para la Exposición Universal de 1929 y reconstruido de forma permanente en los años ochenta.

La ciudad de Weimar alberga desde hace unos meses una exposición dedicada a la Bauhaus y el nazismo. La muestra, distribuida en tres museos de la ciudad, se inauguró juntamente con un nuevo museo que aborda los trabajos forzados durante el nazismo. Weimar se encuentra a menos de diez kilómetros del campo de concentración de Buchenwald, donde murieron 56.000 personas entre 1937 y 1945. 

Muchos de los prisioneros fueron obligados a trabajar para la industria armamentística alemana o en tareas de construcción. La plaza al lado del nuevo museo dedicado a los trabajos forzados durante el nazismo es la Jorge Semprún Platz, en honor de quien fuera prisionero en Buchenwald entre 1943 y 1945 y luego ministro de Cultura en el segundo Gobierno de Felipe González.

 

Plaza Jorge Semprún, con el edificio del nuevo museo de trabajos forzados detrás, en la ciudad de Weimar, Alemania. / M.M. 

El momento político actual hace aún más necesario recordar el peligro del radicalismo de derechas. Weimar es la cuarta ciudad más poblada del estado federal de Turingia, uno de los cinco estados que perteneció a la República Democrática Alemana, o Alemania del Este. El próximo 1 de septiembre se van a celebrar elecciones en ese estado, donde cerca de 1,7 millones de habitantes con derecho a voto están llamados a elegir el nuevo parlamento regional para los próximos cinco años. Según las últimas encuestas, la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) ganaría las elecciones cómodamente, con cerca del 30% de los votos. 

Teóricamente, esto no sería suficiente para gobernar. Quedaría lejos de la mayoría absoluta y ningún partido se ha mostrado dispuesto a llegar a una coalición con la AfD. Tampoco parece probable la opción de que algún partido les deje gobernar y pase a la oposición. El centro derecha de la Unión Cristianodemócrata (CDU), bajo el liderazgo de Friedrich Merz, mantiene su oposición a llegar a acuerdos con la AfD. No obstante, a nivel local (especialmente en el este de Alemania, donde la AfD es más fuerte) se multiplican los casos en los que ambas formaciones han llegado a acuerdos y votan conjuntamente, sin consecuencias para los representantes locales de la CDU. 

El líder de la AfD en Turingia, Björn Hökce, es radical incluso para los estándares de su partido. Höcke ha sido condenado dos veces en los últimos meses por utilizar en sus discursos el eslogan de las SA, una formación armada nazi. El líder ultra también ha hecho uso abiertamente de terminología nazi como “suicidio racial”, “Lebensraum” (espacio vital) o “bolchevismo cultural”. Preguntado por Hitler y el período de la Segunda Guerra Mundial, Höcke manifestó en una entrevista al Wall Street Journal en 2017 que la historia no puede ser entendida en términos de blanco y negro. También descartó la idea de que Hitler fuera “absolutamente malvado”. Hökce presenta un panorama apocalíptico sobre la Alemania actual y se ve a sí mismo como salvador. En un discurso en 2017, por ejemplo, declaró que la AfD era “la última oportunidad pacífica de salvar nuestra patria”.

A principios de este año, con la AfD en Turingia por encima del 36% en las encuestas, la posibilidad de que Höcke fuera el próximo presidente del estado parecía muy real. Este escenario, que todavía no se puede descartar, parece ahora menos probable. Aun así, la AfD puede hacer mucho daño si consigue el apoyo que actualmente le pronostican los sondeos. Puesto que algunos de los partidos que concurren a las elecciones no superarán el 5% de los votos necesarios para entrar en el parlamento, un 30% para la AfD sería suficiente para asegurarse más de un tercio de los diputados. Eso les permitiría bloquear decisiones en el parlamento que necesitan una mayoría de dos tercios, como la elección de los jueces al Tribunal Constitucional de Turingia o la disolución del parlamento. 

Con una minoría de un tercio, aislar a la AfD en el parlamento de Turingia sería complicado

Con una minoría de un tercio, aislar a la AfD en el parlamento de Turingia sería complicado. Ya lo ha sido después de las elecciones en 2019, cuando la formación consiguió 22 representantes en un parlamento de 90 miembros. El próximo 1 de septiembre también tendrán lugar elecciones en el estado de Sajonia, al este de Turingia. En Sajonia, con capital en Dresde, la AfD también está por encima del 30% de los votos en las encuestas y podría conseguir un tercio de los representantes. La pelea por el primer puesto, no obstante, está muy ajustada entre la extrema derecha y la CDU del presidente regional Michael Kretschmer. 

En Turingia, los Verdes, junto con los socialdemócratas, han formado parte durante los últimos diez años del gobierno regional liderado por Bodo Ramelow, el único presidente de un estado federal proveniente de Die Linke, la izquierda alemana. La actual constelación de gobierno no tendrá una nueva oportunidad después de las elecciones. Los Verdes probablemente no entrarán en el nuevo parlamento y los socialdemócratas tampoco lo tienen asegurado. Los dos partidos acusan la impopularidad del gobierno en Berlín, que comparten con el neoliberal Partido Democrático Libre (FDP). Mientras tanto, Die Linke pasaría del 31% de los votos en 2019 a aproximadamente la mitad. 

Según las encuestas, el gran ganador de la noche electoral en Turingia no sería únicamente la AfD sino también Bündnis Sahra Wagenknecht (Alianza Sahra Wagenknecht, BSW). Wagenknecht, uno de los nombres clave en la historia de Die Linke, fundó el pasado enero un partido con su nombre que combina posiciones tradicionalmente de centroizquierda en lo económico (aunque muy imprecisas) con un fuerte discurso antinmigración. BSW consiguió el 6,2% de los votos en las elecciones europeas (comparado con un 2,7% para Die Linke) y es especialmente fuerte en el este de Alemania, una característica que comparte con Die Linke y la AfD. El partido de Wagenknecht, quien está siendo omnipresente en las pancartas electorales y los actos de campaña, a pesar de que no se presenta en ninguna de las elecciones de septiembre, conseguiría cerca del 18% de los votos en Turingia. 

La candidata a presidente regional por BSW, Katja Wolf, era alcaldesa de la ciudad de Eisenach por Die Linke hasta hace unos meses, y podría liderar Turingia si consigue quedar segunda, detrás de la AfD. Aunque Wolf anunció que cambiaba de partido para detener el avance de la ultraderecha, la evolución de las encuestas en los últimos meses sugiere que la creación de esa formación ha hecho perder un número parecido de votos a Die Linke y a la AfD. La aparición de BSW, así como el giro a la derecha de la CDU y, en menor medida, de los socialdemócratas, evidencian la capacidad de la extrema derecha para modular el debate público.

En una intervención en el parlamento de Turingia el pasado abril, la diputada de los Verdes Madeleine Henfling advirtió de que, si la AfD llegaba al poder o facilitaba una investidura de la CDU, Turingia perdería parte de su población más internacional y cosmopolita, asustada por la ola reaccionaria. Si esto pasara, no sería la primera vez que ocurre en Turingia, y especialmente, en Weimar. Tal y como explica la exposición sobre la Bauhaus y el nazismo, el calvario de este movimiento artístico con el nazismo empezó hace exactamente un siglo, en 1924. 

Aquel año, un gobierno conservador llegó al poder en la región, gracias a los votos de un pequeño grupo de derecha radical que se mantuvo en la oposición. Este partido, lleno de antiguos y futuros nazis, se había fundado para poder concurrir a las elecciones sorteando la prohibición temporal del partido nazi, después del fallido golpe de Estado de Hitler en Múnich, en 1923. 

En 1930, Turingia se convirtió en la primera región de Alemania en tener un gobierno con participación del partido nazi

Para lograr el apoyo de esta formación nazi encubierta, el gobierno de derechas de Turingia se comprometió a expulsar del sector público a judíos y comunistas. Hasta aquel momento, Weimar había sido un foco de atracción para profesores y estudiantes internacionales que llegaban a la ciudad atraídos por la Bauhaus. Entre ellos se encontraba, por ejemplo, el pintor ruso Wassily Kandinsky. En 1925, bajo el nuevo gobierno conservador, la Bauhaus perdió gran parte del apoyo financiero público y se vio obligada a mudarse a Dessau, en el actual estado federal de Sajonia-Anhalt. En 1930, Turingia se convirtió en la primera región de Alemania en tener un gobierno con participación del partido nazi. El nuevo ministro del Interior y Educación en Turingia, Wilhelm Frick, sería luego ministro de Justicia a nivel nacional bajo el régimen de Hitler y moriría en la horca, tras ser condenado en los Juicios de Núremberg.

En su posición de ministro regional en Turingia, tal y como explica la exposición, Frick promovió un decreto contra la música y teatro modernos y lo que él llamaba “incultura racialmente alienada”. Antes de abandonar Weimar en 1925, la Bauhaus dejó algunas de sus obras de arte en un museo de la ciudad. Frick pronto mandó retirar estas obras, que incluían pinturas de Paul Klee. A partir de 1937, con los nazis asentados en el poder en Alemania, algunas de las obras de la Bauhaus fueron exhibidas en la exposición itinerante que, bajo el título de “Arte Degenerado”, pretendía ridiculizar obras abstractas, expresionistas, o críticas con la sociedad del momento. 

La AfD no tiene actualmente la posibilidad de conseguir una mayoría absoluta ni en Turingia ni en ningún otro estado federal, y aún menos a nivel nacional, donde obtendría un 17% de los votos

No obstante, tal y como explica la exposición, la historia de los artistas después de que Hitler asumiera el poder fue, en muchas ocasiones, de todo menos heroica. Artistas del movimiento diseñaron para los nazis carteles de películas, mobiliario, e incluso bustos del Führer. La instalación busca desmontar el mito de una Bauhaus homogéneamente demócrata y antifascista, subrayando cómo la mayoría de sus miembros se mostraron aquiescentes con el Tercer Reich.

Los años que siguieron al fin de la Primera Guerra Mundial representaron el primer período democrático en la historia de Alemania y se conocen como la República de Weimar, puesto que la asamblea constituyente se reunió en la ciudad turingia. Weimar pasaría de ser un símbolo de la incipiente democracia a una punta de lanza del nazismo en Alemania durante los años veinte y principios de los años treinta. 

La ciudad es hoy un lugar diferente y tiene en la Universidad de la Bauhaus, con más de 4.000 estudiantes y un 27% de estudiantes extranjeros, una de sus principales instituciones. Ciudades como Weimar, junto a la también universitaria Jena o a la capital de Turingia, Erfurt, serán clave en septiembre para evitar la minoría de un tercio para la AfD. En las elecciones regionales de 2019, la AfD consiguió el 14% de los votos en Weimar, lejos del 23% en el conjunto de Turingia. En las elecciones europeas de mayo, la AfD se hizo con el 18% de los votos, 13 puntos por debajo del porcentaje regional. 

La AfD no tiene actualmente la posibilidad de conseguir una mayoría absoluta ni en Turingia ni en ningún otro estado federal, y aún menos a nivel nacional, donde obtendría un 17% de los votos. Pero, gran parte de la atención se centra estos días en ella. La clave, sin embargo, estará en el comportamiento de los otros partidos ante una AfD que puede complicar gravemente la formación, y posteriormente el trabajo, de nuevos gobiernos regionales en el este de Alemania. 

 

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