LOS JUECES JUEGAN A LOS DADOS
SATO DÍAZ
Los jueces juegan a los dados.- Freepik.
Buena
parte de la judicatura alrededor de una mesa historiada, tapete verde en el
centro y los dados rodando. Adentrémonos en la ficción. Seis y tres. Nueve. Le
toca, por ejemplo, a la Audiencia de Barcelona, que usa el turno para absolver
a quien amenazaba, en el Orgullo de 2019, con hacer heterosexual a hostias a una
persona que vestía con ropa femenina. El aplauso en la sala es generalizado.
"Mejor que lleves un guardaespaldas, porque ahora, cuando salgas, te voy a dar tal hostia que la mariconería se te va a quitar", proseguía, a violentos gritos, el energúmeno hace cinco años ante esta persona que se reconocía como LGTBI+ y que quería comprarse una hamburguesa en un restaurante de la capital catalana. El tribunal censura los insultos y vejaciones del acusado, pero concluye que no tienen suficiente entidad para ser considerados como un delito del odio.
Lanzan
los dados, de nuevo, sobre el verde. Rodeando el tablero octagonal en el que se
dirime, por azar, quién es el siguiente, quedan los restos de la cena, licores
y ceniceros que sostienen cigarros cubanos a medio consumir. Vaya, suman siete,
es el turno de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que siguiendo
el criterio del juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón
(que había jugado los dados previamente) decide abrir diligencias por terrorismo
contra Carles Puigdemont por la causa de Tsunami Democràtic. Un nuevo
intento de frenar la aplicación de la amnistía aprobada en el Parlamento.
La decisión también es recibida con regocijo en el salón.
Ruedan
los dados de nuevo, entre el humo pesado y el taconeo de los whiskies on the
rocks se dibujan graves carcajadas. Dos y tres. Cinco. "¡Por el culo te la
hinco!", bromea uno de los comensales. Es el momento del juez Joaquín
Aguirre, del Juzgado 1 de instrucción de Barcelona, que alardea, entre tanta
risotada, de ser capaz de tumbar al Gobierno al haber reabierto la
causa Volhov, que insinúa participación rusa en el Procés,
lo que permite imputar a Puigdemont por el delito de traición, el cual
no se contempla en la amnistía. Si cae Puigdemont, cae Sánchez, deduce Aguirre.
Hecha la ley, se escoge otro delito que no esté incluido en la amnistía para
seguir con el juego.
Otra
partida más, y es el turno de la sección cuarta de la Audiencia Provincial
de València. ¡Sujétame el cubata! Reabre la causa contra la
exvicepresidenta del Govern del Botànic Mónica Oltra y otras 15 personas
por la gestión del caso de los abusos sexuales sufridos por una menor tutelada
por la Generalitat y cometidos por su exmarido. Tras meses de un proceso
tortuoso, la política de Compromís fue declarada inocente en abril;
pocas semanas después, la acción judicial vuelve a golpearla sin aportar
pruebas nuevas.
Siguen
jugando los comensales, cada vez más cargados de alcohol. Suenan los tragos de
gin tonic que se deslizan por la garganta, glup, glup. Suenan los dados
rebotando en el cubilete, clac, clac. Uno y cinco. Seis. Juega Belén
Pérez Fuentes, del Juzgado de lo Penal número 14 de Madrid, que anuncia la absolución para Miguel Frontera,
quien acosó durante meses a Pablo Iglesias, entonces vicepresidente del
Gobierno, e Irene Montero, entonces ministra de Igualdad, en la puerta
de su domicilio. El acoso de ultras a la familia fue sistemático y extendido en
el tiempo.
Las
carcajadas cada vez se vuelven más histriónicas. El pedo es considerable y
generalizado. Una fiesta, vamos. Y siguen lanzando los dados, y continúan
saliendo jueces a jugar. Y en cada partida, parece que pretenden demostrar,
estos funcionarios, que ellos mandan sobre el resto, que a nadie se le ocurra
contradecirles o poner en duda su estatus, su posición o su poder. Unos
funcionarios que se van alejando del sentir del resto de la sociedad, que se
proponen salvaguardar sus postulados ideológicos por encima de todas las cosas
e influir en la toma de decisiones cotidianas, encerrados en su salón de
fiestas, jugando a los dados, clac, clac
Menos
mal que esto que contamos solo sucede en este relato de ficción. En la
realidad, vivimos en uno de los países con una Justicia más moderna y ecuánime,
donde sería imposible tal abuso de poder. Por cierto, según el último CIS de
2023, la Justicia era el servicio público peor valorado por la ciudadanía.
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