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jueves, 25 de julio de 2024

EL LEGADO DE ‘GENOCIDE JOE’ BIDEN

 

EL LEGADO DE ‘GENOCIDE JOE’ BIDEN

DIARIO RED

 

Adam Schultz/White House / Zuma Press / ContactoPhoto 

Más allá de las pleitesías automáticas que los diferentes líderes internacionales se sienten obligados a rendir ante la potencia norteamericana, ¿quién ha sido realmente Joe Biden en la política de los Estados Unidos?

 

El pasado domingo a las 13:46 hora de la costa este de los Estados Unidos —por lo visto, el minuto 46 habría sido elegido explícitamente para hacer referencia al 46˚ presidente— Joe Biden hacía publica una carta en la que anunciaba finalmente aquello que, desde hace meses, venía siendo inevitable: que se apartaba de la carrera presidencial para las elecciones del 5 de noviembre.

Inmediatamente, prácticamente todo el mundo —especialmente en el ámbito progresista, pero no solo— elogiaba el papel jugado por Biden y ponía en valor su ‘legado’. Pero, más allá de las pleitesías automáticas que los diferentes líderes internacionales se sienten obligados a rendir ante la potencia norteamericana, ¿quién ha sido realmente Joe Biden en la política de los Estados Unidos?

Nacido hace más de 81 años en Scranton, Pensilvania, en el seno de una familia católica de clase trabajadora, antes de convertirse, en 2009, en el vicepresidente de Barack Obama —cargo que desempeñó durante ocho años hasta 2017— Biden fue senador por Delaware durante de 36 años. Más de tres décadas y media que le sirvieron para convertirse en uno de los políticos más conocidos en Washington.

En el Senado, se especializó rápidamente en política internacional y fue en esas lides cuando se granjeo la etiqueta del ‘más grande halcón de la guerra’ en la historia del país; una etiqueta muy merecida, como veremos a continuación, y que revela una de las claves de la política estadounidense. A saber, que el Partido Demócrata muchas veces tiene una posición incluso más propensa al colonialismo, a la violencia bélica y a la comisión de sanguinarios delitos de lesa humanidad que el Partido Republicano… que ya es decir.

Así, uno de los principales legados de Biden fue el llamado ‘plan Colombia’. Impulsado por el presidente Clinton y revestido con los ropajes de ‘ayuda humanitaria’, el ‘plan Colombia’ supuso el envío de 10.000 millones de dólares a dicho país para que la CIA pudiese sufragar un gigantesco ejército paramilitar que, con una mano, protegía las instalaciones petrolíferas de las compañías norteamericanas y, con la otra mano, asesinaba extrajudicialmente a la insurgencia guerrillera pero también a miles de campesinos y civiles. La operación, que ha sido descrita como el laboratorio y ideológico para el modelo de guerra eterna en el siglo XXI —la continuación natural de la contrainsurgencia durante la Guerra Fría—, pudo superar los diferentes trámites preceptivos en el Senado gracias al duro trabajo y al liderazgo del senador por Delaware, Joe Biden.

El ya excandidato a la presidencia de los Estados Unidos también jugó un papel central en la aprobación del famoso ‘Patriot Act’, el amplísimo paquete legislativo de corte dictatorial que se aprobó en caliente 45 días después de los ataques a las torres gemelas y bajo el cual se condenó, entre muchos otros, a Julián Assange. En nombre de la “seguridad nacional” y extendiendo el calificativo de “terrorista” a prácticamente cualquier actividad que así lo decida el gobierno y los servicios de inteligencia, la ley promovida por Biden permitió detener a cualquier sospechoso sin juicio alguno, espiar a cualquier persona, intervenir sin control las comunicaciones o la información bancaria y hasta entrar sin orden judicial en hogares y oficinas. Todo ello se llevó a cabo con un fuerte sesgo anti-árabe y anti-musulmán. Si los paramilitares asesinos de extrema derecha en Colombia llevan el sello de Biden, los crímenes contra la humanidad perpetuados en la prisión de Guantánamo también.

Si los paramilitares asesinos de extrema derecha en Colombia llevan el sello de Biden, los crímenes contra la humanidad perpetuados en la prisión de Guantánamo también

El todavía 46 presidente de los Estados Unidos también fue una de las personas clave detrás de la guerra ilegal en Irak. Con la falsa excusa de las “armas de destrucción masiva” —posiblemente una de las mentiras criminales más graves de la historia—, Biden apoyó sin paliativos que Bush declarase la guerra en el comité de relaciones exteriores del Senado.

Por supuesto, y ya durante su mandato, Biden ha sido también la pieza clave para aumentar sin límites la escalada bélica en Ucrania y acercar la posibilidad de un conflicto nuclear en suelo europeo mientras Estados Unidos se mantiene a cobijo a miles de kilómetros del otro lado del Atlántico y se convierte en el principal proveedor de gas licuado a Europa. De hecho, ya en 1997, el senador por Delaware empujó activamente por la expansión de la OTAN en los estados bálticos y llegó a reconocer que esa política produciría, indudablemente, “una reacción vigorosa y hostil por parte de Rusia”. Años después, Joe Biden jugaría de nuevo un papel central en lo que se conoce como el Euromaidán; el cambio de régimen promovido por Estados Unidos en Ucrania para alejar al país de la órbita rusa y que es el antecedente principal del conflicto bélico que estamos viviendo desde 2022. Seguramente por pura casualidad, Hunter Biden, el hijo del presidente, estuvo cobrando 1 millón de dólares al año en la compañía de gas natural ucraniana, Burisma, presidida por Mykola Zlochevsky, un oligarca ucraniano altamente beneficiado del golpe de Maidán.

Con este currículum, no es de extrañar que su mejor amigo en las más de tres décadas y media que se desempeñó en el Senado fuese el republicano John McCain; el mismo que autorizó el uso indiscriminado del Napalm y el Agente Naranja en la guerra de Vietnam mientras se oponía a las sanciones y desinversiones en Sudáfrica que buscaban acabar con el apartheid.

El propio Joe Biden ha tenido, durante toda su vida política, una muy estrecha relación con el otro estado conocido mundialmente por ejercer un apartheid brutal sobre el pueblo palestino desde hace más de siete décadas. El presidente dimisionario que ha sido aplaudido por todo el mundo progresista en las últimas horas ostenta el récord de ser el senador que más donaciones ha recibido de lobbies sionistas como AIPAC: un total de más de 4 millones de dólares, según la base de datos Open Secrets. Quizás por ello, Joe Biden es conocido como la persona que dijo que “si no existiera un Israel, tendríamos que inventar uno”. Quizás por ello también, el presidente ha sido el principal apoyo internacional de Netanyahu mientras este cometía —y sigue cometiendo— el más pavoroso genocidio del siglo XXI, habiendo asesinado ya en menos de un año a más de 20.000 niños y niñas. Por mucho que los escribas de la progresía intenten cantar loas a su ‘legado’, las manos de Joe Biden están manchadas de sangre y lo que pasará a la historia respecto de uno de los principales halcones de la guerra de las últimas décadas en el país más violento del mundo será el apodo que le pusieron los universitarios movilizados: ‘Genocide Joe’. Aunque estamos prácticamente seguros de que lo que vendrá será todavía peor, es nuestra obligación despedirle con un “hasta nunca”.

 

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